Capítulo IV

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-- Entrenamiento I --

Agotadas.

Agotadas siento las piernas. Mientras Zoro me lleva al barco en su espalda, en su desnuda espalda, después de nuestra 'pequeña' actividad.

Con los brazos alrededor de su cuello, manos entrelazadas, piernas a los costados de su cintura, pechos presionados en su dura espalda y mi mentón en su hombro izquierdo, mientras respiro suavemente contra sus 3 pendientes de oro, al principio queriendo causarle cosquillas, reacción que pude conseguir hace un tiempo, me di cuenta cuando noté como la punta superior de su oreja se mueve involuntariamente y mejor aún, sus mejillas están sonrojadas.

Aunque claro, mis mejillas también están sonrojadas y por varias razones, por el contacto con su espalda desnuda, sus mejillas rosas, el olor de su pelo y su sudor, su respiración chocando con mis manos, sus manos en mis piernas cerca de mis nalgas sujetándome y por el hecho de estar aquí a solas con él mientras en nuestra frente se manifiesta el amanecer.

Direcciones le susurro cuando del camino empieza a desviarse, pues debemos llegar antes de que cualquiera de nuestros compañeros de barco despierte. Nadie quiere responder preguntas tan temprano. Al ver que no diferencia derecha de izquierda debo enfatizar mis palabras señalando con mis dedos, única razón por la que no estoy abrazando su cuello. Tsk.

Si alguien me viera en esta situación, con Zoro cargándome de caballito, nadie adivinaría mi edad, parecemos solamente una joven pareja disfrutando del momento. Un momento que preferiría que nunca terminará. Este tipo de pensamientos me hacen sonrojar, pero que es lo que pensará Zoro de todo esto, ¿pensará lo mismo? ¿por qué no comenta nada?

4 días pasaron desde que me ahogue en mis recuerdos, recordando mis momentos y encuentros en donde Zoro es el que los protagoniza, buscando de cómo me he enamorado de este hombre sin sentido de orientación. Decidiendo mi objetivo de enamorarlo empleando todos mis recursos.

Los 3 días posteriores me dieron un pequeño avance, jugábamos juegos de mesas o cartas cada vez que lo veía sin hacer nada, algunas veces lo invitaba a una merienda con té y pasteles después de sus entrenamientos vespertinos, siempre rechazaba los pasteles hasta que me comentó que las cosas dulces no le agradan demasiado y que solo come 1 cada 2 semanas por el azúcar.

Ayer empecé con otro avance y no por mi cuenta, esa vez fue el propio Zoro que me ofreció dicha oportunidad para mi beneficio puro y en bandeja de plata motivos para poder pasar más tiempo con él a solas, ¿Cómo no aceptar? De hecho, es lo que acabamos de hacer. Una buena decisión, ingresar a su vida lentamente sin que se dé cuenta, que se acostumbré a mi presencia es la única forma de lograr mi objetivo. Aunque es muy agotador, pero lo vale, cada segundo compartido.

Al ver el barco no puedo evitar sentirme un poco triste por nuestro tiempo juntos ahora casi agotado, aprovechando que ahora no es necesario darle más direcciones con el fin de encontrar el barco, abrazo su cuello y descanso el rostro en su nuca cerrando mis ojos para disfrutar nuestro contacto. Zoro se ha tensado y una sonrisa no puedo evitar, imaginando las posibilidades.

Puedo oír como Zoro entra en el barco sigilosamente evitando cualquier ruido que pudiera llamar la atención a los guardianes nocturnos de hoy, que según Zoro no vigilan el barco, se 'vigilan' entre ellos.

"¿Cocina o habitación?" pregunta en un nivel bajo, obligándome a abrir los ojos, si elijo la última opción nuestro tiempo juntos terminará allí mismo. La cocina podría alargarlo al menos unos minutos más.

"La cocina, la botella no fue suficiente y estoy sedienta" respondo y vuelvo a mi posición anterior para dirigirle hasta la cocina, pues hasta en el barco se pierde.

Conquistandote [Zorobin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora