Séptima pista

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En el suelo, delante de ellos, había algo escrito en grande, no se veía muy bien, pero se alcanzaba leer.

Con un verde fosforito que solamente brilla con la luz de noche, ya que en la mañana no se podría, sino ya se habrían dado cuenta hace tiempo.

Mike sacó su teléfono e intentó hacer una foto lo más clara posible, para después descifrarla cómo las anteriores.

No sabían la razón pero se sentían incómodos y escalofríos subían por sus cuerpos, se sentían observados y la mujer temía que fuera el asesino que al final los siguió.

Después de hacer la foto, cogió al gato en sus brazos y se fueron de ahí a pasos rápidos, queriendo solamente estar de nuevo en aquél despacho.

Al llegar la mujer fue directamente hacia la ventana e hizo lo mismo que antes, inspeccionar, lo raro de aquella inspección es que el engendro que estaba antes ya no seguía ahí, en parte la tranquilizaba, pero por otra parte no.

Cuándo se relajó se dio la vuelta para ir hacia el investigador, pero algo la detuvo, el sonido de su teléfono.

Lo sacó de su bolsillo y miró quién era el que llamaba, y cómo no, su jefe tenía que ser. Dejó que sonara durante un prolongado rato, ensimismada.

—¿No va a contestar señorita?— interrogó Mike observándola intensamente.

—Ah, sí, claro, ya voy—la mujer con el teléfono sonándole aún en la mano salió del despacho y entró en la habitación contigua.

Mike, ni de broma iba a desperciar esta oportunidad que le cayó cómo una mano de dios, se acercó a la puerta sigilosamente y se puso a escuchar.

Detrás de aquella puerta transcurría una conversación muy interesante para el detective.

—¿Podría dejar de llamarme? Está siendo molesto y encima el detective está sospechando por culpa del mensaje que mandó—se quejaba la mujer mientras daba vueltas por la habitación.

—Así que lo viste, pensé que no, tenía que avisarte.

—Sí, lo vi, y creo que Mike también— contestó medio gritándole.

—¿Qué?, ¿Cómo?—se oyó desde el otro lado del móvil.

—Fui a pagar la cuenta y me dejé el móvil en la mesa, no pensé que en ese momento iba a llamar o a mandar mensajes. Él lo cogió y me lo trajo, no lo vi leyéndolo, pero estoy segura de que lo vio, y además al volver a su lugar de trabajo estaba en alerta, seguramente por lo que leyó— explicó Laura sin dejar de caminar de aquí para allá.

—Laura, te dije que tengas cuidado, lo más posible, no saques sospechas ni le reveles quién eres en realidad, si lo haces ya sabes lo que pasará, ¿verdad?— dijo aquella voz en forma amenazante.

Claro que lo sabía, perfectamente, y lo tenía en mente siempre que se levantaba y se iba a dormir, no necesitaba que se lo recuerden a todas horas.

—Lo sé, por eso, si no quiere que todo se arruine déjeme todo a mí. Lo único que tiene que hacer usted es quitarme a ese asesino de mi camino, lo demás lo haré yo misma— dijo enfadada, si de verdad quería ayudar tenía que sacarle de encima a ese engendro de fuera, sino no podría hacer nada, aunque ahora ya no lo veía desde la ventana, solo Dios sabía dónde estaba escondido—. Además, ¿a qué vino lo del gato?, ¿y desde cuándo lo vigila?

—Ah, eso, es cómo un guardián, te ayudará mucho de ahora en adelante, si tienes dudas díselo al gatito y te otorgará lo necesario, pero cómo siempre disimula, ahora tengo que colgar, te volveré a llamar, adiós.

—Espere, le dije que no....— no pudo terminar la frase, la llamada se terminó, mosqueada salió de la habitación.

Mike, que escuchó completamente todo, se alejó rápidamente de la puerta aún shoqueado, y fue a sentarse en el mismo sitio en el que estaba antes, haciendo lo mismo que hacía para no levantar sospechas de lo que había hecho.

Había confirmado lo que presentía, ella no es quién decía que era, entonces, qué investigaba en realidad, quién era ella en verdad y por qué precisamente él.

Cada vez tenía más preguntas, pero esta vez no se quedaría sin respuesta. Investigaría a la tal Laura y descubriría quién demonios era.

—Lo siento mucho por mi demora, mi marido me llamó preocupado por saber dónde estaba y tuve que explicarle lo que pasó—se disculpó mintiéndole la mujer.

—Oh, vaya, no pasa nada, pero su marido no tiene problema por qué usted está aquí, ¿cierto?— respondió Mike sin creerse ni una palabra, total, ya lo escuchó todo, pero tenía que seguirle el rollo.

—No, para nada, es más me dijo que me quedara hasta terminar, si usted no tiene problema podríamos seguir en dónde lo dejamos— contestó acercándose nuevamente al detective y sentándose a su lado.

—Ah, sí, claro— comentó el hombre y sacó su teléfono para leer lo que fotografió.

Continuará....

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