Capítulo I

41 3 2
                                    

Nuevamente despertó de golpe,  para gran sorpresa suya, estaba en su cama y en su habitación.

Fue un sueño.

Pensó mirando al techo y llevando su mano derecha a su frente para secar el sudor que apenas había notado en ella.

Fue un sueño.

Se repitió en su mente una vez más. Suspiró fuerte sonriendo.

No hubo ninguna muerte, menos la suya.

No hubo tampoco una Kira.

Suspiró nuevamente, esta vez más tranquilo.

Pasó la mano que antes había estado en su frente en busca del rubio cabello de su esposa que siempre estaba esparcido por la almohada. Palmeó un par de veces sin voltear, buscándolo y rebuscándolo por la almohada al no encontrarlo aún.

Y volteó, abriendo los ojos desmesuradamente al ver quién estaba ahí. No era su Jane. No era una mujer tan siquiera.

Un hombre…

¡¿Qué hacia un hombre en su cama?!

Alejó su mano al instante, casi cayendo de la cama pero logrando incorporarse a lado de ésta. Era un hombre de cabellos algo largos y castaños, nariz respingada. Nuevamente lo único visible era su rostro.

Asustado volteó a todos lados. Era una pequeña habitación con ropa por el piso y muebles. Las paredes eran de color azul, volteó examinándola a más detalle. Una cama de dos plazas con un par de pequeñas mesas de noche a los lados, había un closet a lado de un ventanal que daba a la calle y en éste había un espejo. Se acerco temeroso a él, posando las palmas a cada lado del espejo.

No era él, en absoluto lo era.

Sus cabellos negros ahora eran rojos eléctricos. Sus ojos cafés ahora eran cafés pero con una combinación de verde. Su tez algo morena ahora era casi pálida por completo. Su nariz estaba más respingada y sus labios más finos.

Volteó a ver su cuerpo. Suspiró al no encontrar mucha diferencia. Pero el hecho de que su rostro fuese otro por completo le asustaba.

– ¿Tob? –una voz adormilada sonó a su espalda, supuso sería el tipo que le había asustado antes. ¿Tob? Volteó a verle aún con nerviosismo y confusión, sin saber que contestar. Él se removía bajo las cobijas de la cama y lo observaba tallándose un ojo– Buenos días –Musitó en medio de un bostezo.

Se levantó con aparente pesadez, dejando su torso a la vista, tenía unos cuantos tatuajes en él.

– Tob, ¿Pasa algo? –Preguntó, y “Tob”  notó el color avellana de sus ojos. Negó simplemente sintiéndose incapaz de articular palabra. El avellana rió bajo y se acercó a dar un corto beso en los labios del pelirrojo. Salió luego sin decir más.

¿Tob? ¿Quién era Tob? ¿Quién era ese que acababa de besarlo?

Él era Jonathan, él era esposo de Jane. De una mujer, no de un hombre.

¿Qué hacia ahí? ¿Qué estaba pasando?

– ¿Tobías? –La voz del mismo joven de antes hizo que Jonathan voltease a verlo. Con la frase “¿quién eres tú?” en la mente– ¿no irás al trabajo?

¿Seguir la corriente o salir corriendo? ¿Qué era mejor opción en ese momento?

– Ah, yo… –Murmuró, ¿de qué estaba hablando ese? – no… ah no –Murmuró volteando a penas a verlo. El avellana traía una taza de café entre las manos y lo miraba confundido recargado del marco de la puerta.

– Ok, le hablaré a James, ya debe de estar en la galería. Le avisaré –musitó dando un sorbo a su café– acuéstate de nuevo si quieres.

Y con una sonrisita salió nuevamente.

¿Tobías?

No, él no era Tobías. Podría no parecerse físicamente a como recordaba. Pero tenía bien en claro quién era.

Era Jonathan Gallart, sí. No trabajaba en una galería, si no, en una empresa.

Él no era ningún “Tob” y mucho menos uno gay.

– Tob, ya hablé con James. No hay problema en que no vallas –Esa vocecita de nuevo lo interrumpía. Volteó a verlo de nuevo, era lo mismo que había visto antes– dice que te recuperes.

– Ah, sí… ajá –Asintió con la boca entre abierta, un gesto bastante estúpido que causó que una pequeña risita previniera de los labios que antes lo habían besado.

¿Quién era aquél que se había atrevido a besarlo siendo ambos hombres? No era homofóbico pero tampoco gay.

¿Dónde estaba su esposa?

¿Dónde estaba él?

Si había alguna Kira en donde quiera que estuviese, la necesitaba.

Desde Cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora