Capítulo IV.

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Luego de la charla con aquellos dos ángeles que, para John la idea de que existieran ángeles y demonios, Dios y Diablo aún no le entraba en la cabeza por completo. Volvió a ese lugar al que debería comenzar a llamar hogar consciente de que estaba lejos de New York, estaba en Summit, New Jersey.

Llegó de vuelta a ese lugar de donde había escapado antes con ciertas dificultades en ello. Toco un par de veces a la puerta y el avellana de antes le abrió la puerta con un gesto de preocupación y algo de confusión.

Y la imagen desapareció de repente.

La imagen de estar caminando por las calles inundó la vista de John, caminaba observando sus zapatos, sentía las manos en los bolsillos pero no podía moverse. Alzaba la cabeza de vez en cuando pero no por obra suya. Daba un par de saludos sin importancia y volvía la cabeza abajo.

Como era de esperarse, chocó con alguien a los pocos minutos de eso.

- Lo siento -dijo, quien aparentemente había sido él sin voltear a enfrente aún- no sabía por dónde venía - y ahí estaban de nuevo, ese par de ojos avellana de antes. Su mirada pasó a examinar a quien pensó, sería Lucca. Tenía el cabello más corto y aparentemente menos tatuajes, tenía un piercing en su labio inferior y una gran sonrisa.

- No hay problema - Escuchó y luego de eso hubo una risa - Soy Lucca, un gusto.

- Tobías.

La imagen se quitó de repente y ahora estaba de nuevo en el apartamento, pero aún no recuperaba la movilidad. Estaba de nuevo con Lucca, uno más actual de cabello largo. Aun que a éste Lucca aparte de faltarle la perforación, también le faltaba la sonrisa. Peleaban, a gritos e incluso un par de empujones y todo terminaba en Lucca encerrándose en su habitación mientras Tobías salía del lugar sin importarle.

- Tob ¿Dónde mierda te has metido todo el día? -Preguntó dejando el paso libre para que el otro entrara a la casa- llevas horas afuera y no llevaste tú teléfono ni nada -Se oía ahora molesto y John cerró la puerta a sus espaldas. Sentía algo como culpa, y no sabía porque.

- Lo lamento, no me fijé -Y en efecto, incluso estaba anocheciendo. Había salido por la mañana lo que significaba que había estado fuera horas, cuando apenas había sentido que era una simple hora en El Limbo. Lo que le dio a entender que no había ni sentimientos y un sentido del tiempo en aquel lugar.

- Ok. ¿Quieres comer algo? De seguro no has comido nada -Preguntó y de hecho, se estaba muriendo de hambre ahora que se tomaba el tiempo de darse cuenta- preparé algo que tal vez te guste.

- Está bien -Contestó con una sonrisa algo forzada, Lucca lo miró algo confundido y luego se fue de ahí.

¿Por qué lo trataba bien sí aparentemente peleaban mucho?, pensó John dejándolo pasar luego sin tomarle importancia.

Lucca ya había puesto un par de platos, vasos y tenedores a la mesa y había servido lo que parecía ser carne con ensalada o algo parecido. Luego de un rugido proveniente de su estomago se sentó a la mesa seguido por Lucca.

Antes de comer observó a todos lados. El departamento era en sí pequeño, pero estaba bien y se veía acogedor. El comedor en el que estaba ahora era solo una simple mesa con dos sillas, casi enfrente de éste había una barra con unas cosas y de ahí se podía ver la cocina. Volteo al otro lado y había un sofá mediano frente a una mesa de centro con otra mesa enfrente en la cual se encontraba un televisor, luego entre la sala y una pared con lienzos, ventanas, un caballete en desuso y varias cosas artísticas había un pasillo con dos puertas de un lado cada una de las cuales supuso eran el baño y la habitación y al fondo del pasillo un cuadro de los tantos que había visto en la casa pero no había tomado atención.

Volvió su atención a la comida y comenzó a saciar su apetito. Al primer bocado supo que Lucca no mentía y que eso realmente le había gustado a pesar de ser tan sencillo. Sonrió un poco y miró al chico enfrente de él que había comenzado ya a comer antes de él.

- No mentías -dijo tomando la atención de Lucca que lo veía sin entender a que se refería- sabe muy rico -Una sonrisa se asomo del rostro del avellana, pero era pequeña en comparación a la de aquél recuerdo un tono rojizo invadió sus mejillas. Sí el cumplido lo había escuchado alguna vez, eso hacia muchísimo.

- Que bueno que te guste.

Ambos siguieron con la cena en completo silencio hasta que terminaron. Lucca se levantó con ambos platos y los llevó hasta la cocina volviendo luego de un par de minutos recargándose luego de la barra.

John se acercó con la intención de abrazarlo o algo para comenzar con esa vida si no se había resignado por completo, se daría la oportunidad de intentarlo. Pero terminó por no hacer nada, antes de siquiera acercarse la imagen de Jane había invadido su cabeza y el resultado había sido que se quedase parado como tonto. Observó el caballete de hacía un rato y supuso que eso sería buena idea para comenzar, aunque claro no tenía ni la más mínima idea de lo que era Ser un artista nunca le había llamado la atención a pintar algo o dibujar si quiera, el trabajo en la oficina era algo serio y eso de pintar era completamente lo contrario. Se acercó a la barra subiéndose a ella sin dificultad alguna jugando con sus pies suspendidos en el aire.

- Quiero pintar... -Dijo de repente y el avellana volteó a verlo- pero no sé qué ¿Alguna idea? -Lucca frunció el entrecejo, se veía confundido.

- Tenía mucho que no me preguntabas algo así -Respondió con confusión en la voz- ¿Seguro que ya te sientes bien?

John entendía al menos un poco de la confusión de Lloyd, sí bien, las últimas semanas o días en lo que Tobías estuvo ocupando su cuerpo, no se había comportado de una manera agradable ante Lucca y por lo que entendía del recuerdo algo hacia que causaba el conflicto entre ambos. Probablemente incluso aunque no estuviesen peleando pudo tratarlo de una mala manera. Pero eran suposiciones solamente.

- Púes se me ocurrió preguntarte -Contestó mirando en frente con una sonrisa casi indetectable- y sí, lo estoy. Pero si no me quieres ayudar no hay problema -Hizo un puchero de un solo segundo y bajó de la barra.

Se acercó al caballete en aparente desuso, miró la mesa a lado de éste con las pinturas y los diferentes pinceles de distintos grosores. Hizo un gesto y tomó el que le pareció mejor, sí nunca había intentado pintar esta sería la mejor oportunidad y única realmente.

Lo único que pensaba en ese mismo momento era en aquel par de seres que le habían ayudado, pensaba solo en Kira y Gabriel tan semejantemente diferentes.

Con el pincel en mano y un poco de tonos de pintura para comenzar, se posó frente al caballete con un lienzo completamente en blanco. Dio un par de pinceladas de color intentando hacer la figura del rostro de Kira, luego de tener la figura que le pareció era la mejor continuó con otros colores. Por horas y horas que pasaron para él como si fuesen minutos.

Luego de percatarse que una hora y media habían pasado, lo que pensó se veía como el ejemplo de Kira, una chica de cabellos negros y largos al igual que sus ojos, sus pequeñas manos bajo la túnica negra y el detalle de las alas a su espalda, le gustaba como se veía y apenas había ocupado la mitad de su lienzo.

- Lucca -Llamó una simple vez, el menor estaba en la sala leyendo algo así que se levantó de su lugar y se dirigió a donde John estaba- ¿Qué te parece?

Los ojos avellana recorrieron la pintura un par de segundos y luego una sonrisa se formó en su rostro. Se giró ver al autor de ésta misma con esa aún no suficientemente igual sonrisa.

- Es hermoso, Tob -Musitó, causando una pequeña sonrisa en John, al menos para eso si servía- ¿Qué planeas poner del otro lado? -Señaló la parte en blanco con el pulgar con cuidado de no tocarla.

- Lo verás cuando termine -Musitó victorioso.

Satisfecho, observó la mitad de lo que sería su primera obra. Pensó, que eso era millones de veces mejor que estar en aquella oficina metido todo el maldito día en ese cubículo.

Desde Cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora