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Podríamos hacerlo simple, Hao, solo salir por la ciudad, así como la primera vez que estuvimos juntos. Tú y yo, solos caminando por las calles de Seúl con las manos entrelazadas y tu rostro sonrojado, pues era tu primer cita. Te llevé caminando por los lugares más bonitos, estábamos completamente solos, al menos así se sentía, en ese momento mi corazón latía con rapidez y no podía despegar mis ojos de la tierna sonrisa que se asomaba detrás de tus oscuros cabellos. Llegamos a un pequeño parque, nos sentamos en un banco observando a la variedad de personas que pasaban la tarde; parejas, familias, amigos, tanta gente completamente diferente que jamás habíamos visto y tal vez no volveríamos a ver.
Podía sentir tu delicada mano temblar, dirigí mi vista a tu cara, tratando de disimular tu estado. Pude notar también el como me mirabas, tus ojos oscuros no se despegaban de mi lo cual me hizo sonrojarme, fue ahí cuando te enteraste de que estábamos tan enamorados que no podíamos siquiera dejar de vernos.
Pasamos un buen rato ahí, el ambiente era de silencio, pero para nada del incómodo, al contrario, me sentía feliz, y sabía que tu también lo estabas. Fue entonces que nuestros pensamientos se conectaron.
Los dos nos volteamos a ver a los ojos, yo ya sentía mi corazón en la boca y el clima pesado alrededor de nosotros, estaba nervioso, muy nervioso. Pero entonces tomaste mis mejillas rojas a más no poder, tus palmas se sentían suaves y tu sonrisa brillaba así como tus ojos, me daba a entender la ilusión que tenías conmigo. Pasé mi mano por tus suaves cabellos hasta llegar a tu cuello, acariciando el poco pelo creciente que tenías en esa zona. Nos acercamos lentamente el uno al otro hasta unir nuestros labios, eran delicados, sentía que si hacía algo brusco los rompería, me encantaba el momento, eramos tú y yo solos otra vez y ahora más conectados que nunca.
Yo tenía suficiente, era feliz y sentía que el que siguieras conmigo después sería un regalo extra, lo único que deseaba era esto, besarte por una eternidad y nunca estar separados, quería protegerte, que supieras que nada te haría daño nunca conmigo, que si en alguna ocasión sentías que ya no podías, supieras que yo estaría ahí contigo, siempre brindándote apoyo y acompañándote en tus momentos más difíciles.
El separarnos me hizo sentir algo parecido a un vacío, pero podía sentir la unión de nuestras respiraciones y tus caricias en mi nuca. Entonces escuche tu risa, esa risa tan dulce que tienes, abrí mis ojos y vi la imagen más pura de este universo; tus mejillas rosas decoraban tus lindos dientes, tus ojos estaban apretados a más no poder haciendo tu frente y nariz fruncirse curiosa pero tiernamente. Entonces te atreviste a mirarme, nuestras miradas juntas era otra conexión que me encantaba, decíamos más que con palabras. Diste un corto beso casto en mis labios y seguidamente apretaste mis hebras cafés undiéndote en mi pecho, más nervioso que antes. Tome tu mano y la volví a entrelazar con la mía, prometí no dejarte ir, y me enorgullece el saber que mi promesa sigue estable y lo seguirá estando.

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valentine ❁ JunHaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora