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Siempre he creído que la playa es uno de los lugares más perfectos para que acontecimientos románticos ocurran. Fue en días de agosto, a esos tiempos a los que se les podría llamar mortales.
Todos nos levantamos dirigiéndonos a la estación de trenes para viajar de Seúl a Busan, no llevábamos prisa, por algo habíamos despertado más temprano.
Tomamos el tren rápidamente, en el camino fuimos sentados juntos, tu mirada estaba fija en la ventana, observando con detenimiento el paisaje, llevabas puestos audífonos y después de poco caiste dormido.
Decidí hacer lo mismo, me acomodé en tu hombro y al instante comencé a dormitar.
Después de dos horas habíamos llegado a nuestro destino. Seungcheol despertó a todos los que habían dormido y bajamos algo apresurados del transporte.
Salimos del edificio y caminamos hasta la playa más cercana, no estaba tan retirado.
Al ver la entrada los demás salieron disparados hacia ella, vi el brillo en tu mirada al ver el paisaje de verano para en seguida tomar tu mano y correr con el resto.
El día que nos toco fue perfecto, el Sol no estaba tan fuerte y el agua se sentía en su punto.
Pero eso si, que complicado que es a veces obligarte a hacer las cosas, Hao. Me recuerdo estirándote de la camisa para que te levantaras del camastro y de una buena vez te metieras, pero no podía yo solo contigo. Lo que hice fue ponerme encima tuyo y robarte el beso más inesperado de tu vida. Me empujaste a la arena completamente sonrojado cubriendo tu cara, aproveché para tomarte y correr contigo hacia el agua. No tuviste más opción que dejarte llevar.
Pasamos bastante rato dentro haciendo tonterías con el grupo hasta que el hambre llegó. Por suerte en esa misma playa se encontraba un pequeño restaurante buffet. Era simple pero se veía bastante convencedor y de alguna manera hasta lujoso.
Comimos bien, tal vez un poco más de lo normal pero no importaba, no todos los días podíamos hacer esto.
Volvimos a la playa, todos juntos sentados bajo la sombra hasta que de pronto comenzó a llegar el atardecer. Hablamos de nuestro tiempo como grupo, extrañaban ponerse sentimentales.
Cuando todos se quedaron callados descansando tomé tu mano para llamar tu atención, me miraste y me levanté de mi asiento incitando que me siguieras. 
Nos fuimos a la orilla del mar, donde el Sol había comenzado a bajar dándole al cielo una tonalidad naranja.
Caminamos sin soltarnos en ningún momento, dejando que el agua salada llegara a nuestros pies empapándonos con cada nueva ola junto a una brisa húmeda acariciando nuestros rostros.
Entonces te detuviste, al principio no sabía por qué, pero te miré y vi tu sonrisa junto con ojos llorosos.
Me coloqué en frente tuyo y te abracé lo más profundo que pude, solo correspondiste entre risas y caricias en mi cabello.
Lo que sentíamos en ese momento no era nada más que extrema felicidad, estábamos tan maravillados el uno del otro que nos daban hasta ganas de llorar.
Siempre hemos disfrutado tanto el estar juntos que no creo que sea posible separarnos nunca más.
Quisiera tenerte en mis brazos por siempre, y quiero ir a la playa nuevamente, ésta vez podríamos ser solo los dos, con una velada romántica y caricias en la arena, cuando llegara la noche veríamos la Luna acostados cerca de la orilla del océano oscuro. Llámame cursi, pero como dicen sobre fijar promesas, quiero ir hasta Busan nuevamente solo para prometer mi amor eterno a tu persona y sellarlo con un beso al ocaso.
¿Qué dices?

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valentine ❁ JunHaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora