Hoy... por fin convencí a Camila de asistir al instituto, podríamos reprobar con toda la semana ausente, y Lauren aún no despertaba. Según el doctor no lo haría hasta conseguir un donante de pulmones. Básicamente, Camila había perdido las esperanzas.
Keana como siempre había seguido con su constante abuso, ahora no solo contra Camila sino que también yo soy su víctima de insultos y agravios. Le comuniqué al director nuestra situación, ¿Qué hizo? Oídos sordos, Keana era su ahijada. ¿Que nos quedaba a Camila y a mí? Sólo aguantar.
Tan sólo un descuido, tan sólo diez minutos, tan sólo una dirección, tan sólo bastó el dejarla sola para que Keana aprovechara, y aún no tenía idea del porqué Camila se dejaba tratar así.
Cuando llegué ya era demasiado tarde...
Una patada en el cráneo con brutabilidad fue suficiente para que Camila dejase de luchar. Tan sólo una inepta que ignoraba todo fue suficiente para acabar con la chica que amaba, protegía y vivía para hacer sonreír a su razón de respirar.
Solté un grito aterrado y corrí a su lado, pero ella ya tenía sus ojos cerrados. Escuché como Keana corría huyendo, cobarde. Tomé su mano y quite los mechones que caían por su rostro, le susurré que porfavor no nos dejase, le pedí que se quedara por Lauren, pero ella no escuchó y no me respondió, ella dejó de respirar.
Todo temblaba para mí en ese momento, incluso supe que mi voz también lo hacía cuando llamé a la ambulancia, sabía que era tarde pero, la esperanza es lo último que muere.
Aunque ella ya había muerto.
Quizás así debía terminar esto...
