Hoy... entrando al salón de arte la vi. Parecía tremendamente preocupada pues, trotaba desesperada.Corrí con el profesor de arte y le expliqué que tenía una llamada que atender en la dirección, me permitió salir y fui tras ella, sin ni siquiera fijarme en las consecuencias. Fingí estar ocupado en el celular cuando ella giró a mi dirección, gracias a Dios siguió su camino sin sospechar de algo.
Cuando la vi ir bastante lejos, seguí su rastro hasta percibir el olor del baño. Ella entró en el de mujeres, lógicamente.
Pegué mi oreja a la puerta y enseguida escuché unos pequeños gimoteos salir de sus labios. Con miedo posé mi mano en la manija pero la quité de inmediato al escuchar sus pies arrastrarse hasta la salida. Me adentro en el sanitario de al lado, el de los hombres.
En un pequeño agujero que tiene la puerta vieja me asomé para poder verificar lo que ya sabía.
La veo apretar su celular con fuerza y sus ojos rojos, llenos de impotencia y dolor. Ha estado llorando, eso es obvio. La escuché sorber su nariz para luego ver cómo se marcha con la cabeza agachada. Demasiado marchita.
Salí del baño y me fui directo a clases.
Pero había una incógnita, ¿Quién o qué la había hecho sentirse tan miserable? Esa mirada llena de desconsuelo no era por nada, al igual que esos gimoteos tan torturados al salir desde el fondo de sus ser.
Quizás me atreva mañana...
