Hoy... me senté a su lado en la hora del almuerzo y, como siempre, estaba pegada al celular. Cuando me vió le sonreí, ella hizo una mueca de pena y volvió su atención al aparato.
Me decidí a hablar primero.
"Te vi" Le dije con una alegría inmensa. No contestó, supe que seguro no era buen momento pero aún a si le pregunté: "¿Cómo se llama? Se ven muy lindas juntas" Cuando ella alzó la vista confusa yo tomé mi bandeja y me fui de ahí. Ya después hablaremos. Sabía que así sería.
A distancia vi el auto de mi padre, iba hacia allá cuando alguien me sujetó del brazo.
"¿Dónde me viste? Debes saber que no puedes decirle a nadie" su voz sonaba desesperada y tensa. Además de demasiado aterrorizada.
Me sorprendí y al mismo tiempo me enfadé. "No debes sentirte así con respecto a alguien que amas. Parece como si te avergonzaras" le dije con decepción, no podía creerlo de ella. No podía menos con lo que presencié ayer.
"Sólo prométeme que no dirás nada a nadie" se le veía asustada. Con tristeza asentí y salí de ahí.
No debía de avergonzarse sobre quién era en realidad. ¿Qué importaba si amaba a una chica? ¿Qué importaba que esa chica estuviera internada? ¿Qué importaba ser homosexual?
Quizás, pronto se de cuenta que no importa la opinión de la gente.