Hoy... es sábado, pensé que no volvería a verla hasta el lunes, pero me equivoqué.
Acompañaba a papá para que se sacase unos estudios, pude distinguir su larga cabellera castaña cayendo por su espalda sobre esa linda blusa sin mangas negra. Le mentí a mi padre que iría al baño. La seguí hasta el área de enfermedades terminales, estaba totalmente desconcertado, no sabía qué hacia ella en esta área.
La vi hablar con una de las enfermeras, y por primera vez, en todos los días que la he espiado ella sonrió y, por inercia, yo también lo hice.
A paso lento pero desesperado la vi irse por un pasillo, la seguí con curiosidad. Tocó en una puerta de plástico color crema, la abrió y por segunda vez en el día la vi sonreír sublime, hechizada por lo que sea que está detrás de esa puerta. Eso me bastó para irme satisfecho a casa.
Quería saber quién la hacía sonreír. Aunque no haya sido yo.
Quizás lo sepa mañana...