Capítulo 3 1/2

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Sus ojos brillaron ante la imagen. Un brillo lleno de furia y muchísima venganza. Movió las manos dentro de la caja y palpó con los dedos el gatillo de un arma. Al cogerla, se quedó observándola por un buen tiempo, mirando a través de ella lo que otros no podían ver. Lo que solo ella conocía: su otra faceta. Su jodido lado oscuro. El silencio se apoderó de la habitación y sus pensamientos gobernaban su mente, dándole ideas, hablándole fuerte, llenándola de valor.

De pronto, el sonido de la puerta de madera resonó entre sus oídos, obligándola a soltar el arma por la sorpresa.

Su pecho empezó a subir y bajar, a medida que su respiración se aceleraba en conjunto con sus latidos. Era siempre la misma rutina cuando escuchaba o veía algo para lo que no estaba preparada. Su estado de paranoia había aumentado desde que sabía lo de Elisabeth, y quién sabe tal vez jamás podría superar el hecho de que una mafia estuvo persiguiéndola en una época de su vida. Y quien sabe, tal vez esto no acabaría nunca.

Volvieron a tocar la puerta. Dos toques suaves y pausados. Megan relajó el cuerpo, sacudiéndose de las tensiones y alucinaciones que ella misma imaginaba en su cabeza. Aunque estaba segura que quien se encontraba tras de esa puerta no era nadie relacionado con Tentation, no abriría sin un arma sobre el hombro. Así que lo hizo, recogió el arma que había caído ante sus pies por la sorpresa y la colocó sobre su hombro. Contó tres en su cabeza con los ojos cerrados y abrió la puerta.

- Dios mío, Emily. - Megan relajó los hombros, soltando aire. El semblante asustado de su mejor amiga le aliviaba de cierta forma. Y la morena abrió los ojos, mirando perpleja a una Megan que sostenía con firmeza una Glock. - me has asustado.

- Tú me has asustado a mí, joder. - sostuvo Emily. Tenía una mochila en la espalda y vestía una polera ancha de color verde que le daba hasta los muslos, junto a unos jeans rasgados en la rodilla. - ¿qué ha pasado aquí? - dijo fijándose en el interior del departamento. Su mandíbula calló al suelo al notar todo los restos de la planificación de Zayn para el robo en el banco de Francia. Y era inteligente. Y había visto esto en muchas películas. Y su intuición nunca fallaba.

Se adentró al departamento, sin dejar de mirar las fotos y planos que adornaban las paredes del departamento. Megan cerró la puerta.

- No tengo tiempo ahora, Emily. - Megan guardó la Glock en la caja donde la había encontrado. - solo he querido que vengas aquí porque estás más segura conmigo que en New York.

Emily frunció el ceño. Sus ojos se centraron en su mejor amiga. Otra mujer. Definitivamente otra mujer. No era la Megan Peterson que conocía y admiraba. Ahora solo veía a una mujer ida y sus ojos solo demostraban un porcentaje de los destruida que estaba internamente.

- ¿Le has dicho a la policía sobre...

- No. - Megan se volteó a mirarle. - te he dicho que yo me encargaré de eso.

- Tú no puedes con todo esto, Megan.

- Por supuesto que puedo.

- ¿Desde cuando manejas armas?

Megan mostró una media sonrisa. Era la primera vez en tantas horas que sonreía un poco.

- Te sorprendería saberlo. - ladeó la cabeza, dirigiéndose a la habitación donde todavía estaban sus cosas. Regresó después de unos minutos con una chaqueta de cuero. La chaqueta de Zayn. Cogió el arma y la guardó hábilmente dentro de sus pantalones.

- ¿A dónde vas? - Emily alzó la voz.

- ¡Mierda! - gritó Megan, totalmente desesperada, perdiendo el equilibrio. - ¡¿Qué no te das cuenta?! ¡Mi hija está secuestrada! ¿Qué mierda piensas que voy a hacer? - alzó los brazos. Su voz se entrecortó en las últimas palabras, dándole indicios de lo que vendría. - ¿A dónde mierda piensas que voy a ir? - abrió los ojos, llenándose de inmundas ganas de llorar que apretaron duro su garganta. Su pecho subía y bajaba, mientras la mirada de Emily también se llenaba de lágrimas. Mientras Emily empezaba a tal vez estar un poco en los zapatos Megan.

Un silencio grande se abrió entre las dos, haciendo que el ambiente se tense un poco más.

Y ninguna de las dos parecía querer hablar... hasta que un sollozo fuerte salió de la garganta de Megan, que pronto pasó a desvanecerse sobre el sofá más grande.

Y lloró. Lloró duro. Sin ninguna maldita restricción Sin prohibirse a ella misma llorar. Sin ser tan dura consigo misma. Simplemente lloró. Lloró como si no hubiera otro día, otras personas, o algo más importante. Lloró porque esa era la única solución de ahogar sus malditos problemas y porque solo así se olvidaría del mundo por unos segundos.

Emily la arropó en sus brazos, sentándose sobre el sofá. No podía evitar llorar ante la imagen. Verla llorar y escucharla al mismo tiempo, dolía muchísimo. Pero una de las dos necesitaba ser fuerte en ese momento. Así que aunque su corazón se lo pidiera y hubiera un gran nudo en su garganta a punto de desvanecerse, no lloraría. Pasó a acariciarle el cabello a Megan, de arriba hacia abajo, sobando su espalda y sus hombros. Y aquello describía muy bien los siguientes minutos, donde solo reinaron los sollozos de Megan. Hasta pasar a calmarse. Hasta pasar a un silencio que duró mucho más.

- Zayn está en la cárcel - susurró Megan, sobándose la nariz. Emily abrió los ojos, demostrando la sorpresa interior que estaba experimentando. Pero no quiso comentar al respecto. Sabía que Megan pasaría a contarle todo por ella misma. - y todo por mi maldita culpa. - su mandíbula tembló al recordarlo. Al recordar su jodida sonrisa. Su voz. Su mirada. Todo se volvió uno solo, ayudándola a llorar de nuevo. - Y todo ha sucedido por mi maldita culpa... joder... - se sobó la nariz de nuevo, tapándose el rostro. - Elisabeth, Zayn, Travis... - su voz empezó a quebrarse. - esto no tenía que pasar.

- Hey, nena. Ya está ¿sí? No vas a seguir echándote la culpa por todo esto, cariño.

- No entiendes nada... - Megan negó con la cabeza. - soy la única que puede hacer algo por todo esto... pero... - volvió a detenerse al notar que su voz había perdido fuerza. Al igual que ella. Entonces solo se preguntaba: ¿Hasta cuando tendría que seguir luchando? - siento que ya no puedo más. - admitió por fin, sabiendo que esa era justamente la explicación de todo lo que pasaba. Sin Zayn y sin Elisabeth, sentía que ya nada valía la pena. Que todo había perdido el color, el sentido y el buen camino de las cosas.

- Por Dios Megan... - Emily la miró directamente a los ojos. Su actitud cambiaba por completo cuando de reprender a alguien se trataba. Por algo era Emily Prescot. - Tú no eres así ¿vale? Te he visto pasar por tantas cosas y esto no va a destruirte. Esto no va a hacer que seas diferentes ¿lo entiendes? Si dices ser la única que puede arreglar todo esto, ve y patéales el maldito trasero a todos esos gilipollas. Que sepan quién eres tú y por qué estás aquí. Que sepan que se han metido con la hija de puta equivocada.

La última frase hizo que Megan soltara una risita, todavía con lágrimas en los ojos.

- Yo confío en ti. Por algo he tomado un jodido vuelo a Paris sin que tú me hayas dicho el por qué.

Megan asintió, limpiándose la nariz.

- Te odio por tener razón siempre. - Megan alzó los hombros, sonriendo ante su mejor amiga. Una sonrisa pequeña, pero de las largas. Se acercó y abrazó a Emily por los hombros, susurrando en su oído cuanto la quería. Al separarse, se puso de pie, limpiando las últimas lágrimas que había derramado y recogiendo del suelo el arma que se había escapado de sus pantalones. - no me esperes. Llegaré tarde.

- Me debes muchas explicaciones ¿lo sabes?

- Sí... - Megan soltó aire. - prometo contarte todo alguna vez. Es una larga historia.

Emily sonrió, divisando a Megan abrir la puerta del departamento, con una pinta de chica mala. Como nunca antes la había visto jamás.

- Pareces una jodida mafiosa. - se burló.

Y eso, solo hizo que Megan sonriera un poco más.

Mafia Tentation 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora