Se hechó rubor en las mejillas y cuando se examinó en el espejo, cayó en la cuenta de que se había puesto mucho más de lo que quería. Tenía todo el rostro cubierto.
- Mierda. - se quejó bajito y pasó a limpiarse el rostro con unas toallas húmedas que siempre traía en el bolso.
No tenía mucho tiempo, pero necesitaba permanecer arreglada para la reunión que tendría en unos minutos con uno de los jefes del banco. La gente rumoreaba que tal vez la ascenderían de puesto y que su paga se triplicaría. Y eso no sonaba nada mal. Aquello le vendría bien y mucho más ahora, que las vacaciones de mayo empezaban.
Se dio una mirada en el espejo.
- Por Dios, eres un desastre Peterson. - se dijo a sí misma. Dándose por vencida, cerró el bolso y lo puso sobre su hombro izquierdo.
Salió del baño, caminando en dirección a su oficina. Moviendo las caderas de un lado para otro. Ella ni siquiera lo notaba, pero era jodidamente guapa. A diferencia de hace cuatro años, ahora había adquirido seguridad en cada paso que daba. Seguramente eso se lo debía a las cosas por las que había tenido que pasar. Al menos algo bueno había resultado de tantos problemas. Ahora era una mujer irresistible y totalmente persistente, por algo había adquirido aquel puesto en uno de los bancos más importantes de New York. Era preciosa y... eso lo sabían muy bien todos los hombres que ahí trabajan. Para mala suerte de Zayn, predominaba la testosterona en cada pasillo de aquel banco.
Megan llegó a la última puerta del pasillo, su oficina. Abrió el bolso, sacando las llaves y antes de poder colocarlas en la cerradura, su móvil empezó a sonar. Lo buscó, encontrándolo rápidamente, y contestó al leer en la pantalla que se trataba de Zayn.
- Hola. - saludó ella, alargando la palabra. Una sonrisa se instaló en sus labios. Una sonrisa tonta y tierna.
- Hola preciosa.
Ella volvió a sonreír, esta vez mordiéndose el labio y luchando a la vez para abrir la puerta de su oficina.
- ¿Cómo va todo? ¿Chaz está contigo?
- Ese hijo de puta todavía no aparece - renegó Zayn.
En otra parte de la ciudad, Zayn esperaba pasientemente sentado en su adorado Mustang, a que el vuelo de las diez de la mañana aterrizara.
- Ten... pasiencia... - le dijo ella, concentrada en poder abrir la cerradura.
- ¿Qué haces?
- Intento abrir mi oficina.
- ¿Te ayudo?
Megan sonrió. Esta vez un recuerdo adornaba su memoria. Un recuerdo que hizo que su piel se erizara. Algo que había sucedido entre los dos hace no más de dos semanas. Zayn ahí. En su oficina.
- ¿Y terminar como la última vez que viniste aquí? No, gracias... tengo trabajo.
- Uhm... nena, ¿todavía lo recuerdas?
- ¿Tú lo habías olvidado?
- Por supuesto que no, fue divertido ver lo nerviosa que estabas. - Zayn sonrió en la otra línea. - cuidado Zayn, mi jefe va a venir... - canturreó él, imitando la voz de Megan, pero haciéndola más chillona. Ella no pudo evitar soltar una carcajada. Y él sonrió al escucharla.
Por fin, ella pudo abrir su oficina.
- Te llamo después ¿vale? Tengo la reunión, ya sabes...
- ¿Estás nerviosa? - Zayn enarcó una ceja. Su intuición no fallaba cuando se trataba de ella.
- Un poco, supongo... pero es normal.
- Te ascenderán Eres sexy, inteligente, convincente y preciosa. - él levantó los hombros, recitando esa lista de cosas que definitivamente tenía siempre presente. Para él era tan obvio decirlas. Más incluso que para Megan.