Miraba a las estrellas y hablaba con ellas, si eran tiempos diferentes la verdad, a veces me contestaban lo que quería escuchar, otras veces no me contestaban, otras me decían cosas que odiaba escuchar y... otras se apagaban... tal vez no quisieran escuchar ese día, o tal vez ni si quiera yo quisiera escuchar la respuesta que sabía que iba a tener a la pregunta que me había estado rondando la cabeza y que, como si de un oráculo se tratase, tenía pensado plantear a las infinitas brillantes con tal de poder sacarme de mi alma esa cuestión.
Siempre fue ella el astro brillante sobre el que giraban mis preguntas... y lo peor es que casi todas las cuestiones eran la misma, siendo la respuesta diferente cada vez que preguntaba, pero sabiendo yo en el fondo la verdad que no quería ver, la pregunta que siempre respondían sin importar si estaban apagadas o encendidas "¿Es ella?" Siempre se respondía con un "Si"
Mis pensamientos no eran otros que ella, pensar en su rostro mientras el alma con quien soñaba pensaba en otras personas, aspiraba a otras personas, y lo peor es que la maldita confianza provocaba que no existieran obstáculos en que me lo comunicara, y yo sonreía y yo ignoraba, e intentaba que las lágrimas no cayeran por mis mejillas mientras esperaba que su opinión cambiara... y cambiaba... pero hacia otros, siempre hacia otros...
Miraba sus fotos sin despegar la vista de sus ojos, acariciaba su cara como si fuera la de verdad, soñaba con ella, pero nada de eso servía, si cada vez que la veía mi cuerpo me decía una cosa, mi alma otra y mi cabeza otra... los tres caballos con diferentes destinos tirando de un mismo carro provocaban que quien lleva el carro no sepa que hacer... y no sabía que hacer.
Poco a poco, las noches hablando con ella, con las estrellas, con él mismo, se fueron transformando en noches donde solo hablaban los auriculares, donde las lágrimas eran los violines, su garganta los bajos, su alma los violines, agarrado a su móvil... sin soltarlo esperando el más mínimo ápice de vibración que trajera la esperanza de nuevo a su cuerpo... y cada segundo que pasaba no era mas que un alfiler más que se clavaba a su corazón, que provocaba que se desangrara, mientras trataba de tapar los agujeros que poco a poco lo mataban.... otros aparecían...
Llegué a creer que... si aquella persona que yo tanto amaba sin razón aparente no se quería nada, y se consideraba a sí misma una mierda ¿entonces yo que era? ¿Qué había más abajo? Nadie sabe ni quiere llegar a saber donde está el fondo del pozo, pero yo quería averiguarlo, quería adivinar el lugar que me correspondía por derecho, el derecho de un hombre roto, que veía como el destino se le escapaba entre las manos...
Quien si no yo mismo podría haber sido el causante de todo esto... había llegado al momento de mi vida en que conocería a aquella persona que sería quien me acompañaría para siempre, pero no era lo suficientemente bueno para ella, y no solo eso sino que esa persona creía ser un trozo de mierda... y yo no podía hacer nada para cambiarlo, nada...
A veces, la búsqueda por la tranquilidad es uno de los viajes más peligrosos que puede hacer una persona... pues cree que solo encontrará el silencio, a sí mismo, pero solo encuentra opciones, a cada cual más irracional, hasta que llegas a la última opción... la opción impensable, cuando crees que nada importa, cuando crees que no hay vuelta atrás, cuando crees que el camino debe acabarse... como causa de tus errores.
Aquellos pensamientos, aquellas ideas... son causantes de errores mayores aún a día de hoy, errores que poco tienen que ver con caídas, sino con pérdida, pérdida de uno mismo... de alma.