17

1.9K 105 14
                                        

—Menos mal que no llegué tan tarde—comentó y me dio una sonrisa de lado.

Llevaba puestos unos lentes negros y una remera blanca, no pude ver lo que llevaba abajo pero supongo que algún pantalón negro.

Pensé que las cosas iban a estar bastante incómodas después de eso, pero parece que a Paulo ya no le importaba y supongo que es mucho mejor.

—¿No me vas a saludar?—habló de nuevo, sin borrar la sonrisa.

—Hola—le digo, acercándome para darle un beso en el cachete.

Después de eso, me dijo que me suba y me apresuré para hacerlo. Lo miré de reojo, ¿puede una persona ser tan linda como él? Creo que la respuesta es no. Los lentes le quedaban demasiado bien, al igual que esa remera. Observé con atención el tatuaje de su brazo izquierdo, que son como unos brazaletes. Me encanta como le queda.

—¿Y como estás?—pregunta y yo pongo mi mirada en la calle.

—Bien, más que nada muy feliz por el desfile—le cuento con una sonrisa—. ¿Y vos?

—Que lindo, y ya falta menos para eso—me sonríe y me mira por unos segundos—. Yo estoy bien, por suerte.

Estuvimos hablando durante varias cosas hasta que llegamos a un McDonald's y acercó el auto a una pequeña ventana donde podíamos hacer los pedidos y directamente te entregaban la comida por ahí. Yo decidí pedir un doble cuarto de libra con queso y una gaseosa, él pidió una hamburguesa más grande, cosa que me hizo reír. 

Cuando nos dieron las cosas, pagamos (si, esta vez lo obligué a que me dejara ayudar) y Paulo dejó el auto apagado durante unos minutos.

—¿Querés que pasemos el día juntos?—me pregunta, después de unos cuantos segundos. 

¿En serio lo pregunta? De todas formas, me pareció algo muy lindo.

—Si, obvio—respondí y los dos sonreímos.

Yo no tenía ni idea de lo que íbamos a hacer, por lo tanto le pregunté pero no me quiso decir nada. 

Algo de lo que si estaba segura, era que iba a ser un buen día con Paulo.

(...)

Después de que él haya manejado durante un largo tiempo, finalmente llegamos a nuestro destino: la playa. Y me parecía un plan perfecto para pasar el día juntos. 

—Hay un problema—comenté y me giré para mirarlo, antes de bajar del auto.

—¿Qué problema?—dice con el ceño fruncido, y traté de resistirme a darle un beso al verlo con esa cara.

—No traje nada para meterme ahí—señalé el mar. 

—Ah, eso. No pasa nada, compramos algo por ahí, yo tampoco traje—se encoge de hombros—. Debe haber alguna tienda o algo, ¿no?

Yo asentí. 

Antes de hacer eso, caminamos hasta que encontramos un lugar con sombra, donde nos sentamos para almorzar. De verdad estaba empezando a hacer mucho calor, por lo que comimos algo rápido nuestras hamburguesas. 

Mientras tanto, me dediqué a verlo, como hacía siempre. Sus ojos verdes se veían hermosos por toda la luz que había y me fue difícil ocultar una sonrisa. Mi mirada bajó a sus labios y sentí mis cachetes calientes cuando recordé la cantidad de veces que nos habíamos besado anoche. 

—¿Por qué te pusiste roja?—su voz me sacó de mis pensamientos, provocando que enrojeciera más al saber que se dio cuenta de lo que pensaba.

—Por nada.

—¿Segura?—pregunta a punto de reír—. O quizás te estás acordando de algo, quien sabe.

Y eso fue suficiente para que se largue a reír a carcajadas. Le pegué despacio en el hombro y me mordí los labios, avergonzada. 

—Ya te dije que no fue por nada—le insistí, tratando de no reírme yo también—. Aparte, ¿de qué me voy a estar acordando?

—Ah, ¿no te acordás entonces?—su risa desapareció y ahora en su cara había una expresión burlona. 

Yo negué y volvió a hablar.

—Bueno, en un rato yo te refresco la memoria si querés.

No hice más que reír ante ese comentario mientras volvía a negar con la cabeza. Pero igual si quería.

Me agradaba mucho que él sea así, que haga que me olvide del maldito contrato y todo lo relacionado con el trabajo. Que haga que me guste pasar tiempo con él, que me guste su presencia. 

Suspiré. No me quería enganchar ni tampoco sentir algo, pero sentía que eso era justamente lo que estaba comenzando a pasarme.


contract. {paulo dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora