Eran las ocho de la mañana y yo estaba terminando de hacer una sesión de fotos para una revista de Los Ángeles.
Justo cuando me terminaba de cambiar para ir a la oficina de Ema, pude escuchar que mi teléfono sonaba y era él quien me estaba llamando.
—¿Te falta mucho?
—No, estoy por ir.
—Ok, Paulo y Franco ya están acá. Tratá de no demorarte mucho más, por favor.
Y después de eso, finalizó la llamada.
Suspiré e intenté apresurarme un poco. Saludé a todos y finalmente salí para esperar a algún taxi. Después de esperar unos cinco minutos, uno llegó y le indiqué la dirección.
Observé las calles de la ciudad y no pude evitar ponerme a pensar en Argentina, extrañaba muchisimo. Me iría a vivir para allá, pero lamentablemente no podía por todos estos asuntos del trabajo. A veces ni siquiera podía ir de vacaciones porque casi siempre tenía algo que hacer. Mi familia tampoco podía venir para acá, iba a ser un viaje muy largo y eran bastantes.
Apenas llegamos, le pagué al chofer y me bajé. Caminé hasta la entrada y una simpática mujer me recibió.
—Usted es la señorita Fiamma, ¿no?—me pregunta, caminando a mi lado.
—Sí, sí.
—Un gusto, el señor Emanuel la está esperando en su oficina.
—Muchas gracias—le agradezco y me dirijo hasta el ascensor para marcar el cuarto piso.
Seguía pensando en todo el tema del contrato. No era algo que podía decidir fácilmente, ¿tener una falsa relación por más reconocimiento para ambos? No me parecía.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, yo empecé a caminar hasta la oficina de mi mánager y toqué la puerta.
—Pasá—escuché su voz y eso hice.
Al entrar, habían dos hombres sentados frente a Emanuel. Pude reconocer a Paulo, quien vestía un pantalón negro junto con una camisa blanca algo desordenada y unos zapatos. A su lado, un hombre morocho con una leve barba, le calculé unos 35 años, tal vez.
Ambos se levantaron y me saludaron educadamente. Al ver de cerca al jugador, me sorprendí. En una fiesta lo había visto pero de lejos, ahora que lo puedo ver mejor es mucho más lindo de lo que pensaba, tenía unos ojos verdes hermosos y una sonrisa divina.
Emanuel aclaró su garganta y Paulo y su representante se sentaron donde estaban, mientras que yo decidí sentarme al lado del mío, obvio.
—Bueno, chicos—comenzó a hablar Ema y nos miró por unos segundos, al parecer no encontraba las palabras adecuadas—. Antes que nada, quiero decirles que esto va a ser muy bueno para los dos.
—Yo te dije que no estoy de acuerdo con esto, Emanuel—hablé y sentí la mirada de Paulo sobre mí—. No sé, no me parece. No me gustaría mentirles a miles de personas con algo así. Y no lo conozco tampoco.
—Yo pienso lo mismo—opinó Paulo y le sonreí.
—Escuchen, no los estamos presionando para que firmen ahora, pero les tenemos una propuesta—esta vez quien habló fue el representante de Paulo—. Salgan juntos. A tomar algo, a almorzar, lo que sea.
—Ahí van a poder ver el impacto que tienen sobre la gente, y con solo una salida—continuó Emanuel.
Suspiré y bajé la mirada. Decían que no nos presionaban, pero no sentía otra cosa que eso.
—Esa idea me gusta—dice Paulo y lo observé. Me miró y me dio una sonrisa torcida—. Después de todo, no creo que sea algo tan malo, ¿no?
—Está bien. Pero solo una salida, para probar.
Terminé convencida, aunque no sabía si hacía lo correcto.

ESTÁS LEYENDO
contract. {paulo dybala}
Fiksi Penggemarun jugador de fútbol, una modelo, y un contrato.