Paulo Dybala
Me aseguré de que todo lo que iba a llevar en el viaje estuviera listo y finalmente salí de mi casa para buscar un taxi y después dirigirme hasta el aeropuerto.
Ayer Emanuel me había escrito y me dijo que Fiamma tenía un desfile importante en estos días, por lo tanto iba a ir a verla.
En estos últimos días ya no me mandaba tantos mensajes, no hablábamos mucho y creo que ya la estaba extrañando. Y ya le he dicho que me gusta estar junto a ella y eso, aunque quizás no le importe porque ni una llamada recibí de su parte. Pero ¿por qué tendría que hacerlo? Se supone que todo esto es por trabajo, por ese contrato que por lo que me dijo Franco, ella también había firmado. No tenía que esperar algo más.
En fin, una vez que llegué al aeropuerto le pagué al hombre y le dije que se dejara todo el cambio. Ya tenía ganas de tomarme el avión y llegar a Los Ángeles.
Apenas entré, pude ver que unos cuantos periodistas se acercaron y empezaron a sacarme fotos y a grabar. También me preguntaban un par de cosas, pero opté por no decir nada y me alejé de todos ellos. A veces aquello me molestaba bastante.
Me daban ganas de volver a esos tiempos donde vivía en Córdoba y jugaba en Instituto, donde todo era más tranquilo, donde podía estar con toda mi familia sin ningún problema. Pero ahora las cosas eran así y yo cumplía mis sueños acá, no iba a abandonar esto que tan bien me hace.
(...)
Después de tantas horas viajando, al fin habíamos llegado a la ciudad de Los Ángeles.
En estos momentos, estaba dándome una ducha porque se me había ocurrido llevar a Fiamma a cenar.
Y si, a pesar de que nos habíamos visto hace unas dos semanas, tenía ganas de verla.
Como sea, terminé de bañarme y fui a buscar algo de ropa. Decidí ponerme una camisa negra y un jean del mismo color. Busqué algún reloj para ponerme, me arreglé un poco el pelo y finalmente me puse perfume.
Le había pedido a Franco que se encargue sobre el auto que tenía unos días atrás acá y por suerte estaba ahí afuera.
Cuando ya estuve listo, bajé hasta recepción y un chico me llamó.
—¿Señor Dybala?
Me di la vuelta y lo saludé. Él me tendió las llaves de las que supuse que eran del auto y le agradecí.
Después de eso, salí del hotel y entré en el auto, tenía que llamar a Fiamma. Sonaron tres pitidos, hasta que atendió.
—Hola, ¿estás lista?—le pregunté.
—Si, ya estoy—hice una mueca por esa simple respuesta.
—Bueno, estoy saliendo para allá—le dije.
Ya tengo ganas de verte.
—Está bien, te espero.
Y la llamada finalizó.
Suspiré, esperaba que sea una buena noche y también quería explicarle por qué había firmado el contrato.
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espero que les guuuuste💝
muchísimas gracias por el apoyo que le están dando a la novela❤