Fiamma Páez
Cuando Paulo me dijo que me iba a llevar a cenar, no me imaginé que iba a ser un lugar tan tranquilo. Pensé que iríamos a algún restaurante de los que están llenos de gente y en medio de la ciudad de Los Ángeles, pero tengo que decir que me sorprendió.
En fin, una vez que los dos terminamos de comer todo, no me dejó pagar porque claro, según él eso no era nada. Salimos del bonito restaurante y me tomó de la mano para empezar a caminar, pude ver que me guiaba hasta el puente, que estaba un poco lejos y escondí una pequeña sonrisa. Desde que llegamos ese lugar me quedó gustando.
Nos paramos en medio y yo observé cada parte de esa hermosa vista. La luna iluminaba prácticamente todo, igual que a la laguna. Miré de reojo a Paulo y lo vi entusiasmado con eso, sonreí.
Pasaron unos cuantos minutos y siento que él se gira, así que hago lo mismo. Miré sus ojos verdes que en estos momentos estaban un poco más lindos que de costumbre y sentí como su mano derecha se posaba en mi cintura. La otra se dirigió al lado izquierdo de mi cara y finalmente me besó. Yo no hice nada para impedirlo, también tenía muchas ganas de hacerlo.
Y en ese momento, cuando sus labios se movían al compás de los míos, para mí desapareció todo y solamente éramos nosotros dos. Era una sensación demasiado buena.
Sacó la mano de mi cara y la puso donde estaba la otra, mientras que yo enredaba mis brazos en su cuello, pegándolo a mí.
De un momento a otro, unas preguntas invadieron mi cabeza. ¿Por qué hacíamos esto? ¿Por qué estábamos empezando a mezclar las cosas? Se suponía que solo era un contrato, algo por trabajo.
Haciéndole caso omiso a esos pensamientos, seguí concentrada en aquel beso que a cada segundo disfrutaba un poco más. Nos separamos un poco y juntamos las frentes. Abrió los ojos y la intensidad en ellos me descolocó. Creo que lo único que deseaba ahora era que esto no terminara más.
Junté nuestras bocas de nuevo, poniendo mis manos a cada lado de su cara e intentando profundizar el beso.
—¿Sabías que sos muy linda?—me preguntó, separándose un poco.
Yo no hice nada más que sonreír y seguí besándolo, no me interesaba mucho hablar.
(...)
—¿Querés pasar?—se me ocurrió preguntarle a Paulo cuando llegamos al edificio donde yo vivía.
—Un ratito, porque te juro que estoy muerto—contestó y yo asentí.
Abrí la puerta con la llave que tenía y la cerré. Ambos entramos y caminamos hasta el ascensor, donde marqué mi piso, el número cuatro. En mi mente no dejaba de repetirse lo que pasó hace un rato antes y traté de disimular la sonrisa que quería aparecer en mis labios.
Las puertas finalmente se abrieron y le indiqué a Paulo que me siguiera, hasta que llegamos a mi departamento.
Apenas entramos, cerré la puerta y él se acercó despacio a mí. Y otra vez, pude sentir su boca sobre la mía. Pero esta vez ya no era un beso tierno, era más fuerte y con mucha más intensidad.
🌙🌙🌙
si veo más comentarios puede que suba el otro enseguida😏❤
espero y les guste bebetas❣
