Propuesta
Tras años de preparase, por fin llegaba el momento. Bajó de su montura y caminó por el sendero de grava que llevaba a cinco fuentes, cada una de un estilo distinto en su decorado y forma. A sus espaldas, la montura se removió nerviosa, como si estuviese al tanto de algo que pasaría en el tiempo que estuviesen fuera de sus tierras. La persona no le prestó atención, continuaba avanzando por el sendero. Los árboles a los costados del claro se veían inclinados hacia las esculturas que se encontraban en el centro, como si quisiesen acercarse lo más posible.
Sus ojos se fijaron en el sol, estaba casi rozando con su brillante cuerpo el bosque que se alzaba hacia él. Quedaba un poco de tiempo, dio unas zancadas hacia el centro del círculo a unos cuantos a metros de su inquieta montura.
Cuando llegó, el sol alcanzó el punto justo, donde los rayos estaban en la punta de las sombras de las altas plantas y alumbraban la punta de sus pies. Su corazón parecía querer salir por su garganta y un nudo helado le retorcía el estómago. Ese último rayo de sol se fragmentó en siete colores. Sin importarle las leyes de la lógica, los colores se separaron y fueron a las fuentes que se encontraban allí, todas vacías hasta que la colorida luz se perdía en su interior y daba paso a sustancias del color que correspondiese.
Se sentía de nuevo en su infancia, donde esas cosas eran tan magníficas que sólo podía extasiarse al verlas desde una televisión u oírlas durante las fogatas con los ancianos de su gente e imaginarlas.
De las fuentes fueron surgiendo figuras diversas, pero todas con las ideas que asociaba con la palabra dragón. Las siluetas iban desde el dragón europeo hasta dragón chino.
—Vaya, vaya, pero si aquí hay una candidata interesante —dijo uno que parecía un pez con cuernos.
—¡Alto ahí, Bacalao! ¿Qué te asegura que es una chica? No sería la primera vez que se presenta un cambiado ante nosotros —le dijo otro dragón. Una gota de sudor le bajó por la sien y se apartó un mechón de cabello negro de la cara sonrojada.
—Ignora a los dos infantiles de por ahí, no van a parar en toda la reunión —aconsejó con voz cansada el que salía entre llamas—. ¿Cómo te llamas? Mi nombre es Aidan, un placer.
—Maylin Húlú —contestó algo tensa. Aidan pareció dedicarle un gesto que se asemejaba a una sonrisa reconfortante, pero la morena no podía asegurarlo. De fondo se oía cómo el pez intentaba convencer al otro de que era una carpa y no un bacalao.
—Interesante nombre... —murmuró uno que parecía un árbol.
—Sí, sí, lo que diga, ahora ¿qué debo hacer para convertirme en magnolia? —preguntó impaciente.
Los dragones se miraron entre ellos, como lo hacían sus superiores cuando tocaba un tema peligroso o delicado. Inconscientemente, había cruzado los dedos de las manos y, de haberse encontrado descalza, los de sus pies.
—Mira, no es que seas mala... —empezó uno cuya cabeza estaba decorada por múltiples plumas.
—Pero hay otra candidata... Y, bueno... —continuó otro de aspecto similar a una lagartija amarilla.
—No podemos decidirnos —terminó Aidan con un suspiro—. Ser parte del Ejército Magnolia no es simple. Debes ser prudente, justa, templada y segura de que lo que haces es para el bien de los demás, no el propio. Y, para tu mala fortuna, aún no tienes ninguno de los requisitos.
—¡¿Cómo?!
—Lo que oíste, niña —dijo una voz detrás de Aidan.
—Escucha, no queda tiempo para explicarte todas las reglas, por lo que debes ser paciente.
—¡No! ¡Soy la hija y heredera del Clan Húlújīng! ¡Yo...! —interrumpió Maylin.
—¡SILENCIO! —exclamó el dragón de fuego—. Aquí eres igual al resto, hasta que no lo comprendas seguirás en período de prueba.
—¿Por cuánto tiempo? —preguntó después de un momento. Tenía los puños cerrados y la respiración superficial.
—Eso lo decidiremos nosotros —dijeron las cinco voces y, acto seguido, se deshicieron con un ¡PUF! en las fuentes.
Maylin, lanzando humo por las orejas, dio un pisotón al suelo y refunfuñó todo el camino hacia su montura.
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Magnolia
FantasyMaylin desea escapar de su destino: convertirse en la líder del Clan Húlújīng. Alentada por su prometido, Shen, busca una vía de escape con los Magnolia. Pero el destino no parece aceptar de buena gana su decisión.