¿Realidad o fantasía?
Lo cierto es que Maylin jamás se había tomado con seriedad el tema de ser Magnolia. Ella simplemente quería evitar ser la líder del Clan. Al menos lo planeaba evitar hasta sus cuarenta años. En ese momento, casi que se arrepentía de su plan. Casi.
Miraba fijamente los dientes de Catania que aparecían y desaparecían detrás de los labios mientras hablaba. ¿Tan confiada estaba la Aria sobre su triunfo? ¿Así de débil era ella? Una lágrima pugnó por salir de su párpado.
—Sal de encima —susurró.
—¿Cómo? —sonrió Catania acercando su boca con mal aliento. Eso causó que el instinto superviviente de Maylin se terminase de activar. Sin comprender cómo, se escapó por debajo de la Aria. Levantándose con el pelo en la boca, se dispuso a poner la mayor distancia entre ellas.
—Dije que te salieras de encima —contestó. La atacante se puso en cuatro patas y estiró las alas. Maylin observó que de los hombros de Catania salía sangre. Supuso que allí habían dado las hojas afiladas de las dagas. Otra vez, lamentaba el no haber llevado su Símbolo.
Como una gata cazando, Catania comenzó a caminar en semicírculos. Maylin notó que los brazos de su oponente se volvían un poco más largos. Siguiéndola con la vista, se quedó quieta en su lugar. ¿Cuántas veces había visto, en películas, ese truco de dar vueltas alrededor del otro? En ese momento entendía la razón. Con cada paso de Catania, su ansiedad crecía.
Otra vez, en un parpadeo, Catania saltó hacia ella con una mano afilada extendida. Al volver en sí, sintió que le dolía el costado y cayó de rodillas sujetándose la herida, sintiendo cómo un líquido caliente comenzaba a brotar del corte. En ese momento se percató de su hombro, donde estaba la marca del Clan. Esta había comenzado a brillar y a emitir calor.
Sin saber cómo, logró ponerse de pie y tomó la daga que yacía frente a ella. Al abrir sus ojos y mirar sobre su hombro, todo a su alrededor había desaparecido excepto Catania y su sonrisa de autosuficiencia.
Con un rápido movimiento de muñeca, lanzó el proyectil sin terminar de incorporarse. Los ojos de Catania se abrieron de par en par cuando la hoja se hundió hasta la empuñadura. Sin dudarlo, Maylin echó a correr hacia el Bosque de los Herederos. No lanzó ni una mirada hacia el cuerpo inerte de Leónidas.
* * * *
Debió caminar por unos cuantos días. Se sentía como una cobarde. Varias veces creyó desfallecer. Otras quiso rendirse, pero si algo la lograba mantener viva y en pie, era la marca en su hombro. Ésta le dio suficiente energía para avanzar sin descanso. Se encontraba famélica y con sed, pues apenas había logrado detenerse.
En el último día, cuando ya estaba a metros de entrar al Bosque, notó que había algo en el camino. Al frente de ella, había un tigre negro con cabeza humana. Frenó en seco al verlo.
«Genial, paso de escapar de una asesina come hombres para encontrarme con esto», pensó. En ese momento, no sólo lamentaba no tener su Símbolo, sino también deseó tener alguna de sus dagas. Se recostó detrás de un tronco. No era tan orgullosa como para engañarse acerca de su estado físico y de salud. ¿A quién iba a mentir? De suerte había encontrado agua y alguna que otra fruta que sólo le dio más hambre. Tampoco tenía fuerzas para buscar otro camino.
Asomó un poco la cabeza y observó a la bestia híbrida. Le pareció que estaba en un sueño profundo. Rezando a cualquier dios que existiese, se puso de pie dispuesta a rodearlo. Mirando donde pisaba y al obstáculo, avanzó casi de puntillas.
Cuando una ramita se quebró ruidosamente debajo de su pie, supo que no iba a tener suerte. El monstruo abrió sus ojos, mostrando un ojo carmesí con una pupila negra. Maylin se quedó de piedra. La bestia pareció formar una sonrisa en su rostro humano. Poniéndose lentamente de pie, Maylin vio una segunda boca tan grande que bien podría meterse ovillada allí.
Repentinamente una sensación, similar a cuando soñaba, le invadió. A pesar de que hizo lo imposible para no dejarse vencer por el sopor, no lo logró. Todo era como si ocurriera en una nube. No era consciente de que se iba acercando a la bestia paso a paso.
—¡Tao Wu! —gritó una voz. Maylin creyó haberla imaginado y siguió avanzando—. ¡TAO WU!
Con el segundo grito, la joven fue percibiendo con mayor claridad donde estaba. Parpadeando, descubrió que estaba a unos pasos de su final. Aterrada, retrocedió cuanto pudo. Tardó un poco más en percatarse de que la atención de su obstáculo estaba en otro lado. Siguiendo con la vista, se encontró con un hombre alto y pelo negro. Jamás lo había visto, pero le parecía familiar.
—Magnolia de agua —gruñó Tao Wu. Lo que ocurrió luego de aquello, era digno de un cuento. El que había gritado desapareció cuando el tigre con cabeza de hombre saltó, para luego aparecer frente a ella. Maylin pudo apreciar la ancha espalda cubierta por telas y una lanza de doble filo. El hombre le lanzó una rápida mirada y realizó un giro con la lanza perpendicular a su cuerpo.
De allí en adelante, Maylin volvió a entrar en un sopor. Pero no era el mismo de antes, que se sentía raro y antinatural. Todo el cuerpo le dolía y notó la falta de sangre en ella. Se le había abierto la herida del costado y el estómago se le retorcía. Cerró los ojos y flotó.
Cuando abrió los ojos, se encontró con la cara del hombre, que la miraba atentamente. Su rostro estaba lleno de manchas rojas y finas líneas plateadas que le recordaban a escamas.
—Tardaste mucho, héroe —murmuró ella antes de quedar completamente inconsciente.
Sus sueños eran extraños, pues en estos aparecía su principal pretendiente enojado, El Extranjero y sus amistades. También soñó con que su pretendiente decía algo y luego la dejaban en una superficie cómoda. Todo lo que pensó fue un "al fin" y dejó de soñar.
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Magnolia
FantasyMaylin desea escapar de su destino: convertirse en la líder del Clan Húlújīng. Alentada por su prometido, Shen, busca una vía de escape con los Magnolia. Pero el destino no parece aceptar de buena gana su decisión.