Mensaje
Un mes desde el regreso de Maylin a entrenar el uso del Símbolo. Un mes desde que había visto a Shen con Lian. Él seguía preguntando si se iban a casar y ella cada vez se negaba más y más.
Relajó los puños. Se había alejado un poco del Clan en busca de paz. Maylin se agarró el cabello y se trenzó rápidamente cuando comenzó a soplar el viento. Frente a ella pasaba un arroyo. Bajo su cuerpo, pasto verde salvaje le cubría, sentada, hasta la cabeza. Más allá del arroyo y detrás de ella, árboles se alzaban formando un anillo despejado.
Había paz en ese lugar. Nunca se había sentido tan cómoda como en ese momento. Por primera vez en días, su cabeza no buscaba explicación a nada. Estaba en silencio por dentro. Xia, a su lado, estaba recostada con los brazos detrás de la cabeza.
—Vas mejorando —dijo la Espíritu luego de un momento.
—Creí que ibas a dormir —susurró Maylin. Xia se encogió de hombros y continuó mirando el cielo despejado. La mano herida de Maylin ya molestaba poco y nada.
Tanta tranquilidad y quietud a su alrededor, la sumía en un pacífico sueño. Sus irises comenzaban a ocultarse debajo de los párpados. Dejó que su espalda se reuniera con el pasto. Suspiró satisfecha, con una suave sonrisa en el rostro.
Ni bien comenzó a dejarse llevar por el sueño, un sonido de explosión le hizo incorporarse. A unos metros de su posición apareció una muchacha. La joven era bastante peculiar, según el ojo de Maylin, pues iba vestida con apretadas y reveladoras prendas de color bordó. Entre las negras mechas de cabello, unos cuernos de carnero sobresalían sobre puntiagudas orejas. Un collar con una cadena le rodeaba el cuello. Un leve sonrojo cubría las pálidas mejillas de la muchacha.
—¿Es...es us...usted Maylin Húlú? —dijo tartamudeando y aumentando el sonrojo.
—¿Qué deseas? —preguntó Maylin extrañada. La cara de la muchacha ardió y se ocultó tras las manos femeninas y delicadas.
—A... ama Catania se e... enojaría s... si le d... digo lo que d... deseo —volvió a tartamudear.
Xia, despertando de su siesta, pareció encontrar gracia en la respuesta y se rio a más no poder. Maylin simplemente miró más confundida a la curiosa mujer y preguntó:
—¿Por qué te envió tu... ama... a buscarme?
—Me llamo Kumiko —dijo con voz dulce—. Y mi ama me envía para darle un mensaje de su parte, hermosa humana —terminó con un tono pícaro. Maylin se sintió enrojecer hasta las orejas y Xia se descostilló de la risa a su lado.
—Dilo.
Kumiko se acomodó las tan reveladoras prendas que llevaba y luego se fijó en Maylin. Cualquier rastro de vergüenza o sonrojo había desaparecido. Disimuladamente, Maylin rozó el mango de una daga pequeña que tenía entre las ropas.
—Claro, hermosa, pero antes... Quisiera comer un poco. Ya sabes, las Hermanas Cuerno no aguantamos mucho sin alimentarnos —anunció y las manos de ella se movieron hacia Maylin.
Con una velocidad asombrosa, Maylin hizo un golpe que dejó en el suelo el rostro de Kumiko. Agarró las manos de ella y se sentó en su espalda. Acercando la hoja al cuello, se dispuso a susurrar una amenaza, pero lo pensó mejor y dijo:
—¿Qué mensaje me envía tu ama?
Debajo de ella, la Hermana se encontraba temblorosa. Una risa escalofriante no tardó en hacerse oír por el lugar. Maylin se obligó a no temblar.
—Mi ama dice: Escoria de Clan, si quieres continuar lo que dejamos, ven a la montaña Mondragón. Allí te entierro —dijo Kumiko—. Ahora, ¿puedes dejarme? Tengo hambre.
—No lo hagas, te dejará con poco y nada de energía vital —le advirtió Xia—. Mátala ahora —Maylin se sintió dudar.
—¿Qué quieres realmente? ¿Eres como tu dueña? ¿Te alimentas a través de esa forma? —preguntó y sintió que sus mejillas se calentaban levemente.
Kumiko sonrió mostrando sus perfecto dientes blancos como perlas. El cuerpo de Maylin tembló un poco y su cabeza empezó a esbozar escenas... «¡BASTA!», pensó apretando los dientes. Apretó la hoja de la daga en el cuello de Kumiko, del que escapó un hilo de sangre.
—Te propongo algo —dijo la mujer.
—Silencio cornuda. Lo único que te propongo es esto: vete y no acabes con mi paciencia —dijo y se alejó de Kumiko.
Más rápida que el viento, la mujer se puso de pie e intentó atacar a Maylin. Ella saltó a un costado y dijo las palabras clave para que el Símbolo se incrustara en el hombro de la Hermana. Xia miraba a Maylin silenciosamente. La heredera del Clan se acercó a la Hermana, que se retorcía de dolor en el piso.
—Huíbào. Te lo advertí —dijo agarrando el arma con tranquilidad—. Vete ahora. No me gustaría dejar tu cuerpo arruinando el lugar.
Con un gruñido irritado, Kumiko se marchó como apareció: con una explosión repentina. De donde había estado no quedaba más rastro que unas manchas negras.
Avanzaba entre los árboles de regreso al Clan. Xia iba a su lado, silenciosa y lanzando disimuladas miradas hacia ella. Maylin simplemente estaba concentrada en lo que le había dicho Kumiko. Tenía la oportunidad de detener la locura que había comenzado a acosarla en sueños. ¿Cuándo se había percatado de ello? Maylin no lo sabía con certeza, pero cada noche, en sus sueños, veía ejércitos de monstruos avanzando hacia ella.
Unas risitas le hicieron salir de sus cavilaciones. Poco a poco se detuvo, agudizando su oído.
—May, deja a la pareja en paz... —resongó Xia. Maylin hizo oídos sordos a lo dicho y se acercó un poco más. Oculta detrás de un árbol, asomó su cabeza con cuidado. En medio de un pequeño claro, Mizuki y el futuro líder del Clan Yahiatí sonreían tontamente—. Por los bigotes del Bacalao —Maylin creyó oír una voz que decía 'carpa'—. Te digo que no hagas algo y lo haces, si serás... —refunfuñaba, en vano, Xia con las manos en los bolsillos del pantalón.
—Deberías hacer caso a la Espíritu—escuchó detrás de ella.
Saltando en el lugar, agarró la daga que llevaba oculta y se dio vuelta.
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Magnolia
FantasyMaylin desea escapar de su destino: convertirse en la líder del Clan Húlújīng. Alentada por su prometido, Shen, busca una vía de escape con los Magnolia. Pero el destino no parece aceptar de buena gana su decisión.