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Miraba esos cabellos nieve que danzaban por la corriente del viento que entraba por la ventana.

Se encontraban en la misma mesa de siempre, que era iluminada por las grandes ventanas cubridas por unas desgastadas cortinas de ceda. El peliazul se encontraba paralizado viendo aquellos cabellos, esos ojos ahora concentrados en la lectura y su pálida piel con sus rosados labios. Era inconscientemente que hacía esto, él sólo lo volteó a ver y se quedó ido...Era imposible no ver esa aura tan...¿Inocente? Que emanaba el albino.

Ya hace unas semanas, casi un mes desde que le ofreció aquel libro, desde entonces socializó más con el menor dándose cuenta de algunas cosas, como por ejemplo que él no era tan reservado, conforme pasaba el tiempo lentamente se volvía más abierto y comenzaba a tener confianza poco a poco, al punto en que se volvía hasta molesto, pero no de una mala manera claro.

Una de las cosas curiosas de Mafumafu era su personalidad y gustos, le gustaban las cosas tiernas y alimentos dulces, su personalidad era positiva y alegre.

Salió de sus pensamientos al ver una lágrima rodando en la mejilla del de ojos carmesí.

—¿¡Mafu!?¿Pasa algo?— preguntó con un tono sorprendido y una pizca de preocupación. El albino sólo leía con impacto.

—E-el pajarito...se fue— hizo un puchero con una mueca de leve molestia—. No es justo— cerró el libro sin más, unas lágrimas salieron nuevamente.

—Eh...P-pero...Mafu es sólo un libro, además no todos los finales serían felices— intentó calmarlo.

—Es un libro de niños...Debería ser feliz— no quería aceptarlo...El seguiría viviendo en aquella ilusión que creo con sus acciones.

—Bien, bien...— comenzó a calmar al albino, posó su mano en su cabellera y la acarició levemente— ¿Quieres ir por otro?— preguntó con intención de desviar tema, él sólo asintió.

Al final pasaron su tarde en el área de niños, para Mafumafu era entretenido estar ahí acompañado del mayor, aunque a este último le parecía algo aburrido, pero el estado resentido del albino no le permitía negarse.
Sintió un peso en su hombro, el chico se había quedado dormido, visualizó el libro Saezuri nuevamente en los brazos de este y se lo arrebató sin que despertara. Leyó a finales de las páginas.

''Por favor no te vayas''

Era lo escrito en el libro infantil, con un niño de cabello blanco dibujado llorando...¿Realmente lloraba por esto? No entendía el por qué pero tampoco podía juzgarlo, no era su estilo después de todo.

Pasó aburrido hasta que anunciaron que la biblioteca cerraría, el azabache intentó despertar al menor pero este sólo se removió balbuceando cosas.

—No me pegues...-tembló—. Yo no hice nada— se quejaba.

El ojiazul estaba confundido.

Mafumafu abrió sus ojos somnoliento, al mirar a su contrario se sobresaltó.

—¿¡Eh!? M-me dormí...

—Disculpa por despertarte~Van a cerrar— se puso de pie y ofreció su mano al menor, este aceptó y caminaron hasta salir de la instalación.

Las luces de los automóviles y establecimientos iluminaban el frente de la biblioteca ya cerrada, pasando diez minutos desde que cerró seguían los dos jóvenes hablando hasta que por fin decidieron despedirse.

—Nos vemos mañana— sonrió Mafumafu.

—Mañana no abren, recuérdalo...— su sonrisa se borró.

—Soraru san...

—¿Hm?

—¿M-me das tu número?

—C-claro— avergonzado, tomó su celular, ahora que lo pensaba nunca le pasó el pedirle su número.

[❄️]

Se tiró a su cama boca arriba viendo el techo, cliché.

Se sentía bien ¡Por fin alguien que no lo juzgara! Soraru en serio era una buena persona, no tenía necesidad de forzar su sonrisa, él lo escuchaba y daba sus opiniones sin problemas, lo a tratado debidamente, no como todos los demás (excepcionando a su madre) y eso lo apreciaba mucho. Por fin una persona que no lo hiciera sentir escoria, no porque tuviera muchos problemas sociales (esto ya que nunca se le acercaban) pero después de ahogarse en su sufrimiento se encontraba más estable, con un amigo que lo tratara como su igual.

Mafumafu asimilaba esto con amistad, pensaba en si así se sentía tener una amistad, o un hermano mayor tal ves.
Su reflexión sobre sus sentimientos fue interrumpida por un ruido de la planta baja de su casa, bajo rápidamente encontrándose con la mujer que vivía con él, en el suelo con olor a alcohol y algo agitada.

—¿Qué vez...? — hablaba molesta pero sin esfuerzo de parecerlo, era algo patético—. ¡Deja de dar vueltas inútil!— gritaba ya algo sobresaltada.

El albino río ante esto, de lo cual sabía que se arrepentiría.

—Maldito mocoso...-— se levantó con dificultad—. Por cierto— habló con un timbre maldoso, ya no parecía estar ebria—. Te tengo un trabajo— sonrió.

El chico estaba en shock, si bien ella realizaba sus ''servicios especiales'' no tenía que envolverlo en lo mismo a él, no tenía.

—Ya es hora de que ofrezcas dinero en esta pocilga— mentirosa, sabía que recibía dinero depositado, lo sabía.

Él sólo asintió y subió a su habitación. Cayó en el suelo y comenzó a llorar, otra noche de llanto más, una cosa más de la cuál preocuparse, le dolía el pecho, le dolía tanto tener que estar así, pero no poder negarse, él no quería más peleas, prefería terminar pagando eso él antes de que más se vieran envueltos...Pero eso lo lastimaba.

«Soraru-san...ayúdame» Pensó e imploró a la persona que lo acompañaba en esos momentos.

[...] 

« Mamá ¡Ayúdame!...Por favor»

Pensamientos de todos los días desde que vivía con su padre, cuando vió a su ahora madrastra pensaba que podría ser una buena persona...Estaba equivocado.

Después de todo su padre fue transferido a un lugar algo lejano, aún así depositaba dinero, pero la mujer cada vez se fue volviendo más y más egoísta, al punto de ser infiel y tratarlo como escoria.
La mujer y sus servicios especiales, visitas especiales, salidas, aprovechándose en ocasiones del albino...Y él se lo tragaba, porque no quería peleas como las de sus padres, porque quería que su padre trabajara sin preocuparse...Pero sólo se lastimaba así mismo.

Una vez esa adulta que tanto amaba le dijo que los libros con sus extensos párrafos podrían emocionarlo, hacerlo sentir comprendido o triste, y que podrían hacerlo olvidar sus circunstancias aún que fuera por un corto tiempo, en el corto tiempo que se sumergia en las narraciones.
Se veía todos los días a un joven ingresando a la biblioteca, leía algunos libros de variedades de géneros y se llevaba al menos cuatro...Pero después de su ausencia por cuatro días volvió, sí, pero más sombrío, y sin llevar ningún libro, sólo leía libros infantiles.

[🍁]

¡¡Hola!!

Waa...creí que nunca llegaría a las 1000 palabras ;;u;; pero ¡Hasta lo superé!

Gracias por sus votos y comentarios (^w^/

Ojalá les haya gustado ^u^🍪

🐾Me despido🐾

''Lo que escondía tu sonrisa''[SoraMafu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora