«Soy incapaz de hacer algo, lo siento»
Leía en su mente, mientras veía los colores de aquel libro, variaban entre blanquecinos y pasteles, pero los ojos de aquel personaje principal eran intensos.
—Esto realmente es triste— se decía frunciendo el ceño.
Sintió el vibrar de su celular, dándole a entender que era hora de irse al instituto.
«Incapaz» sus ojos carmesí se humedecieron un poco.
—Shh, está bien— trató de consolarse—. Ella algún día te hablará otra vez, la volverás a ver— se repetía.
Y como si aquellas palabras fueran magia volvió a mantener su compostura.
[...]
—Agh— Soraru se encontraba con un aura negra rodeandolo.
—¡Dependiente! Es increíble lo que hizo ese chico en ti, mira no han pasado ni dos horas y estás de mal humor— el pelirrojo dió un sorbo a su jugo mientras veía a aquel azabache frustrado.
—Creo que no había tenido tantas ganas de salir de aquí desde el segundo trimestre...— dijo de mala gana—. Y no soy dependiente.
—Soraru-san, no lo viste un día— recalcó.
—B-bueno tal vez sólo un poco— gracias a las distracciones de Sakata relajó un poco más su mirada.
Al tocar timbre empezaron nuevamente otra lección, la cual dadas las intenciones del peliazul se le hizo eterna. No podía escribir o poner atención, estaba al tanto del tiempo.
—Joven Soraru, traduzca la oración— maldición, ni siquiera sabía que estaban usando libro—. Si no quiere estar aquí puede irse.
«Si no tuvieran el número de mi madre ya lo hubiera hecho» pensó.
Al pasar dos lecciones se escuchó el timbre nuevamente.
—A almorzar— anunció la mujer mayor.
«Dios, si quieres mañana hago las fórmulas que deseen, traduzco lo que sea y escribo... Pero sácame de aquí ya»
[❄]
—¡Ya sólo faltan dos lecciones Sakata! ¡Dos!— sacudió al pelirrojo sin compasión.
—Eres irreconocible— río el de ojos rojos.
—Cállate— su bipolaridad se activó.
Realmente no tenía disgusto especial ante educación física, así que dudaba que se aburriera en estos últimos momentos.[...]
Entre saltos, carreras y partidos terminaron, Soraru agradecía que no era de cansarse fácilmente, no se encontraba sudado ni con sus grandes mejillas rojas por las actividades.
Se cambió y caminó rápidamente hacia la salida de la instalación, visualizando así a Mafumafu, reteniendo rastros de emoción estaba a punto de llamarlo, sin embargo se contuvo al ver que el albino comenzó a hablar con el guarda de la entrada.
—¿Por qué no puedo entrar?— infló los mofletes.
—No eres de aquí, niño— señaló su uniforme, que no coincidía a el mismo del lugar.
—¡Pero necesito ver a alguien!— insistió.
—¿Una maestra?— preguntó con su voz adulta.
—Soraru-san— corrigió.
—¿Soraru? ¿El chico amargado?— había visto varias veces a ese joven.
—¡Soraru-san no es amargado!— chilló—. ¡Es muy amable!— alumnos comenzaron a verlo curiosos.
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''Lo que escondía tu sonrisa''[SoraMafu]
AcakEntre adolescentes, libros ilustrados y tristezas persistentes.