°#15°

518 60 14
                                    

Caminaban a un paso lento, ambos apreciaban las estrellas en ese azulejo cielo, en el cual se veían pocas y densas nubes.
Había un gran silencio tras su paseo, no hablaban de nada en especial, sólo estaban tomados de las manos, intentando soportar el frío. Esto realmente no les incomodaba, para ellos, esto era agradable y pacífico.

—Soraru-san— llamó.

—¿Hm?

—Tengo que decirte algo— lo volteó a ver—. ¿Podemos parar?

—Claro.

Visualizando diferentes zonas del camino terminaron por aislarse en una solitaria banquita.

—Ahora sí ¿Pasa algo?

—Es sobre mi madre— el azabache lo veía atento—. Sabes, cuando ella comenzó con sus síntomas iba siempre al hospital, a visitarla constantemente, era normal verla en el jardín de ese lugar, las flores son realmente hermosas ahí. Un día, el doctor le dijo sus pocas probabilidades, y me lo contó— suspiró, su mirada estaba perdida en esos recuerdos—. Yo sólo le decía que iba a lograr superarlo, dándole esperanza, pero ella notó que, claramente no era para eso, si no para consolarme a mí mismo de que yo no quedaría solo. Discutimos, ella ese día me dijo que no todo sería como pensaba y que no iba a tener siempre un fina feliz pero yo no quería aceptarlo, le grité, y salí de la habitación— se sentía culpable.

—P-por eso tú…

—Sí, como no quiero aceptarlo sólo leo libros de niños, sabes, la vez que dijiste que leías Hamlet te mentí, yo sí sabía que libro era, sólo que no quería hablar de algo que se centrará en sucesos tristes— su rostro estaba iluminado por las luces urbanas.

Las estrellas les iluminaban. Su madre le iluminaba. Como mantenía su berrinche caprichoso, su manera de anclar su opinión, el querer tener razón, el no querer herirse. Ignorar y seguir hundiéndose.

—Antes de salir de la habitación escuché como dijo que me daría a entender eso, que lo probaría con lógica, no sé si su muerte era la prueba de eso o…— intentó seguir hablando—. O-o…

—Saezuri— el mayor abrió sus ojos como platos—. Podría ser que ella predecía todo esto…— pensó—. ¿Alguna vez la viste leerlo?

—No, no recuerdo— negó—. Por otro lado lo terminé— dió unas risitas melancólicas.

Antes de que su amado comentara algo al respecto continuó.

—S-soy egoísta…N-no debí gritarle, ni decir cosas tan horribles, todo por mi capricho, todo por no dejarla ir — su voz quebrada acompañaba las saladas lágrimas que rodaban por sus blancas mejillas, las cuales se perdían en la bufanda que llevaba.

Fue besado, Soraru probó esos labios con intención de que dejara de llorar. Al separarse tomó su rostro mientras examinaba sus grandes joyas, el espacio era poco, tomando en cuenta que sus frentes tenían contacto.

—¿Quieres saber a que se refería no? ¿Qué es exactamente lo que lo demostraría?— susurró.

El albino asintió.

—Está bien, yo te ayudaré, pero no llores, es doloroso— se dieron un beso esquimal.

Nervioso, Mafumafu se aisló un momento, el peliazul lo permitió pero al ver que tardaba de más se acercó detrás del árbol donde estaba.

—Maf- se calló rápidamente, para escuchar las palabras que resitaba.

—No importa, ella no puede irse por siempre…—decía ansioso—. dijo que estaría aquí— se reconfortó.

''Lo que escondía tu sonrisa''[SoraMafu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora