Capítulo 02

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"Yo odio a los humanos,
Porque son codiciosos, y cobardes. Lo único que saben hacer, es escapar."

Divagando hacia lo insondable de su reminiscencia, abrumado por avivar hechos que creía sepultados en el olvido, la humana dueña de su mezcolanza que en algún momento encalideció sus días como infante de encanto prodigioso y gesto afectuoso cada que la recordaba su pecho se impregnaba con una tristeza inconmensurable de abandono y soledad.

—¿"       "? ¿Dónde está? —llamaba con angustia una voz chillante y dulce entre las calles.

El niño con cabellos azabaches se mantuvo indagando por el paradero de la dama en cada estancia, espacio, lugar del recinto. No fue hasta que su hermano mayor, hizo su aparición recargado sobre la esquina de una cabaña leyendo plácidamente un libro, sin gesticular una oración fulminó con desaprobación al menor por el alboroto ocasionado. 

—¿Estas buscando de nuevo a esa mujer que cuida tu sangre?

¡Hermano! ¿sabes a donde se ha ido "        "?—inquirió con inocencia.
El mayor de los Uchiha, fue entonces que realmente miró a Sasuke con librio, su mirada ocultaba más de lo que quería decir pero prefirió ser breve.

Esa persona ya se fue—aseguró con seriedad y sin algún rastro de expresión en su facia, regresando a su lectura—Dijo que cuidar de ti era muy duro, estaba preocupada y llorando por su padre, por lo que pidió que le dieran otro trabajo.

El pequeño vampiro, por otra parte se negó rotundamente a creer tales aseveraciones, su pecho encogiéndose con dolor, era la persona más amable no sería capaz, fue entonces que cerro con mucha fuerza sus pequeños puños, y vociferó con fuerza.

—Mentiroso...—expresó con valor, aunque sus ojos ónix se cristalizaron al instante y lagrimas brotaron sin control—Ella me dijo ¡que siempre iba a estar conmigo!

Fue entonces que otro borroso segmento invadió su memoria, una bella mujer de melena bañada en oro y una mirada verdemar que estremecía a quien la observara con atención pero lo que al pelinegro le gustaba más, era su sonrisa, tan cálida y honesta que lo hacía sentir seguro, si se lo pidiera se quedaría toda su vida con ella. La mujer lo sentó entre sus delgadas piernas mientras tomaba asiento en una cama y acomodaba su vestido en la acción, acarició tiernamente su suave y lechosa faz.

Dulces Mordidas | Adaptación SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora