Parte 1

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El aroma a amapolas y margaritas se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma. Esa paz. Esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar. A otro momento.

En la habitación de sus padres. Unos años atrás. Cuando ella observó por primera vez, como un hombre y una mujer enredaban sus cuerpos tal vez para hacerse daño. Luego, simplemente comprendió lo que había pasado mientras observaba como su madre gemía, gritaba y era acusada por su padre, que la llamaba puta sin cesar.

En el furor del enganche sexual, su padre había dado rienda suelta a su lengua con palabras soeces e insultos.
Curiosamente bien recibidos por su madre. Era ese mismo aroma a margaritas. Esa colonia de su madre arrebataba la habitación aquella tarde de verano a la hora de la siesta.

Ellos la daban por dormida. Se había levantado para hacer saber a su madre, de su dolor de estómago.
Al no encontrarla en el gran salón de la casa, había avanzado con pasos tímidos hasta la habitación de ella, pensando, tal vez, que también dormitaba la siesta. Encontró la puerta entreabierta y asomó su pequeña cabeza hacia el interior. El cuerpo de su padre desnudo abatiendo el de su madre, también desnuda, la hizo sacar la cabeza de entre el marco de la puerta y el pomo de la misma.

Se asustó mucho. Una vez vencida la impresión, asomó nuevamente su cabeza para cerciorarse de lo que pasaba sobre aquella cama, en la que sus padres yacían desnudos uno encima del otro. Pudo ver como su padre empujaba el cuerpo de su madre con su trasero a la vez que la llamaba puta. Esta chillaba y gemía en lo que ella creyó que era de dolor.
Estuvo tentada de irrumpir llorando en la habitación. Regañar a su padre. Decirle...

“Basta, no hagas daño a mi mamá"

Se reprimió. Sólo así pudo observar como su padre se separaba de su madre y se dejaba caer en la cama boca arriba, dejando bien a la vista su pene erguido.
Su madre se incorporó y se montó encima de su padre a horcajadas.

Luego, vio como su madre tomó el pene de su padre y se lo metió por donde ella hacía pis. Los gritos de su madre y las exclamaciones de su padre, la alejaron de la habitación sin hacer ruido, dejándolos satisfacer lo que ella creía que era la configuración de un nuevo hermano.

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Yael Volk KatinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora