YULEN_VOLKATIN - YAEL VOLK KATIN
El aroma a amapolas y margaritas se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma. Esa paz. Esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar. A otro momento. En la habitación de sus padres. Unos años atrás. Cuando ella observó por primera vez, como un hombre y una mujer enredaban sus cuerpos tal vez para hacerse daño. Luego, simplemente comprendió lo que había pasado mientras observaba como su madre gemía, gritaba y era acusada por su padre, que la llamaba puta sin cesar. En el furor del enganche sexual, su padre había dado rienda suelta a su lengua con palabras soeces e insultos. Curiosamente bien recibidos por su madre. Era ese mismo aroma a margaritas. Esa colonia de su madre arrebataba la habitación aquella tarde de verano a la hora de la siesta.
Ellos la daban por dormida. Se había levantado para hacer saber a su madre, de su dolor de estómago. Al no encontrarla en el gran salón de la casa, había avanzado con pasos tímidos hasta la habitación de ella, pensando, tal vez, que también dormitaba la siesta. Encontró la puerta entreabierta y asomó su pequeña cabeza hacia el interior. El cuerpo de su padre desnudo abatiendo el de su madre, también desnuda, la hizo sacar la cabeza de entre el marco de la puerta y el pomo de la misma. Se asustó mucho. Una vez vencida la impresión, asomó nuevamente su cabeza para cerciorarse de lo que pasaba sobre aquella cama, en la que sus padres yacían desnudos uno encima del otro. Pudo ver como su padre empujaba el cuerpo de su madre con su trasero a la vez que la llamaba puta. Esta chillaba y gemía en lo que ella creyó que era de dolor. Estuvo tentada de irrumpir llorando en la habitación. Regañar a su padre. Decirle "Basta, no hagas daño a mi mamá". Se reprimió. Sólo así pudo observar como su padre se separaba de su madre y se dejaba caer en la cama boca arriba, dejando bien a la vista su pene erguido. Su madre se incorporó y se montó encima de su padre a horcajadas. Luego, vio como su madre tomó el pene de su padre y se lo metió por donde ella hacía pis. Los gritos de su madre y las exclamaciones de su padre, la alejaron de la habitación sin hacer ruido, dejándolos satisfacer lo que ella creía que era la configuración de un nuevo hermano.
AÑOS MAS TARDE
Permaneció tumbada en la hierba con el sol de primavera fustigando su cara. Los rayos atravesaban sus párpados inundándolos de claridad. Apretó los ojos más. Giró la cabeza del lado izquierdo y puso la mano izquierda encima de su vientre. Jugueteó con su ombligo haciendo círculos con el índice. Luego posó la palma otra vez y acarició su vientre terso y suave de arriba abajo. Su nariz pegada a la hierba caliente y sudada, se impregnaba del aroma de campo. Como si la mano fuera absorbida, se deslizó bajo la camiseta que llevaba puesta. Rápidamente, comenzó a juguetear con su pezón derecho hasta conseguir erectarlo. Una vez ejecutado el juego, cambio de pecho y se fue al izquierdo, que esperaba turno ansiosamente. Por su mente vagaba sin destino la imagen del pene de su padre. Tieso, arrogante, hinchado, largo. Luego, la mano de su madre acariciándolo y guiándolo a la abertura. Y su madre dejándose caer encima para iniciar el trote con el miembro dentro. Ahora, con el paso de los años, lo comprendía. Comprendía todo. Estaban haciendo el amor. Ella ya no se asustaría al volver a verlos, cosa que no había vuelto a suceder. Desde entonces miró a su padre de distinta forma. Le seguía teniendo cariño, pero ya no era igual. Pensó en su madre. Tan volátil, dejándose hacer. La comprendía. A ella misma le gustaba ese placer. Notó la humedad en su vagina y descendió la mano libre hasta el borde de su pantalón. Ahuecando la goma de la cintura, se deslizó dentro y franqueó la barrera del elástico de la braga. Fue bien recibida por el matorral rizado y suave que protegía su hendidura. Sus dedos índice y corazón de adentraron en el riachuelo de flujo que emanaba de su sexo.
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Yael Volk Katin
FanficEl aroma a amapolas y margaritas se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma. Esa paz. Esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar. A otro momento. En la ha...