AÑOS MAS TARDE
Permaneció tumbada en la hierba con el sol de primavera fustigando su cara. Los rayos atravesaban sus párpados inundándolos de claridad. Apretó los ojos más. Giró la cabeza del lado izquierdo y puso la mano izquierda encima de su vientre. Jugueteó con su ombligo haciendo círculos con el índice. Luego posó la palma otra vez y acarició su vientre terso y suave de arriba abajo. Su nariz pegada a la hierba caliente y sudada, se impregnaba del aroma de campo. Como si la mano fuera absorbida, se deslizó bajo la camiseta que llevaba puesta. Rápidamente, comenzó a juguetear con su pezón derecho hasta conseguir erectarlo.
Una vez ejecutado el juego, cambio de pecho y se fue al izquierdo, que esperaba turno ansiosamente.
Por su mente vagaba sin destino la imagen del pene de su padre. Tieso, arrogante, hinchado, largo. Luego, la mano de su madre acariciándolo y guiándolo a la abertura. Y su madre dejándose caer encima para iniciar el trote con el miembro dentro. Ahora, con el paso de los años, lo comprendía. Comprendía todo. Estaban haciendo el amor.Ella ya no se asustaría al volver a verlos, cosa que no había vuelto a suceder. Desde entonces miró a su padre de distinta forma. Le seguía teniendo cariño, pero ya no era igual.
Pensó en su madre. Tan volátil, dejándose hacer. La comprendía. A ella misma le gustaba ese placer. Notó la humedad en su vagina y descendió la mano libre hasta el borde de su pantalón. Ahuecando la goma de la cintura, se deslizó dentro y franqueó la barrera del elástico de la braga. Fue bien recibida por el matorral rizado y suave que protegía su hendidura. Sus dedos índice y corazón de adentraron en el riachuelo de flujo que emanaba de su sexo. Con un vaivén lento, sin dejar su pezón derecho, deslizó ambos dedos de abajo hacia arriba. Lentamente. Muy lentamente y siempre acompañada por la imagen del pene erguido de su padre años atrás.
La violentaba esa imagen. La tenía clavada en su mente. Después, su madre aullando de placer y necesidad. La mano aconcabada ahuecó la braga y tomó otra velocidad que se ajustaba más a la demanda de su cuerpo.Se olvidó de todo. Necesitaba experimentar una vez más esa sensación que llegaba de la nada, ascendía y descendía dejando su cuerpo relajado. El placer fue cobrando la dimensión que necesitaba su cuerpo. Separó más sus piernas para permitir a los dedos golosos jactarse de su grieta. Avanzó lo necesario hasta obtener placer. Se olvidó que no estaba sola.
Abrió los ojos y pudo ver como su amigo siendo este ahijado de sus padres, seguía con atención los movimientos de su mano bajo el pantalón de aquella chica. Los volvió a cerrar. Sentía que llegaba el orgasmo.
No le importaba que su mejor amigo presenciara aquello. No era el momento de detenerse. No podía parar. No debía cortar el regocijo del placer por el mero hecho que su amigo e inclusive considerase como su hermano la viera. Encogiendo las piernas, doblándolas por las rodillas, se aplicó lo justo para que el placer la hiciera morderse el labio inferior, y compusiera un gesto de dolor arrugando su rostro. De paso, pensó, no estaría tan expuesta a la mirada de su amigo. Se mantuvo un rato así. Con los ojos cerrados hasta evacuar de su cuerpo todo vestigio de placer. Luego sacó su mano impregnada de placer.
Abrió los ojos. Miró hacia donde se encontraba su amigo. Él ya no estaba. Los volvió a cerrar y aspiró una vez más el olor de aquella habitación de años atrás, cuando aún no sabía que era el sexo.Tomó la decisión de hablar con su amigo, pero eso sería más tarde. Ahora sólo quería estar relajada. Quería apartar de su mente aquel cipote que pertenecía a su padre y que tanto la excitaba.
Entró en la casa sin vacilar. Ascendió las escaleras que daban acceso a las habitaciones de invitados y de Julian su amigo ya que se encontraba ahí por que sus padres habían viajado a Alemania y él siendo ahijado de los padres de Lena accedieron a que Julian se quedara con ellos por unos meses solo faltaba un mes para que él de igual manera se fuera con sus padres; así como su propia habitación.
Sus padres seguían durmiendo en la planta de abajo. Abrió la puerta de la habitación de Julian. Él se encontraba tirado en la cama leyendo un libro.
Julian tenía 19 años, ella 20. Él bajó el libro y se encaró con ella.Habían pasado dos días desde que Julian la sorprendiera masturbándose en el campo.
-¡Ah, estas aquí! Te buscaba. Tengo que decirte algo importante.-Dijo ella tomando aliento.
Julian la miró sin prestarle demasiada atención. Él nunca entendió a Lena, siendo su mejor amigo. Suponía que ahora le contaría algo que quería que él hiciera por Lena. O le pediría, una vez más, dinero. Dinero del que siempre andaba escasa por lo derrochadora que era.
-¿Qué te pasa ahora? - Julian preguntó con desgano.
-Esta noche se van papa y mamá al teatro. Y he pensado que como no vas a salir, me gustaría que me dedicaras un poco de tu tiempo.
-¿Mi tiempo?
-Si. Necesito contarte algo. Quiero saber tu opinión. Es muy importante para mí.
-¿Y no me lo puedes decir ahora?
-No. Es largo de explicar.
-¿Te ocurre algo?
-No. Pero tenemos que hablar. Es una cosa que no he contado jamás a nadie. Y te la voy a contar a ti.
-Me intrigas. ¿Estás segura que no te ocurre nada?
-Cuando se marchen papá y mama, te lo contaré. No me gustaría que nos sorprendieran hablando de lo que te tengo que decir.
Julian la miró mientras ella salía de la habitación. Compuso un gesto con su cara y se cubrió enteramente con el libro. Retomó la lectura. Pero no se concentraba.
Le vino la imagen de Lena masturbándose en el campo. No le había dicho nada. Suponía que ella lo había visto como la miraba. No era la primera vez que observaba a Lena masturbarse.
Siempre se las había ingeniado para entrar en el baño cuando ella se duchaba, y a través de la mampara, la descubría con la mano abajo, aunque como en la ocasión del campo, tampoco veía nada. Solo intuía. Se conformaba con oír el chorro de agua que imaginaba cayendo en su cuerpo y ver la silueta desnuda de ella a través del cristal distorsionado....
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Yael Volk Katin
FanfictionEl aroma a amapolas y margaritas se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma. Esa paz. Esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar. A otro momento. En la ha...