Damon Salvatore miraba por la ventana de una habitación que no era la suya. En su mano sostenía una copa llena de Bourbon. Él sabía en su interior que la razón de su estadía en la mansión de la Sociedad era absurda. Le molestaba que no lo dejaran salir a respirar un poco de aire puro y que le dieran dos bolsas de sangre al día nada más para que no estuviera fuerte.
Sin olvidar mencionar el estado de su relación con Elena, con quién no había hablado de la situación... de Lenabeth Drablow.
—¿Cuanto tiempo pasará hasta que decidas hablar?
La luz de la luna mostraba el bello rostro de Elena Gilbert. Sentada en un sofa junto a la ventana ante la que Damon estaba. Él la miró sin saber que decir. Ella no le dirigía la miraba, solo se limitaba a ver la luna en lo alto del cielo nocturno.
—Hemos estado prisioneros aquí desde hace tres días— dijo Elena —, no has dicho nada.
—No sabía que decir.
—Pero tienes mucho que decir, es solo que por primera vez... no sabes como empezar.
Damon se sentó junto a Elena, a pesar de que él era mayor en edad, la chica en sus pensamientos ya era una veterana. Siempre comprendía a todos, leyendo sus pensamientos como sí fueran una clase de libro abierto, mientras que ella era un misterio. Tomando a todos por sorpresa en cada ocasión posible. En eso se parecía bastante a Lenabeth.
—Se como te sientes, Damon.
—No, no lo sabes.
—Si. Lo sé —por primera vez ella lo miró—, piensas que tus demonios están por debajo de tu control y que no necesitas a nadie. Te encierras en tu mente y alejas a los demás, te dejas envolver por tu propia miseria, te bebes todos tus problemas pensando que todo estará bien si simplemente lo ignoras.
Damon mantenía la vista baja.
—Y todo lo que quiero es ayudar— continuó Elena—, pero no puedo sí no me dejas.
Lo hizo mirarla, sosteniendo su barbilla con firmeza. Damon vio en sus ojos la súplica, el dolor, la confusión. El quitó la mano de Elena de su rostro.
—Es mi pena—dijo—, Elena, no la tuya.
El se fue de la habitación, dejando a Elena sola.
—Pero al final siempre tengo que cargar con ella...
V
Ya habían pasado unos días desde el regreso de Lenabeth a su hogar. Todo el tiempo había estado bajo los cuidados de Luke, quién ya sabía perfectamente en que momento darle la dosis de verbena. Lo bueno del chico era que lo hacía preguntas. Hasta ese día en que caminaban en el patio trasero de la mansión.
—¿Lograste dormir anoche?—cuestionó Luke, sabía muy bien que Lenabeth padecía de insomnio.
—Unas pocas horas, luego de la dosis.
Era de día y recién habían desayunado. Luke salió hace poco a hacer unas compras y a robar un poco de sangre. Lenabeth estrenaba su nuevo guardarropa, Luke pudo darse cuenta que ir de compras no era lo suyo, que prefería tener la cabeza metida en un buen libro y tener un mocaccino en la mano.
—Está empeorando, Luke—Lenabeth miraba sus pies al caminar—. La medicina ya no es suficiente.
—Te estás envenenando a ti misma, anoche buscaba en la biblioteca un buen libro para pasar el rato.
Lenabeth se detuvo en seco y miró a Luke.
—¿Qué?
—Verbena—explicó Luke—. Eso es lo que tomas y te está matando. Es cómo un fumador adicto al tabaco, los efectos colaterales suceden a lo largo del tiempo.
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The Vampire Diaries: Luna de Sangre
Fanfiction-¿Porqué me salvaste? -preguntó Lenabeth. Damon la miró. -Porque en ti vi todo lo que la vida me arrebató. Quería recuperarlo. -¿Y qué piensas de eso ahora? ¿Me salvarías? -¿Quieres la verdad o la mentira, hermanita? Lenabeth miró a su hermano con s...