Estado de negación

477 27 2
                                    

Elena Gilbert sentía que sus extremidades eran de goma, que era más liviana que una pluma. Abrió los ojos y se encontró a sí misma en una habitación pequeña, la cama sobre la que estaba era muy fría y dura. Con dificultad se llevó una mano a la nuca. No pudo evitar hacer una mueca el sentir un punzante dolor. Se sentó en la orilla de la cama.

Miró la habitación con más atención a medida que sus ojos se fueron acostumbrando a la tenue luz. Había tres candeleros pequeños en la habitación, cada uno colocado estratégicamente para evitar quedar sumido en la oscuridad. No había ventanas ni mobiliario además de la cama. Las paredes eran de ladrillos gastados y había un extraño olor a viejo.

Una puerta junto a la cama se abrió de golpe y la mujer que Elena había visto en la casa Salvatore entró con aire de superioridad. Elena se puso en pie de inmediato y trató de parecer dura como una roca, aunque su cuerpo le dijera que descansara.

-Elena-saludó la mujer-, me alegra que hayas despertado.

-¿Quién es usted? ¿Donde estoy?

-¿Pero qué pasa con mis modales?-se preguntó en voz alta la mujer para luego dirigirse a Elena-. Mi nombre es Karen Tolokónnikova y ahora te encuentras en la casa de la Sociedad.

-¿Sociedad?

-Si. La Sociedad Serafín, ahora sígueme tus amigos te están esperando.

Karen salió de la habitación y Elena no tuvo más opción que seguirla. Al salir notó que estaba en una especie de mazmorra antigua, luego subieron a un piso superior. Aunque las preguntas se amontonaban en la confundida mente de Elena, se obligó a guardar silencio y callar ante la duda. Tenía que confiar que a donde sea que la llevara Karen Tolokónnikova, sería con sus amigos.

Había un silencio sepulcral en la atmósfera del auto. Luke Tesla miraba la carretera y a veces de reojo al delicado perfil de Lenabeth Drablow; el corte en su labio inferior había dejado de estar hinchado como cuando la conoció.

Había sido tan de repente, cómo ella tropezó con él...

-Lo siento-había dicho Luke-. Dios mío estás bien.

-Lo siento mucho.

Ella lo miró y puso su muñeca en la boca de Luke, quién sin darse cuenta comenzó a beber su sangre.

-Se supone que debes ver la carretera, Luke-dijo Lenabeth sacándo al chico de su memoria-. No a mí.

Luke no se había dado cuenta que había mirado a Lenabeth más de cuatro segundos. Agradeció que no hubiera autos en la carretera.

-Lo siento.

Hubo silencio. De pronto Lenabeth se inclinó hacia adelante con gesto doloroso y gimió.

-¿Lena?-preguntó Luke asustado mientras detuvo el auto de golpe.

-¡No me llames así!-gritó, volvió a contraerse de dolor-¡Sigue conduciendo!

La chica se llevó las manos a la boca como sí estuviera a punto de vomitar. Al parecer quizo decir algo, pero sus palabras se vieron ahogadas en la sangre que salió de su boca. Manchó sus manos y el auto de Luke, quién se asustó debido a la sangre. Intentó bajarse del auto, pero Lenabeth lo detuvo. Tomó el cuello de su camiseta y lo obligó a mirarla. El rostro de Luke comenzó a cambiar.

-Lenabeth...No...Déjame.

-Luke-dijo con mucho esfuerzo-. Escúchame, falta poco. Te necesito concentrado. No importa lo que haga vomite, grite o llore. Necesito que me lleves a casa, el auto se detendrá en donde sea el lugar.

The Vampire Diaries: Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora