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6 de Junio de 2010.

Soy el demonio. Bienvenidos al infierno

― Te quiero ― susurró Seulgi robándole un beso. Jimin se puso extremadamente colorado al darse cuenta del hecho ― ¿Nos vemos mañana? ― preguntó interesada, resguardando un mechón de pelo tras su oreja y enroscándolo sobre su dedo.

Jimin seguía perdido, ensimismado por el roce anterior. Atinó a responder algo sin energía.

― Uhm ― titubeó ― T-todavía tengo que ayudar a mi madre con lo de la fiesta. Y eso ― explicó sin muchos argumentos ― No pienses que te estoy evitando. Claro que no ― respondió al momento, intentando verse convincente. Se rascó la muñeca con disimulo, aunque realmente no quería evitarla. Solo estaba nervioso ― Así que, eso.

Seulgi se rió cubriendo su boca con la mano, y dejó otro tierno beso sobre la mejilla del castaño.

― Llámame ― pidió imitando el gesto de un teléfono, a la vez que se alejaba.

Jimin sobó su mejilla segundos después de que Seulgi desapareciera, recordando el momento.

― Que tiernos ― Chaeyoung se paseó a su lado con la cesta de la ropa sucia. Al momento Jimin se asustó y agarró con fuerza el beanie sobre su cabeza para evitar que se cayera al suelo ― ¿Están saliendo? ― quiso saber su hermana, apoyando su mentón sobre un puño.

Jimin se ruborizó de nuevo, hasta el punto de parecer un tomate.

― Cállate ― ordenó de brazos cruzados, sin llegar a sonar demandante ― Yo hago lo que quiero ― refunfuñó con la voz mucho más aguda de lo normal. Estaba pasando vergüenza, mucha vergüenza, especialmente porque aquella chica no le gustaba.

― Claro que sí, enano ― ella comenzó a recoger la ropa que ya estaba lavada en el jardín.

― ¡No me llames así! ― chilló como un silbato, y Rosé se quedó sola, riéndose mientras hacía lo mandado por su madre.

Cinco minutos más tarde, Chaeyoung oyó unos jadeos al otro lado de las tablas de madera viejas y rotas que bordeaban la casa. Miró hacia allí con susto.

La casa ya no era la misma que la de hace ocho años. Esta casa había sufrido muchas remodelaciones. Siempre, siempre, algo extraño pasaba, y que exigía un cambio drástico para poder vivir en una vivienda estable. Muchas veces se doblaban u oxidaban las rejas; otras veces los canalones se desprendían, y de la ducha únicamente salía agua sucia. Incluso todos aquellos trastos antiguos que se recogían del ático para llevarlos a la basura reaparecían nuevamente sin razón alguna, quedando en el mismo lugar del que habían sido retirados anteriormente.

Era algo inquietante, pero nadie parecía darse cuenta, así que Chaeyoung no decía nada; Youngmi a pesar de saberlo tampoco lo decía. El único que vivía en una burbuja aislada de todo era Jimin.

Y el jardín bien podría ser la única parte que había permanecido intacta durante tantos años. No era algo preocupante, siempre demasiado frondoso y verde, sin necesidad de cambiarlo. Pero concretamente el lugar que hacía esquina con la casa de los Kang era el más sombrío y asqueroso; y tampoco es que el jardín fuera gigantesco, pero esta era la casa más grande del barrio, así que era como meterse en un parque. Un parque oscuro. Y con 18 años, Rosé se sentía avergonzada de tener que admitir que todavía le tenía miedo a la oscuridad.

Pero en algún momento había que cambiar. Era consciente de ello. Aunque quizá no era el mejor.

Armándose de valor se dirigió hasta allí, donde no había nada verde y los cultivos eran inexistentes también. Los jadeos se intensificaban, y por ende su miedo igual.

Dollhouse 人形 ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora