Capítulo 2

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Mi relación con mi cuerpo

Otro de los conflictos que enfrenté desde mi adolescencia hasta hace algunos años fue el rechazo hacia mi cuerpo.

Fui una niña muy bonita, o al menos eso me decían y así me sentía. Siempre me halagaban y mi mamá que tenía como hobbie la fotografía, me sacaba muchas fotos y yo me sentía toda una artista.

Luego por alguna razón me dijeron que para no volverme vanidosa no tenía que creerme todo lo que me decían, porque a las nenas vanidosas no las quieren, y yo que como todo niño deseaba que me quieran, empecé a recibir con cierta incomodidad esos elogios.

Todo empeoró cuando escuche a una amiga de mi mamá contarle que cuando era chiquita un amigo de su papá se había propasado con ella, y a mi cabeza volvió un recuerdo bloqueado por mi mente de cuando tenía unos 5 años, donde identificaba que a mí me había pasado algo similar con una persona mayor que yo. Digo que identificaba algo similar porque a esa edad yo no sabía qué era lo que estaba pasando, era algo raro y solo recuerdo que en un momento percibí que estaba mal y me aleje de la situación. Nunca lo mencioné y no volví a recordarlo hasta los 8 años cuando escuchando a esta mujer pude darme cuenta de lo que había ocurrido.

En ese momento me invadió la culpa, porque creía que yo lo había permitido, y más aún porque al no contarlo era un secreto que guardaba y no deseaba tenerlo, pero tampoco tenía el valor para afrontar la situación que podría desatarse si lo decía.

No sé por qué motivo creía que yo lo había provocado porque era linda y por la ropa que usaba, ropa normal para una nena de 5 años, pero el sentimiento de culpa no se borraba. Después de un tiempo y viendo que era algo que si no lo decía me acompañaría por siempre, decidí contarlo. No recuerdo bien que sucedió a mi alrededor en ese momento, solo recuerdo la paz de haber sacado ese secreto de mi interior y la desconexión de la situación, que elegí tener para protegerme.

Como habían pasado varios años y esa persona ya no frecuentaba mi casa todo se fue disipando y no se habló más del tema. Poder contarlo me dio paz, sí, pero no sabía que dentro mío quedaría sembrada la culpa, que seguiría creciendo y enjuiciándome en cada ocasión hasta que pudiera perdonarme. Y cuando hablo de perdonarme me refiero a borrar el juicio que yo misma había hecho sobre mí, y poder llegar finalmente a la conclusión de que no había nada que perdonar.

Al cumplir los 11 años nuevamente me encontré en una muy incómoda situación. Yo estaba esperando en la puerta de mi casa que llegara mi vecina para invitarla a jugar y un hombre paró en un auto y tuvo una actitud que me avergonzó mucho, entré llorando a mi casa asustada y cuando mis padres salieron un vecino que vio la situación les contó lo ocurrido. Se destacó que mi pollera era muy corta y que aunque todavía era una niña esperando para salir a jugar, mi cuerpo estaba creciendo y debía comenzar a usar otra ropa. Medidas que obviamente eran para protegerme de vivir esas situaciones, pero para mí en ese momento fue nuevamente sentir que había provocado la situación y volví a culparme. Definitivamente debía dejar de ser yo, porque otros podían malinterpretar mis intenciones.

Ese mismo año la escuela a la que asistí toda mi infancia cerró, y me pasaron a una escuela privada donde el uniforme era pollera y camisa, con los cuidados de que la pollera no fuera corta y usando una calza abajo, accedí contenta al inicio de esta nueva etapa.

Al principio todo iba bien, pero luego comenzaron a decir que mis piernas eran flacas, que parecía que me iba a quebrar, se reían de mí y decían que daba impresión mi delgadez. Era un asunto de todos los días, y ya empezaba a molestarme, así que una mañana me puse los pantalones de gimnasia y nunca mas volví a usar pollera, ni short hasta hace dos años atrás.

Sanando mi relación conmigo - Belén Aguirre - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora