Capítulo 7

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Mi concepto de la enfermedad.

Cuando me di cuenta de que me enfermaba porque "me convenía", dejé de enfermarme... pero ¡ojo!, que no es una decisión fácil de tomar aunque lo parezca.

Cualquiera pensaría que es una locura ¿Cómo alguien va a elegir estar enfermo?... y más difícil de creer aun ¿Cómo alguien que sabe que puede curarse va a elegir no hacerlo?

Pero sí, así ocurre en muchísimos casos, y no es locura, es necesidad de atención, inseguridad y necesidad de afecto. Voy a poner un ejemplo de dos personas con el mismo síntoma:

· Una ama la libertad de vivir sola, le gusta ocuparse de ella misma, de su casa y se siente invadida si alguien quiere hacer las cosas por ella.

· La otra persona se siente sola, siente que no la quieren porque no la visitan y se lamenta por no recibir ayuda.

· Sin analizar mucho porqué cada una se siente de esa forma, vamos a enfocarnos en la actitud que cada una toma frente a ese síntoma.

· La primera persona querrá por todos los medios arreglarse sola con el síntoma, en caso de ser necesario aceptará la ayuda pero toda su energía estará puesta en su pronta recuperación para volver a ocuparse de sí misma. No alargará ni un día su malestar y cumplirá al pie de la letra las indicaciones médicas para salir adelante lo antes posible.

· La segunda persona también querrá curarse pronto, ya que no es una cuestión de placer por el sufrimiento, sus pensamientos pueden estar enfocados de la misma forma que los de la primera, pero inconscientemente su energía se enfocará en prolongar los cuidados y la compañía. Es así que sin saberlo se aferra al síntoma.

Cuando me descubrí en esa actitud inconsciente todavía no conocía la biodescodificación, pero ya empezaba a analizar mis comportamientos, sobre todo cuando me sentía víctima de algo o de alguien.

Con mi auto-exigencia quería encargarme de todo, pero como no disfrutaba haciéndolo y sentía que nadie me ayudaba, ni lo valoraba, cuando me enfermaba me aferraba al síntoma unos días más para descansar.

Me engripaba varias veces al año, en otras ocasiones tenía dolores en el pecho y fatiga, entre otras cosas. Si bien hoy se que también habían en mí causas emocionales que manifestaban esos síntomas, también puedo reconocer que los cuidados y la atención que recibía al estar enferma me hacían sentir bien, y me costaba volver a la rutina rápidamente para comenzar a ocuparme de todo, con el estricto desempeño que me imponía yo misma.

El verdadero inconveniente se presentó en una oportunidad en la que mi malestar fue realmente prolongado y tuve que acostumbrarme a que mi marido se ocupara de la casa, de nuestros hijos y de todo. Cuestión que tampoco fue fácil porque ya que yo era tan exigente conmigo, también lo era con los demás, y me parecía que todo estaba mal hecho.

Después de un tiempo la sensación de estar protegida y cuidada pasó a ser una sensación de inseguridad e incapacidad, y esto sí fue grave, porque comencé a sentir que sola no podía hacer nada y empecé a creérmelo, al punto de no poder salir a la calle.

Sumándole a esto la incapacidad que sentía de cuidar "sola" a mis tres hijos, en mi mente se armó un gran nido de emociones, donde curarme implicaría hacerle frente a situaciones para las que no me sentía preparada. Desde afuera puede verse como "comodidad", pero verdaderamente no lo estaba pasando bien, porque empecé a ser dependiente de una forma que me resultaba alarmante, y no podía ver la raíz del conflicto.

Afortunadamente el autoanálisis que logré hacer de la situación por fin me permitió ver esta trampa de la mente, y recordé que yo era capaz de hacerlo y que durante mucho tiempo lo había hecho sin problemas, así que me puse en marcha con la firme decisión de salir de ese estado mental que me estaba anulando.

Hoy me doy cuenta gracias a las muchas herramientas que aprendí y a la biodescodificación, el origen de esa situación. En ese momento mi niña interior manifestaba el "miedo a no poder", y generaba a mí alrededor un marco en el que podía sentirse segura, protegida, y liberada del juicio y la auto-exigencia. Porque nadie culparía a un enfermo de no poder hacer algo, o de hacerlo mal como consecuencia de su enfermedad. Entonces de alguna forma, encontraba en el síntoma un refugio.

Lo que quiero resaltar es que mas allá de las causas emocionales que provocan una enfermedad, también puede haber un apego inconsciente a las circunstancias que esta genera en el entorno, lo que produciría un efecto contrario al deseo de curarse que uno naturalmente tiene.

Comenzar a detectarlo en los pequeños malestares como resfríos, torceduras o indigestiones, nos permite disfrutar de los cuidados en la medida justa y aprender a estar atentos por si la mente en algún momento quiere llevarnos más allá de lo que el síntoma amerita.

En conclusión, acostumbrarme a una enfermedad o síntoma, puede hacerme sentir tan familiarizada con él y con el entorno que se organiza en función de su presencia, que genere que mi sentimiento de seguridad comience a depender de esos factores. Por lo cual si dejara ir esa enfermedad o síntoma, mi vida cambiaría de tal modo, que debería organizar nuevamente mi mundo y abandonar lo conocido.

Estar atentos a este concepto nos permite descubrir cuando un apego, extiende innecesariamente un malestar.

Ahora cada vez que me enfermo, además de conectarme con mis emociones me pregunto ¿Realmente vale la pena enfermarse para tener un poco de descanso? Procuro brindarme un merecido descanso en plena salud y ya no relacionarlo con el malestar.

Sanando mi relación conmigo - Belén Aguirre - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora