Capítulo 3

181 1 0
                                    


Los conceptos de mi misma

Auto-exigencia, necesidad de aprobación y miedo a fallar

Empiezo a comprender que los conceptos de mí misma no son las primeras experiencias que vivió mi niña. El ser elogiada, el ser inteligente, el ser creativa, el ser observada y aplaudida por los adultos, eso simplemente fue mi realidad, era todo lo que conocía, no podía ser un concepto porque no había con que compararlo, no existía para mí otro modo de vivir que ese.

Los conceptos de mi misma son los que se formaron a partir de la ausencia de esa realidad, o de la creencia de que algo de esa realidad me perjudicaba. Entonces al aparecer el opuesto, por contraste se formó el concepto que me acompañaría durante mi vida, hasta que lograra verlo, hasta que pudiera llevar a mi niña nuevamente a una realidad placentera, donde se sienta bien consigo misma, sin juzgarse y amándose.

La realidad de niña observada y aplaudida, al desaparecer formó el concepto de persona ignorada y desaprobada.

La realidad de ser una niña bonita, al relacionarse con conflicto, formó el concepto de persona burlada y acosada.

La realidad de ser una niña independiente y capaz, al mezclarse con el miedo a fallar y la auto-exigencia, formó el concepto de persona dependiente e insegura.

Todos estos conceptos que formé de mi misma fueron los que crearon mi nueva realidad, e influyeron rotundamente en mis relaciones.

Revisando el primer punto de la realidad de mi niña encuentro que me gustaba llamar la atención, tener la mirada de los adultos era algo habitual y se sentía muy bien. La aprobación de los demás no era un problema porque al parecer la recibía constantemente. Pero poco a poco, mis hermanos fueron creciendo, se fueron de mi casa, y esa fue la primera pérdida que sintió mi niña, su compañía, sus miradas, ser la atracción de cada uno y que siempre estuvieran dispuestos a llevarme con ellos a donde fueran.

Desde mi corta edad no entendía muy bien lo que ocurría, pero al parecer su partida traía aparejados ciertos conflictos que podía percibir en el estado anímico de todos. No solo dejaba de recibir las abundantes miradas, sino que empezaba a asumir una responsabilidad que no me correspondía, ser perfecta para no contribuir al malestar que percibía. Y esa perfección desde mi exigente postura era muy pocas veces lograda. Cualquier berrinche o mala contestación de mi parte, si ocasionaba malestar en los adultos, ya eran motivo de un auto-castigo mental por haber fallado. Recuerdo con nitidez la frustración tras un reto recibido, ya no lloraba porque me habían retado, lloraba porque había fallado, había perjudicado a otros con mí accionar y no podía perdonarme. El sentimiento de culpa empezaba a instalarse cómodamente en mi interior, para seguir aumentando su poder en mi vida.

Quiero destacar que no eran los adultos los que exigían perfección en mí, fue una elección que mi niña asumió por miedo a perder su amor, puesto que para mi entender ya había perdido gran parte de las miradas, no estaba dispuesta a perder nada más.

Entonces la auto-exigencia y el miedo a ser un problema ya se habían instalado en mi pequeña mente, junto con el deseo de ser vista y la necesidad de aprobación.

Pero que contradicción tan grande descubrí en la escuela, cuando destacarme implicaba ser vista como la mejor alumna y aprobada por los adultos, pero al mismo tiempo me generaba conflictos y tener un bajo perfil era más seguro.

Si configuraba mi auto-exigencia al máximo, y comprobaba que era aprobada por los otros, entonces me aseguraría de no fallar y no atraería conflictos.

Ese fue el origen de una parte de mipersonalidad. Lo que luego provocaría que me sintiera incapaz de hacer muchascosas, porque mi auto-exigencia era tan alta que el miedo a fallar preponderabay me anulaba.    

Sanando mi relación conmigo - Belén Aguirre - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora