Prólogo

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¿Alguna vez te has enamorado? ¿Alguna vez has sentido eso que nace en la boca del estómago y recorre tu pecho hasta arremolinarse en tu corazón? ¿Lo has hecho?, si tu respuesta es si entonces tu y yo tenemos mucho en común, aunque al mismo tiempo espero que no, deseo fervientemente que tu no seas yo, porque déjame decirte que acabas de entrar al mismísimo infierno y yo soy una de las anfitrionas, de hecho no me presentare porque sé que sabes que me llamo Maya Hart, que tengo 24 años y que soy una artista, que Riley Matthews es mi mejor amiga y Farckle Minkus también lo es, eso ya lo sabes así que ahorrémonos tanta palabrería y ubiquemos esta historia.

Veamos...probablemente recuerdas nuestro famoso triangulo ¿cierto?, ya sabes ese que protagonizábamos Riley , Lucas y yo, pues te lo pondré fácil , el triángulo se resolvió hace años, nuestro querido vaquero eligió a Riley una tarde de Agosto en que llovía a cantaros ¿Qué cómo lo recuerdo?, eso es fácil, uno jamás olvida los lugares ni los momentos donde fue feliz, entonces tampoco aquellos que te rompieron el alma en un millón de pedazos y ese día el vaquero de ojos verdes tomo mi corazón entre sus manos y lo rompió hasta el cansancio, no quiero decir que le odio, eso sería una bendición, pero no, no corro con tanta suerte, ya entenderán mejor todo, continuemos.. Lucas eligió a Riley y le proclamo amor eterno delante de todos en el apartamento de los Matthews mientras veíamos una película de terror ¿irónico no?, como imaginan mi pequeño rayo de Sol al principio sintió lastima por mí, me miro con esos precioso ojos avellana y mentalmente me pidió permiso para responder , siempre tan considerada y dulce, siempre tan buena y correcta que aun en medio de su felicidad se preocupaba por la mía, sonreí, recuerdo que sonreí y le di un ligero asentimiento de cabeza, como diciendo "Honey solo hazlo", entonces lo hizo, grito un sí a la declaración y se lanzó a los brazos del Huckleberry que no dudo un segundo en tomarla entre sus manos y besarla con ternura y pasión, mientras yo luchaba por no desmoronarme en el piso y comenzar a llorar como una loca, aunque no solo yo libraba una batalla, había un lindo castaño de ojos azules que al igual que yo había palidecido hasta un tono muerto y trataba de respirar sin ahogarse, ¡Oh mi geniecillo!, ambos siempre fuimos compañeros del dolor, siempre en la butaca de la obra, de espectadoras, mirando desde primera fila una linda historia de amor en la que no éramos ni jamás seriamos protagonistas.

Como adivinaran yo y Farckle nos tragamos todo nuestro dolor y dibujamos una sonrisa plástica en los labios, tan falsa como un animalito de peluche o como la lluvia de una película, porque después de ese día las cosas no mejoraron ni un poco, de hecho me atrevo a pensar que cada segundo que transcurría era mucho peor que el anterior y que el anterior, pronto el príncipe y la princesa se hicieron novios de forma oficial y si se lo vuelven a preguntar, ¡Si!, yo estuve presenta en esa otra declaración, recuerdo que discretamente me escabullí de la escena y corrí como loca a los baños de la escuela en donde vomite prácticamente todo mi desayuno hasta tener el estómago vacío, todos pensaron que la rebanada de pizza de la mañana me había caído mal y yo deje que creyeran eso, pero no era así, simplemente era mi cuerpo gritándome en silencio que el perder a Lucas en manos de mi mejor amiga me estaba pasando una factura enorme. Ahora imaginen la escena, cierren sus ojos por un segundo y traten de visualizarlo, Riley y Lucas, tomados de la manos, besándose frente a los casilleros, entre clases, en el sillón de Topanga's , en la ventana (si también ahí), en el sofá, en cada esquina de New York, en el parque, en la heladería, en el cine, en el el auto, en las escaleras, en medio de la calle, en cada maldito rincón de todo el mundo, mirándose con esa miel que de pronto me empalagaba, susurrándose frases de amor entre cuchicheos que ellos creían no escuchábamos, pero que en realidad acariciaban mis oídos con la amenaza de reventarlos, con caricias lentas y tortuosas que se me antojaban eternas y que claramente no me correspondían , con cada maldito gesto y exclamación que perforaban mis pulmones como dulces balas y destrozaban mis costillas, que palpitaban debajo de mi piel como un moretón, que se me clavaban en cada arteria y que viajaban lentamente por todo mi torrente sanguíneo hasta mi cerebro, que me empañaban los ojos de lágrimas que claramente nunca derramaba, al menos no delante de ellos, todo eso durante más de 7 años, sentándome a mirar y escuchar la alegría desbordante de mi mejor amiga, presenciando la primera pelea, la primera cita, la primera escena de celos y por supuesto escuchando con lujo de detalle la primera vez que el vaquero había hecho suya a mi mejor amiga. Saben lo increíblemente doloroso que fue sentarme a su lado y escuchar la historia con lujo de detalle, tratando de no imaginarme los beso y las caricias, los gemidos y los jadeos, los corazones acelerados y los cuerpos sudorosos, tratando de mantenerme tranquila y atenta a la historia, animándola de vez en cuando para que prosiguiera y de vez en cuando soltando comentarios educados, sintiendo como mi corazón latía entre ondas dolorosas y amenazaba con colapsar, mordiendo el interior de mis mejillas hasta probar la sangre en mi lengua, clavando mis uñas en las palmas de mis manos hasta sentir el sudor y el líquido rojizo escurrir en pequeño hilos carmesí. Uno de los peores días de todo mi existencia, aun peor que esos largos 7 años o al menos eso pensaba yo hasta hace poco.

Wedding of blood and lies- LucayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora