1 de junio

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Algunos días habían pasado, incluyendo el cumpleaños de ambas hermanas. Las dos habían cumplido 15 años el 29 de mayo. Sin embargo, decidieron planear con sus amigas Valentina y Alex una fiesta para el día viernes 31 de esa semana, ya que la fecha oficial había caído un día de clases. La fiesta comenzó a eso de las 22:00 y varias compañeras asistieron, incluyendo compañeros de otros cursos del colegio. A pesar de que todo estuvo muy entretenido, Alejandra quería que solo una persona en especial asistiera, Ignacio. No obstante, después de invitarlo, él le aclaró que no podría ir ya que al día siguiente tenía preuniversitario muy temprano en la mañana.
Hubo música de todos los tiempos, alcohol e incluso comida, hasta que cerca de las 4 de la madrugada la fiesta acabó. Las últimas en quedar fueron Alex y Valentina, ya que se quedarían a dormir. Subieron todas juntas al segundo piso y en una pieza durmió Alejandra y Alex y en la otra Alexandra y Valentina. 

Al día siguiente desayunaron y luego almorzaron alegres de haber disfrutado de una fiesta tan entretenida. Alejandra fue a su pieza y revisó su celular a ver si es que encontraba algún mensaje de Ignacio y así fue, entonces corrió a donde estaban sus amigas (en el living) y les avisó.

—Niñas...

—¿Qué pasó?— preguntaron todas la unísono.

—Es que Ignacio me invitó a salir hoy, ¿qué debería decirle?

—Pues qué crees tú—respondió Valentina  con una voz coqueta—. Dile que sí y te vas a arreglar de inmediato. 

—Está bien, lo haré —respondió Alejandra entre risas—. No voy a desaprovechar esta oportunidad.

Alejandra fue hasta su pieza y se miró en el espejo. Sabía que aquello que estaba sintiendo por ese chico era importante. Sin embargo, le molestaba demasiado el hecho de que él no la hubiera saludado o dirigido la palabra en el colegio después de tanto tiempo. Eso le daba una mala sensación y le generaba cierto disgusto. A pesar de eso, prefirió dejarlo y pensar en cómo sería esa salida con Ignacio. Él la hacía sentir tan bien, le gustaba su forma de ser con ella y cómo se expresaba. Admiraba su inteligencia y su rostro, porque jamás había conocido a alguien como él y deseaba disfrutar cada minuto a su lado.

Cuando ya se hubo arreglado, le avisó a sus amigas y luego esperaron la locomoción cerca de la casa. Tomaron la primera micro que pasó y después de 15 minutos llegaron a su destino. Se bajaron en el Unimarc del centro de Coquimbo y allí se despidieron. Todas le desearon suerte y luego cada una tomó un rumbo distinto. Alejandra se dirigió al empalme con un pedazo de torta guardado para entregárselo a Ignacio, ya que sintió que por algún motivo él se sentía culpable de no haber podido asistir a la celebración. Mientras se dirigía a una banca, notó que él también iba llegando al lugar del encuentro, donde a la distancia sonrió y él también. Cuando se encontraron, se saludaron con un pequeño beso en la boca y luego hablaron.

—¿Te parece si vamos al parque?

—Claro que sí, allí estaremos cómodos— respondió ella.

Caminaron tomados de la mano hasta bajar al parque. Cuando entraron, ubicaron un espacio lleno de pasto, donde llegara la luz y los abrigara un poco. Alejandra se sentó frente a él y notó como el sol le daba un aspecto hermoso, lo hacía parecer más pálido de lo que era y sus rulos brillaban como oro.

—Te traje un regalo.

—¿En serio? ¿y qué es?— preguntó Alejandra con entusiasmo.

—Toma. 

Ignacio le entregó un peluche de tigre. Alejandra lo recibió y observó durante unos segundos. 

—Gracias.

 —Lo encontré bonito y creí que era perfecto para ti.

Alejandra lo miró a los ojos y sonrió. 

—Ahora dime, ¿cómo estuvo la fiesta? ¿cómo la pasaste?

—Estuvo entretenida, fueron varios compañeros del colegio y al final mis amigas se quedaron a dormir en mi casa.

—Mira que bien.

El sol comenzó a bajar y la luz a desparecer. Ignacio le propuso a Ale caminar por alguna parte hacia otro lugar y así hablar. Caminaron hasta llegar al parque frente al hospital San Pablo y se sentaron en una banca. Ignació tomó una de las manos de Alejandra y luego su mejilla. Ella lo miró y entonces él se le acercó y la besó. Ella se sintió feliz, se sentía querida y desesba que no dejara de besarla, entonces lo abrazó y le dijo.

—Me gustas mucho Ignacio.

Ignacio no respondió nada, pero tomó sus mejillas entre su manos, observó cada detalle de su rostro y le confesó.

—Tú eres muy hermosa, ¿lo sabías?

Las horas pasaron y cuando ya era las 20:00, Ignacio acompañó a Alejandra al empalme, ya que debía esperar a Alexandra que había ido de compras con Valentina. Los dos se sentaron en una banca de frente y rieron coquetos.

—Toma, te traje un pedazo de torta, ya que ayer no pudiste ir... ojalá te guste.

—Gracias—respondió Ignacio un poco soreprendido.

A lo lejos Alejandra vió como su hermana se acercaba a ella y a él, entonces ambos se levantaron y cuando se iban a despedir, no supieron cómo. Ambos vacilaron, pero al final, se dieron dos besos cortos en la boca.

—He llegado—dijo Alexandra.

—Bueno, creo que es mejor que me vaya...— Dijo Ignacio un poco incómodo.

—Está bien, adiós—respondió Ale entusiasmada.

Después de observar cómo él se alejaba, las hermanas caminaron hasta fuera del Unimarc para tomar locomoción y rápidamente lo hicieron. Mientras iban de camino a casa, Alejandra revivió cada momento vivido ese día y se sonrojó. Cuando llegaron a su casa, Alejandra buscó su celular y notó que tenía un mensaje de Ignacio.

—¿Llegaste bien a tu casa?

—Sí, ¿y tú?

—Yo también, acabo de llegar.

—Que bueno, ¿qué tal te pareció la torta?¿te la comiste ya?

—Ya me la comí jaja me pareció deliciosa.


Crónica de una mujer enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora