19 de mayo

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Alejandra despertó un poco angustiada. Sabía que algo raro había en ese chico y su respuesta, pero no le dio mucha importancia. Se levantó y se dirigió al baño. Mientras lo hacía, escucho a su madre hablar con Alexandra, quien ya se había levantado. Cambió de dirección y las saludó a ambas.

—Buenos días, ¿Cómo están?— les dijo mientras se pasaba las manos por la cara y así despertar del todo.

—Buenos días hija, hoy iremos donde tu abuela. Vístete rápido y nos vamos.

Alejandra se devolvió a su pieza, buscó ropa interior para dejarla lista, ya que se iba a bañar. Después fue en busca de una toalla y entró a la ducha. 

Pasaron cerca de dos horas antes de que salieran a la casa de la abuela. Cuando llegaron, la saludaron con un beso en la mejilla y luego a su abuelo. Alejandra se fue directamente a la pieza que alguna vez había sido de su madre, ya que luego de que nacieran ella y su hermana, habían tenido que quedarse allí debido a que el padre de ambas se había enfermado de escarlatina. Alejandra encontró un netbook allí y lo abrió, escribió rápidamente la página de facebook y entró a su cuenta. Allí, miró por un momento el inicio y luego abrió los chat a ver si Ignacio estaba conectado. Entonces justo en el momento cuando estaba dispuesta a escribirle, él le habló.

—Hola :).

—Hola, ¿Cómo estás?

—Yo bien, gracias. ¿ y tú?

—Que bueno, yo bien también. 

Alejandra se quedó mirando por un momento el cuadro de chat, ya que solo salía que el chico había visto el mensaje, pero no había respondido nada. Alejandra cerró el cuadro y se levantó para ir a tomar agua, cuando escuchó que algo sonó y se volteó para ver si había respondido. Efectivamente lo había hecho. Abrió el cuadro de chat nuevamente y leyó el mensaje.

—Oye, ¿te parece si salimos hoy? digo, para aprovechar el día soleado.

Alejandra sintió un poco de entusiasmo y nerviosismo. Además, sabía que debía pedirle permiso a su mamá para salir y tenía el presentimiento de que sería difícil conseguirlo. Entonces le escribió.

—Me parece una idea genial, pero, ¿dónde iríamos? ¿a la playa?

—No lo sé, donde tú quieras. Yo solo quiero aprovechar el día jaja.

—Está bien, iré a pedir permiso primero. Te aviso.

Alejandra se levantó y camino hacia el patio de la casa. Sabía que allí estaba su madre con su abuela, entonces le preguntó.

—Mamá, ¿puedo salir hoy?

—¿Hoy?— le preguntó la madre—. Pero si hoy es domingo.

—Lo sé mami, pero es importante.

—No sé hija, no me parece una buena idea.

—Mamá por favor, de verdad quiero salir— le dijo Ale casi rogándole.

—No sé la verdad...

Alejandra miró a su madre con los ojos llorosos y con algo de rabia. Entonces se dio la vuelta y corrió hacia la pieza. La madre la observó hasta que desapareció dentro de la casa y pensó en si era correcto el no dejarla salir.

Alejandra llegó a la pieza y derramó un par de lágrimas, se sentía enojada y con pena, ya que al fin tenía la oportunidad de salir con ese chico, el que le llamaba la atención y ahora debía decirle que su madre no la había dejado. Sintió vergüenza y maldijo a su madre por unos instantes. Pasados unos 10 minutos, su madre entró a la pieza y quiso hablar con ella.

Crónica de una mujer enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora