10 de junio

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00:30. Alejandra le pidió a su mamá si podía dormir con ella. Y es que hacía algunas horas, Ignacio le había dicho a través de un mensaje de whatsapp que ya no podían salir más. Alejandra se acostó en la cama con su madre y se volteó para que no la pudiese ver llorando. Estaba temblando y lo odiaba profundamente. Sabía muy bien que la excusa de que el colegio lo tenía ocupado era un estupidez y que en realidad él nunca había sentido nada. Se quería morir. Estaba temblando y llorando y se sentía completamente tonta y sola. Tenía rabia acumulada y necesitaba desahogarse. Pensó por un momento que al día siguiente durante el almuerzo podría hacer un escándalo, pegarle una bofetada y pedir explicaciones como cualquiera lo haría, pero luego pensó que mejor no. Que lo que debía hacer era descansar por esta noche y en algunas horas más estaría más calmada y ahí recién podría tomar decisiones. A pesar de que se sentía enferma y adolorida, luego de unos minutos se pudo dormir.

Cuando despertó, sintió los ojos hinchados. Pensó que lo más probable es que se le notara demasiado que había llorado, así que se levantó y fue directo al baño. Allí, se miró en el espejo y se dio cuenta de que tenía razón. Se lavó la cara y acto seguido, comenzó a maquillarse. No quería que nadie se diera cuenta de lo horrible que lo había pasado el día anterior y menos que el innombrable se diera cuenta. Sería su derrota. 

Se quedó un momento en silencio y escuchó que alguien se estaba levantando. Dudó por un momento si es que era Alexandra o su madre, pero cuando escuchó que le habló desde fuera del baño lo supo.

—Hija, ábreme, necesito ocupar el baño.

—Sí mamá, en seguida.

Alejandra abrió la puerta del baño sin mucho ánimo y dejó pasar a su mamá. Ésta se sentó en el inodoro y miró a su hija a la cara.

—¿Cómo estás?¿cómo amaneciste hoy?  

—Me siento mal mamá, horrible— le confesó Alejandra con desgano—.Pero tengo que ir al colegio hoy.

—Vamos hija, tú eres fuerte, ese niño no vale nada. Cuando llegues al colegio, ni siquiera lo mires. Estoy segura que volverá solito.  

—No lo creo mamá.

Salió del baño en dirección a su pieza, ya que allí estaba su uniforme. se vistió, tomó su mochila y bajó rápidamente. El motor de la camioneta ya estaba tibio, así que abrió el portón, sacó el vehículo y luego cerró el portón. Se subió a la camioneta y como ni su papá ni su hermana estaban listos, encendió la radio a ver qué se encontraba por ahí. Mientras cambiaba las frecuencias, se dio cuenta de que el día estaba hermoso. Hacía un poco de frío, pero el sol ya había salido. Amaba los días soleados y sobre todo, la salida del sol y cuando este se escondía. Eran los paisajes más bellos que disfrutaba. Cuando al fin llegó a su frecuencia favorita, encontró una canción que le apenó mucho. Just when i needed you most de Randy Vanwarmer se dijo a sí misma, ¿por qué ahora? pensó. A pesar de no querer escuchar la canción, no cambió la frecuencia. En vez de eso, escuchó cada palabra de la canción...You packed in the morning i stared out the window and i struggled for something to say you left in the rain without closing the door i didn't stand in your way but i miss you more than i missed you before and now where i'll find comfort, god knows 'cause you left me just when i needed you most... Cerró los ojos. Miró por la ventana y notó que su padre y Alexa iban en dirección al auto, así que se secó las lágrimas que habían comenzado a caer y fingió que nada había pasado. 

Su papá se subió a la camioneta y luego de escuchar un momento, preguntó.

—Que bonita esa canción, cómo se llamará...

—Papá—le dijo Alejandra —.Se llama just when i needed you most de un tal Randy y algo.

—Ahh, cuando llegue de vuelta la voy a buscar.

Llegaron al colegio faltando 15 para las 8, así que entraron y se sentaron cerca de los árboles del colegio. Allí estaba Valentina, quien las saludó con ánimo, pero al notar la expresión de Alejandra en el rostro, cambió de inmediato.

—¿Qué pasó Ale?

—Imagínate, el niño raro ese que no la saluda, terminó con ella y por Whatsapp.

—¿Qué?¿pero cómo?¿en serio?—preguntó Valentina sin poder creerlo.

—¡Sí! y niñas, no quiero saber ya nada de él. es más, no quiero ni escuchar su nombre. Si de ahora en adelante quieren hablar de él, le van a decir ''innombrable'', ¿me entendieron?

—Sí Ale, pero tranquila—le dijo Valentina con cierta lástima.

—Ah, y cuando llegue Alex, le explican lo que les acabo de decir, no ando con ganas ni de hablar.

Alejandra se sentó en el lugar donde estaba Valentina. En cierta parte, Valentina y Alexandra sentían algo de culpa, ya que pensaron que pudieron haber evitado que su amiga saliera con ese niño tan peculiar que ni siquiera era capaz de mirarla en el colegio. Sin embargo, mientras Valentina miraba hacia la entrada esperando que apareciera Alex, notó que Ignacio iba entrando al colegio y que tenía la mirada fija en algo o alguien que estaba cerca de ella. Al seguir su mirada, notó que estaba mirando a Alejandra, por lo que de inmediato le avisó.

—Alejandra, no mires pero el innombrable te está mirando y al parecer no sabe disimular.

—¿Qué?¡¿Dónde?!

Alejandra buscó de manera rauda su rostro y lo encontró. Él claramente la estaba mirando a ella. Por un momento se sintió incómoda, porque él jamás le desvió la mirada, sin embargo, después de un momento, lo sintió como un desafío.

—Maldito imbécil— protestó Alejandra con rabia—. Cuando estábamos juntos jamás fue capaz de dirigirme así la mirada acá y ¿ahora se quiere hacer el galán? ¡Ese hombre está loco!

—Claro que lo está—exclamó Alexandra.

Tocaron el timbre para entrar a clases y cuando estaban por cerrar la puerta de la sala, apareció Alex corriendo. Las 4 amigas se sentaron en sus lugares como era común, aunque desde hace algunos días, Alex y Vale habían quedado de acuerdo en irse turnando para estar en la ventana. La hora de clase pasó rápidamente y al fin pudieron salir. Se ubicaron al frente de la entrada del casino y de pie. El sol daba fuertemente en el rostro y a veces no dejaba ver con claridad.

—Necesito que me expliquen qué pasó— pidió Alex con urgencia.

—Está bien, te contaremos—le dijo Alexandra—.Mira, lo que pasa es que...  

—Esperen y miren, están saliendo los de cuarto año— les avisó Valentina.

Las cuatro miraron directamente a la sala de los niños de cuarto medio. Comenzaron a salir y casi al final, salió él. Buscó por todos lados hasta que al fin ubicó a Alejandra en frente del casino.

—¡Uy! ¡si lo odio!¡que rabia!—exclamó Alejandra enfurecida.

—Pareciera como si te estuviese vigilando, qué onda— comentó Valentina.

—Niñas, necesito que me cuenten para entender todo— les pidió Alex sin entender mucho de lo que estaba pasando.

—Niñas, explíquenle por fa, que yo no lo haré.

Alejandra miró hacia el tercer piso, que era el lugar donde se encontraba la sala de ellas, luego bajó la mirada a ver si él la estaba mirando todavía y así fue. Alejandra le mantuvo la mirada y él a ella. Mientras lo observaba, se dijo para sí misma que desde el momento que la había terminado y dejado, había comenzado a gustarle más.

  

  

Crónica de una mujer enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora