Capítulo 7

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          Sindier se precipitó al correr, el pudo recorrer un aproximado de un kilómetro, pero por una roca que se postro en su camino, produce que se cayera ferozmente en el suelo, esto genero que se diera un fuerte golpe contra el suelo haciendo que se cayera en el piso como un muñeco de trapo, el se había quedado entre una roca vertical de unos tres metros, que estaba en la base de la montaña, y otra que servía de soporte que se encontraba a un ángulo agudo, sosteniendo la roca vertical para que no cayera sobre Sindier.

          Mientras él se encontraba en su oscuridad perpetua de desmayo, cuerpos sin vida se empezaron acumular alrededor de el en una horda de carne en putrefacción, el ambiente se había vuelto pesado e insoportable, además de que el bosque se tiño de un rojizo color.

          Sindier al salir de la oscuridad, se encontraba en un cuarto con paredes negras, rasgadas y desgastadas, todo ahí tenia una espesa capa de negrura, la estadía allí era insoportable, él despierta en la opaca cama alado de una ventana que dejaba ver la nada total. Al levantarse nota que lo observa algo, al mirar por la ventana no ve nada, pero al voltearse para ir a la puerta un rostro rojo se asoma por la ventana obligándolo a voltear, pero este se oculta entre las tinieblas.

          Al no notar nada, se voltea de nuevo hacia la puerta, al alcanzar la perilla nota una peculiaridad, el picaporte se encontraba pegajoso, Sindier al retirar su mano ve que es un liquido negro, además de que este empezó a fugarse del la perilla, hasta el suelo.

          Esto genero que él se retrocediera, viendo que la puerta se abrió, y que se dejando visualizar una figura roja, de inquietante altura, que para sorpresa de se quedo inmóvil, pero mirándolo a donde fuese, con una mirada penetrante, y el techo se empezó a rasgar generando un sonido abrumador, sofocando el ambiente en ansiedad. Sindier no pudo soportar, cuando seso el ruido, la figura se encontraba justo al lado de la cama, mientras el sonreía.

          De repente, se noto en su mano derecha, que era jalada por un brazo espeluznante, emergente de la pared alojada atrás de Sindier, que ejerció una fuerza, atrayéndolo, al tratar de contrarrestarla, es jalado por todas sus extremidades, a los confines de la oscuridad de la pared.

          Mientras veía como todo el cuarto se alejaba gradualmente de su vista, sentía agujas clavándose en su cuerpo, claro estaba que no eran agujas, sino la oscuridad solidificándose en energía, que atravesaba su cuerpo con mucho dolor, como vigas de acero atravesando una pierna, en segundos sus nervios estaban paralizados.

          Luego el se levanta  de golpe, con un zumbido en los oídos, el pudo vislumbrar por un rayo de luz, que surtía su vista con esperanza, esto genero que caminara hacia el de forma calmada. Mientras se arrastraba por la base de la montaña siguiendo el raya que lo hipnotizó, sus prendas del hospital militar, eran lo único que le quedaba de dignidad en ese momento, durante subía por el monte.

          Se notaba en su rostro, una amarga tristeza, pues lo que le pasaba por la mente era la preocupación por su familia, y especialmente el resto de personas que presencio morir, esta idea se vio desvanecida al oír una voz, de entre los arboles blancos de abedul.

—Sabes, no tengo mucho tiempo—dijo el ente, aparentando ser Oskar a continuación. Al oírlo se detiene para admirar sus alrededores en busca de el, que parecía no estar allí.

—¿Cómo pasó, esto?—mencionó Sindier, mirando hacia atrás con el ceño fruncido, lo cual ahí se encontraba Oskar preocupación.

—Pues, ustedes como humanos se lo buscaron—menciono llanamente Oskar.

—¿Te refieres a que fuimos nosotros, quienes hundimos un barco, o creamos un huracán, que arraso con toda Carolina del norte?—Exclamó sollozando Sindier, en el rostro del aparentemente Oskar.

—Ustedes desataron el cataclismo fulminante en el mundo—dijo simplemente y sin sobresaltos Oskar.

—No me puedes culpar a mi, yo si fuera el responsable, no haría desastres tan diminutos como aquellos, ¡yo acabaría con la vida en un parpadeo, por que soy un maldito dios!—exclamó el ente, oscureciendo el cielo, y alarmando a Sindier, asiéndolo retroceder unos pasos.

—¿Pero no hay forma de arreglar esto?—se pregunto Sindier un poco alterado.

—No, pero como eres el dueño del libro y su llave, tengo que enseñarte algunas cosas primero, para cuando llegue el momento—dijo el ente aparentando ser Oskar extendiéndole su brazo a Sindier, para que lo tome.

         Con poca confianza, decide avanzar muy lentamente hacia el, Sindier se asusta porque el ente le agarra bruscamente el antebrazo, y luego ambos también.

—Y, por favor no te vallas a desmayar—Dijo el ente, con una sonrisa macabra.

—¿Porque?—preguntó Sindier preocupándose por su lucida decisión.

          De repente un pentagrama, surge del suelo rodeándolos, este se tiño de amarillo, al momento la realidad, exceptuando a ellos, se distorsiono como una esfera, doblando así un árbol de abedul, como si fuera visto por una lente muy curvada. La primera reacción de Sindier, fue miedo, y después una pizca de curiosidad, acompañado de una sensación de incomodidad.

          Y lo mas intrigante, era que todo empezó a deformarse gradualmente, mostrando destellos rojos y de luz, este caleidoscopio de colores cálidos, se veía envuelto en un ambiente en azufre, desesperación, e inclusive inquietud, a un grado, que el nunca había sentido, por un momento pudo de notarse en esa esfera dimensional, un risco pronunciado encimado ante un mar, el cual el mismo Sindier se encontraba en la punta, pero en la visión el se nota, asustado por algo en el cielo, lo cual era una bomba que cayo sobre este risco.

          Al final, la realidad y el alrededor, se empezaban a lucir gradualmente menos distorsionados, al lucir todo normal, Sindier noto que estaban al lado de un camino compuesto por piedras colocadas uniformemente, ambos soltaron sus brazos.

—Aquí te quedaras hasta que estés listo—mencionó el ente aparentando ser Oskar.

—¿A que te refieres con eso?—dijo Sindier mientras veía que el ente, era tragado por la tierra.

—¿Donde estaré?—se pregunto Sindier mirando el alrededor en que estaba el camino.

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