Universos

53 4 0
                                    

El día que dejé la luna por el sol,

un eclipse succionó

la luz de mi garganta.

Me atraganté con polvo de estrellas,

y escupí pequeños universos que

la Luna nunca soñaría con orbitar. 

El sol me dijo que yo era la cosa más sombría

que ella alguna vez había visto.

La luna suspiró diciendo que él 

conocía los cráteres en su superficie

lo suficiente como para enviarme

navegando a través de su galaxia.

Creo que la luna estaba celosa.

Él siempre quiso que los rayos de su Sol

lo calienten, pero nunca pudieron acercarse.

Quizás es por eso que

se conformó con mis manos.

Que llenan con cariño doloroso

los agujeros de su superficie.

El sol me felicita por tratar 

de sanarlo, y me promete 

un brillo eterno, un vino 

que no puedo negarme a tomar.

A veces miro hacia arriba,

y desde mi casa en su carne ardiente,

una llamarada de sol entre tantas ilumina, 

hasta sintiendo lástima por la Luna.

Sé que él bloquea sus rayos,

para que pueda tomar nota 

de la oscuridad que siente ahora.

La luz alrededor suyo

me hacen poder ver

cada curva, cada cicatriz

que forman su ser. 

Le digo que lo siento,

pero ya no puedo verme reflejada en él

estoy en otra etapa de mi vida,

necesito brillar, no puedo más

vivir en esta penumbra. 

Quizás nunca pude.





Mis escritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora