En la penumbra
de la surrealidad,
el villano de mis ideales,
destruye la minúscula
partícula de la lógica.
Ganando la partida,
mientras pierdo las piezas,
de una cabeza frágil,
con armas de pensamiento,
que retienen como radical
a mi corazón.
La culpan de eludir
a la mentalidad,
y refugiarse en frialdad.
Él se declara radical,
se justifica alardeando
que lo que hace, lo hace para salvar,
a este cuerpo en fase terminal.