1. No existen los accidentes

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Un lazo o marca se da entre un alfa y un omega cuando estos se reconocen mutuamente como pareja (destinados).
El alfa es el encargado de morder la nuca del omega (no siempre durante el acto sexual) marcando una unión física y sentimental entre ellos.
Si bien, los omega son por naturaleza sumisos y lindos, hay algunos que no encajan en los parámetros y podrían, incluso, aparentar ser de clase beta pero esto quedaría descartado a cierta edad, pues el primer celo de un omega se presenta a partir de los 13 años.
Los destinados son comúnmente entre alfa y omega (rara vez hay un enlace entre un beta y un omega) porque solo el alfa es capaz de complacer las necesidades biológicas del omega; la marca, el nudo, feromonas, entre otras cosas. La vida plena e ideal de un omega es al lado de un alfa.

Ó al menos eso profesaban las guías del omega saludable.

-La situación aquí, señoras, puede ser simplemente un atraso del celo y una confusión de feromonas.

Ambas mujeres miraban con recelo al anciano, no conformes con la pequeña explicación teórica que el médico les dio.
No daba respuesta a la mayor incógnita que rondaba en sus mentes.

"¿Cómo debo ayudar a mi hijo?"

Inko Midoriya, una beta regordeta de cabellos verdes, se encontraba hecha un manojo de nervios; llevaba una vida tranquila con su precioso hijo omega hasta hace unas horas al recibir una llamada de la academia. Cuando llegó jamás imaginó encontrar a su hijo llorando en brazos de otro chico, que igualmente lloraba pero de manera más discreta, Shinsō Histoshi, un reconocido alfa... O al menos eso creía.

-Como lo dije, señoras, el caso de sus hijos no tiene precedentes. En mis 32 años de carrera jamás vi una situación como la de ellos... Es raro, simplemente único...

La mirada violeta y esmeralda se encontraron, concordando una misma opinión: Esa información no servía de nada.
La hermosa omega de cabellos negros, Shinsō Shiroko, habló de manera calmada y firme hacia el médico.

-Lo que usted intenta decir es que mi hijo, perdón, nuestros hijos solo están confundidos por el repentino celo de Hitoshi y que esto pasará cuando su celo termine ¿Verdad?

-En efecto -afirmo el doctor- El primer celo siempre viene cargado de muchas feromonas, no es de extrañar que más de uno se viera atraído.

-Que más de un alfa se viera atraído, pero qué hay de un omega. Izuku fue el único omega que reaccionó ante el celo de mi hijo cómo lo haría una pareja de destinados y no solo eso, Hitoshi acepto su presencia y ambos se buscan desesperadamente.

-Ya le expliqué que puede ser una confusión. Tal vez es solo el instinto de Midoriya tratando de ayudarlo.

-Eso no es lógico para mí... Mi hijo nunca había tenido un celo como el de un omega, ni siquiera se había sentido atraído hacia los alfas. Hitoshi jamás se comportó como un omega, pero en el momento que se cruzó con Izuku... Él, su cuerpo reaccionó de la misma forma que cualquier destinado lo hace...

-Lógico o no, es la única explicación racional que podemos encontrar ahora -el médico acomodó los lentes en el puente de su nariz, ni siquiera él sabía que pensar- Si es como usted sugiere, que ambos son destinados, entonces no es algo que la medicina pueda solucionar.

No hubo más decir y aunque lo hubiera, ninguno sabría realmente que hacer.
Ambas mujeres salieron del consultorio rumbo a la habitación al fondo del pasillo. Al entrar se encontraron a dos jóvenes acostados sobre la camilla, abrazados, con el pelimorado sumergido en un sueño profundo. El omega peliverde sonrío hacia su madre cuando encontró su mirada.

-¿Todo está bien, mamá?

-Lo está, Izuku ¿Podemos hablar un momento a solas, cariño?

-¿Qué pasa?

-Necesitamos hablar... A solas.

-Pero Shinsō está durmiendo...

-Lo sé, por eso debemos hablar ahora.

-¿Podemos esperar?

-No, mi amor. Levántate y ven afuera conmigo unos minutos.

Izuku dudó, no quería separarse; aunque no entendiera porqué al estar al lado del pelimorado se sentía tranquilo estaba seguro de que no le sentaría bien a ninguno separarse mucho tiempo.
Pero al final, después de debatirse internamente, terminó levantándose de la camilla.

Ninguna de las dos mujeres dejó pasar desapercibida la caricia que Midoriya dio a los cabellos del chico dormido, aún así no comentaron nada sobre eso.

-¿Qué pasa, mamá? -pregunta Izuku cuando se detienen al avanzar algunos pasillos- Si es algo malo dilo de una vez ¿Shinsō está bien?

-El doctor dice que él está bien, no debes preocuparte. De lo que quiero hablar, es sobre lo que pasó contigo y él.

-Oh... -Izuku bajó la cabeza- No debí golpear a esos chicos, lo sé... Pero cuando vi que trataban de tocar a Shinsō no pude controlarme...

-No estoy enojada por eso, Izuku, de hecho me parece muy valiente que lo hayas defendido -sonrió la mujer- A lo que me refiero es a lo que pasó cuando te llevaste a Shinsō.

El muchacho se rascó la mejilla avergonzado. Para ser sincero consigo mismo, no recordaba claramente lo que había hecho después de golpear al par de estudiantes que trataron de tocar a su Hitoshi. Lo único claro que recuerda es haberse encerrado en el salón más cercano, de ahí solo aparecían escasos besos y abrazos en su memoria.

-No pasó nada, mamá. Solo traté de ayudarlo.

-Y lo hiciste bien, Izuku -su madre acarició su mejilla- Ahora sus padres están aquí y lo cuidarán, nosotros debemos volver a casa.

-Pero él aún no despierta. Esperemos un poco más, por favor.

-No podemos, cuando el despierte nosotros ya estaremos en casa.

-¡No! No quiero irme a casa aún... Tengo que estar ahí cuando despierte.

-No es así, Izuku, sus padres son los que lo cuidarán hasta que despierte. He hablado con la señora Shiroko, están agradecidos y hablarán contigo cuando su hijo esté mejor, así que debes esperar.

-Pero no quiero irme... Le prometí a Shinsō que estaría con él cuando despertara, no puedo irme mamá.

-Entiéndelo, Izuku, no puedes estar cerca de él en este momento...

-Si puedo, puedo y lo haré. Estaré con él.

-Izuku... ¡Izuku!

La mujer intento alcanzar a su hijo mientras él corría de regreso a la habitación, con la determinación dibujada en su rostro, deseoso de poder quedarse al lado de su compañero, ver su sonrisa y oler su agradable aroma de moras. Él quería, deseaba con todo su corazón...

-¿Shinsō? -su voz fue baja y temblorosa- ¿Shinsō?

El dulce aroma de moras había sido opacado por el antiséptico y las sábanas estaban al pie de la camilla. La habitación estaba vacía.

-Shinsō... Lo prometí... Prometí quedarme a su lado, no puedo fallarle ¡Lo prometí!

-Izuku...

-¡Por favor, mamá! -las lágrimas ya opacaban sus ojos cuando la miró con suplica- Él me pidió que me quedara, lo prometí ¡Le prometí quedarme con él! No pueden solo llevárselo. Quiero estar con él ¡Shinsō! ¡Shinsō!

-Izuku, cálmate.

-¡No! ¡Shinsō! ¡Devuelvanme a Shinsō!

-¡Basta, Izuku!

-¡Quiero estar con Shinsō! -Gritó apretando las sábanas contra su pecho- ¡Hitoshi! ¡Hitoshi!

No notó a las enfermeras que entraron, hasta que fue incapaz de resistirse a la fuerza del beta sobre sus brazos para tenerlo quieto mientras le inyectaban un tranquilizante.
Izuku Midoriya fue conciente, por primera vez, de lo débil que era.

Destino || ShinDeku || OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora