3. Como debe ser

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La impotencia invadía su cuerpo todos los días, acompañado de cerca por la depresión, le costaba levantarse de la cama y poner atención en las clases, comenzaba a aislarse de sus amigos y a irradiar tanta tristeza que su padrino, Yagi Toshinori, sufría de ansiedad al ver su estado y no saber como ayudarlo. Los días pasaban cada vez más lento, siendo el rubio adulto aparentemente el único testigo del deterioro de su sobrino, puesto que su madre solo sonreía y rodaba los ojos cada vez que hablaba sobre el aspecto del joven.

"Solo esta un poco deprimido, tuvo un celo difícil. Dale tiempo" era la unica respuesta que obtenía, pero estaba harto de eso. Así que ese día el rubio adulto se paró decidido frente al joven cuando éste llegó de la academia, sus ojos opacos y ojeras pronunciadas lo miraron sin entusiasmo. Le dedicó su más grande y brillante sonrisa para intentar animarlo.

-Hola Joven Midoriya ¿Qué tal la escuela hoy? -le quitó la pesada mochila de los hombros- Espero que tengas hambre, me encargue de comprar los ingredientes para que tu madre nos prepare Katsudon, es un gran día para comerlo ¿no crees?

-Gracias, supongo que esta bien -Yagi trató de disimular su disgusto ante la falta de entusiasmo del chico, era bien sabido su amor por ese platillo y lo eufórico que solía ponerse cuando lo comía- Iré a mi habitación.

-Joven Midoriya... -el adulto intentó por milesima vez entablar una conversación con su ahijado- ¿Crees que...

-Ahora no Padrino, tengo mucha tarea -pero la respuesta seguía siendo la misma, el chico inventaba alguna excusa y se encerraba en su habitación. 
Toshinori despeinó sus cabellos frustrado cuando la puerta se cerró en sus narices; necesitaba hacer algo por el muchacho, su alfa lo consideraba como su cachorro y verlo muerto en vida solo crispaba sus nervios. Tanto el joven Midoriya como su madre se habían negado a decir una palabra de lo ocurrido hace días cuando recibió una llamada de Inko pidiendo que pasará por ellos al hospital (cosa que hizo inmediatamente) temía encontrar a su cachorro herido, enfermo o peor aún, marcado en contra de su voluntad; sin embargo solo encontró a un chico con un chico de mirada vacía y un olor a tristeza más fuerte cada día.

La desesperación lo hizo tomar una peligrosa decisión. Con manos temblorosas sacó su teléfono; Inko preparaba la comida e Izuku estaba encerrado, nadie podría detenerlo.

"Sé que debes estar ocupado, pero me temo que es urgente. Algo le ha pasado a nuestro cachorro y no sé como ayudarlo."

Una gota de sudor resbaló de su frente cuando pulsó el botón de enviar; solo había una persona en el planeta que lograría hacer hablar al peliverde, una persona capaz de obtener toda la información que quisiera con solo una mirada; Aizawa Shōta, su omega. 

La mesa estaba servida para tres, Inko estaba en un extremo comiendo tranquila, a su lado derecho se encontraba un callado Izuku quien revolvía la comida y daba pequeños bocados

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La mesa estaba servida para tres, Inko estaba en un extremo comiendo tranquila, a su lado derecho se encontraba un callado Izuku quien revolvía la comida y daba pequeños bocados.
Toshinori estaba impaciente, sabía que no recibiría respuesta a su mensaje pronto, pues Aizawa se encontraba a mas de cinco horas de ahí trabajando en otra ciudad y apenas habían paso dos desde que mandó el mensaje.
Tal vez eso era lo que mantenía a Inko tan tranquila, la seguridad de que Aizawa se encontraba a horas de distancia y el trabajo de dos semanas que lo mantendría lejos.
Más por compromiso que por hambre el adulto comenzó a alimentarse, no hubo conversaciones (como en los últimos días).

Destino || ShinDeku || OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora