Día 2959

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A penas me dio tiempo a reaccionar. Un extraño golpe a un metal me despertó y el estruendo que este realizó cuando atizó contra el suelo terminó de activar todos mis sentidos y de encender las señales de alerta. Cuando me quise incorporar ya era tarde. Un segundo impacto contra el suelo resonó por la habitación, aunque este fue mucho más débil, y a continuación algo que parecía una fuga de gas o una corriente de aire comenzó a invadir mi habitáculo, haciendo el aire más denso y volviendo a dormir mi cuerpo.

Poco recuerdo de los siguientes minutos. Voces, gritos, luces y fuertes estruendos abstractos fue lo único que percibí. Los parpados me pesaban y notaba como si mi sangre se hubiera vuelto más espesa, evitando que pensara o reaccionara.

Cuando finalmente desperté estaba en el comedor, pero este estaba muy distinto. Las mesas y sillas estaban en las puertas y personas uniformadas de forma extraña invadían la habitación. Yo estaba sentada en el suelo y apoyada en la pared, con las manos atadas en la espalda y los pies unidos con una cuerda. A mis lados había otras siete personas de la organización en mi misma situación, custodiados por esos extraños invasores.

- Ya están todos despiertos- proclamó un hombre al que el pañuelo de su cara permitía que solo se le vieran sus oscuros ojos. Los demás llevaban una vestimenta similar, el color negro reinaba en su cuerpo y la mayoría llevaban gafas de sol que todavía hacia más difícil distinguir a unos de otros.

Una pantalla se encendió y en ella apareció una mujer rubia de unos treinta o cuarenta años que me trajo un pequeño flashback de esa misma mujer hace unos años atrás diciendo a una niña pequeña y asustada que todo iba a salir bien.

- Tienen 10 minutos para dejar escapar a todos los rehenes, si no entraremos a la fuerza- proclamó firmemente.

- Eso nunca pasará, a menos que hagáis público la manipulación genética ilegal que se está produciendo aquí y que abandonéis vuestras practicas con armas experimentales- contestó lo que parecía ser el líder de los rebeldes. Mi mente todavía estaba espesa y seguía sin entender bien lo que estaba sucediendo.

A mi derecha, en un descuido de los otros, un médico de la organización que había visto en un par de ocasiones se levantó e intentó escapar, un movimiento estúpido teniendo en cuenta que sus pies estaban atados. Un tipo armado lo atizó un fuerte golpe en el pómulo con la culata de su arma derribando al médico y haciéndole sangrar.

Era evidente que debía huir, pero no se esa forma. Intenté separar mis manos, pero la cuerda estaba bien atada y era imposible. Continué con mi mirada perdida y una leve expresión de temor para no levantar sospechas y lentamente fue palpando el nudo en mis muñecas para poder hacerme una imagen mental del tipo de nudo del que se trataba. Después de unos segundos deduje que se trataba de una unión en ocho, no me llevaría más de un par de minutos deshacerlo, lo difícil serían los pies que a pesar de estar unidos por un nudo ordinario no me sería fácil desatarlo sin ser vista. Cautelosamente fui desatando mis manos, sin dejar de observar a mí alrededor en busca de alguna amenaza. Una vez tuve las manos sueltas decidí deslizarlas rápidamente, pero con movimientos poco amplios, llevándolas hacia el frente. De no ser porque algunos de mis compañeros habían sido atados con las manos hacia delante, me habrían pillado. Sin perder un segundo hice un nudo simple y fácil de desatar sobre mis manos para no llamar la atención y ya me dirigía a deshacer la cuerda de mis pies cuando el médico decidió volver a intentar escapar. Este chocó contra uno de los armados y fue dando saltos (que me parecieron muy ridículos) hacia la puerta con pies todavía amarrados. Sin tener tiempo de avisarle escuché como un arma cargaba y acto seguido el sonido de un disparo inundó la habitación. A pocos metros de mí el hombre atado cayó al suelo y un reguero de sangre comenzó a empapar su pantalón. Los gritos de dolor comenzaron a escapar de la boca del hombre. A este le desplazaron a su lugar de origen y yo aprovechando el ajetreo y la distracción creada me terminé de deshacer de todos los nudos, pero siempre dejando algo provisional para no llamar la atención.

SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora