v. me gustaría poder quedarme en el sueño para siempre

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LA SIGUIENTE vez que Arian visitó en sueños a Percy, el paisaje era la playa. Arian estaba sentada en la arena, con unos shorts y una playera de tirantes verde. Percy se acercó desde detrás de ella, sentándose a su lado con la vista al mar. Como la vez anterior, todo a su alrededor parecía hecho con acuarelas.

—Solamente he ido como dos veces a la playa y fue hace bastante tiempo —comenzó a decir Arian, con la mirada perdida, disculpándose—. Así que no recuerdo mucho cómo era, pero espero te guste —casi se atragantó, preocupando a Percy, que le empezó a dar palmaditas en la espalda—. Quiero decir, supuse que te gustaba la playa porque eres hijo de Poseidón y todo eso y como has sido tan amable conmigo pensé que sería amable de mi parte hacer todo... así.

—Es lindo —respondió Percy, viéndola divertido. Arian era bastante tierna—. Gracias, extrañaba la playa —no se dio cuenta de lo cierto de sus palabras hasta que escuchó la melancolía en su voz.

—De nada —dijo Arian, sonriendo.

—Así que... ¿cómo haces esto? Los sueños —Percy sabía que debía de habérselo preguntado antes pero se distraía con demasiada facilidad. En parte por su déficit de atención y en parte porque cada vez que veía a Arian se volvía más tonto de lo habitual.

—Simplemente lo hago —Arian se encogió de hombros—. Es más fácil ahora que conozco tu rostro y ya sé a quién buscar.

—¿Qué más puedes hacer? —preguntó Percy, curioso.

—Sé manipular la Niebla, aunque aún me cuesta bastante trabajo —admitió Arian—. Y puedo ver en la oscuridad mejor que la mayoría, supongo.

Antes de que Percy pudiera darle vueltas al asunto y analizar sus palabras, Arian habló:

—¿Crees que podamos nadar en el sueño?

Percy lo pensó un instante.

—No lo sé —admitió—. Tú lo creaste. ¿Podemos?

—Vamos a intentarlo —decidió Arian, poniéndose de pie y tomando a Percy de la mano, sonrojada, arrastrándolo hasta el mar.

 🔮🔮🔮

Arian supo que debía dejar de visitar a Percy en sueños después de un par de noches. Tendidos sobre la arena de la playa que había soñado Arian, con sus respiraciones tranquilas y sin preocuparse de nada, supo lo tentador que era quedarse ahí para siempre, los dos solos. Sin dioses, monstruos... nada. Era su pequeño paraíso y era demasiado bueno para ser verdad.

Volteó a ver de reojo a Percy. A pesar de que no había dicho nada, tal vez porque ni siquiera él lo había notado, grandes ojeras oscurecían su rostro. Aun así, se veía tan lindo como siempre. Arian se sonrojó cuando pensó eso.

Sin embargo, antes de que pudiera decirle a Percy lo obvio, él habló, con la vista fija en el cielo verde desteñido con acuarela. Inconscientemente todo lo que los rodeaba tenía un toque verde gracias a que Arian no conseguía superar los ojos de Percy.

—Me gustaría quedarme aquí para siempre —susurró, volteando a ver a Arian. Dado que ella ya lo estaba viendo a él, sus miradas se conectaron. Arian se sonrojó al notar la escasa distancia entre ellos. Percy se relamió los labios.

—No podemos —dijo Arian quedamente, aunque casi podía palpar el anhelo en sus palabras. Percy parecía querer debatirlo, pero sabía que lo que decía era cierto. Tomó aire, y le dijo:

—No he sido del todo sincero contigo.

Arian sintió un peso en el estómago, como siempre que Percy decía cosas así. Tenía miedo de que en cualquier momento descubriera las intenciones de Arian y la odiara. Pero, ¿cuáles eran las verdaderas intenciones de Arian? Hasta ahora, lo único que había hecho era hablar con Percy por horas sobre todo y cualquier cosa, nadar y jugar a salpicarse en el agua que Arian había creado. Si fingía lo suficiente, casi se sentía como una adolescente normal en vacaciones.

wicked game / percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora