ixx. la novia de percy

1K 155 28
                                    


APENAS HABÍAN caminado treinta metros y Percy temía que Annabeth matara a Arian. ¿La razón? Ya estaban totalmente perdidos.

El túnel no se parecía en nada al pasadizo con que Arian y Percy se habían tropezado. Ahora era redondo como una alcantarilla, tenía paredes de ladrillo rojo y ojos de buey con barrotes de hierro cada tres metros. Por curiosidad, Percy enfocó uno de aquellos ojos de buey con la linterna, pero no vio nada. Se abría a una oscuridad infinita. Creyeron oír voces al otro lado, pero tal vez fuese sólo el viento.

Annabeth y Arian estaban haciendo todo lo que podían para guiarlos. El problema era que Annabeth pensaba que debían pegarse a la pared de la izquierda, mientras que Arian decía que estarían bien y no era necesario. Decía que lo importante era mantener la calma y el laberinto los llevaría a su destino, haciendo sonar como si el laberinto estuviera vivo y asustándolos a todos.

—Si ponemos todo el rato la mano en el muro de la izquierda y lo seguimos —dijo Annabeth con voz autoritaria—, deberíamos encontrar la salida haciendo el trayecto inverso.

—Bien —cedió Arian, entrecerrando los ojos—. Hagámoslo a tu manera.

Apenas lo hubo dicho la pared izquierda desapareció y, sin saber cómo, se encontraron en medio de una cámara circular de la que salían ocho túneles.

—Hummm... ¿por dónde hemos venido? —preguntó Grover, nervioso.

—Sólo hay que dar la vuelta —respondió Annabeth. Arian se encogió de hombros, claramente molesta por ignorar su opinión, aunque era obvio que estaba nerviosa por la manera en que sostenía su collar de perlas.

Cada uno se volvió hacia un túnel distinto. Era absurdo. Ninguno era capaz de decir por dónde se regresaba al campamento.

—Las paredes de la izquierda son malas —dijo Tyson, muy a disgusto de Annabeth—. ¿Ahora por dónde, novia de Percy?

Miraba fijamente a Arian conforme hablaba, haciéndola sonrojar tanto que sus orejas se volvieron de color rojo. Annabeth estaba que echaba humo, y Percy no sabía a dónde voltear.

Con el haz de luz de su linterna, Arian observó detenidamente cada uno de los túneles.

—Por allí —decidió.

— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Annabeth, retándola.

—Razonamiento deductivo.

—O sea... te lo imaginas.

— ¿Quieres que lo hagamos a tu manera y nos perdamos más? —replicó ella. Grover y Percy voltearon a verse, nerviosos.

Arian, que normalmente era una persona pasiva y callada, estaba perdiendo los nervios. Bien, ella no tenía idea de por dónde ir, ¡pero Annabeth tampoco! Ambas estaban pretendiendo que sabían lo que hacían. Silenciosamente, Arian le rezó a su madre. Por favor, que no los estuviera llevando con un grupo de monstruos. Quería callarle la boca a Annabeth de una vez por todas.

El túnel que había elegido se estrechaba rápidamente. Los muros se volvieron de cemento gris y el techo se hizo tan bajo que enseguida tuvieron que avanzar encorvados. Tyson se vio obligado a arrastrarse.

Lo único que se oía era la respiración agitada de Grover.

—No lo soporto más —murmuró éste—. ¿Ya hemos llegado?

—Llevamos aquí cinco minutos —le dijo Arian, actuando con normalidad. Los últimos años de su vida había pasado mucho tiempo en alcantarillas más diminutas que ese túnel.

wicked game / percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora