xii. un dragón de nueve metros

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ARIAN INTENTÓ no hacerlo, pero finalmente cayó dormida. Lo hizo a los pies de Robin, después de dejar a Percy solo con sus pensamientos en su cabaña. No quería entrometerse (incluso aunque eso fuera la razón principal por la que había ido al campamento) y tenía el presentimiento de que necesitaba un tiempo a solas para procesarlo.

En la seguridad con su mejor amigo Robin y la calidez de su pelaje arropándola, Arian durmió. Y su madre la encontró.

En el sueño de Arian, estaban en una habitación negra completamente vacía. Cuatro paredes, sin ningún otro lugar a dónde huir. El cabello negro de Hécate enmarcaba su hermoso rostro, que no tenía similitud ninguna con Arian. Arian se preguntó si fingía su apariencia a propósito, y que si quisiera tal vez pudiera parecerse más a ella.

—Creí que no te encontraría —el tono de Hécate era educado, pero había un filo en su hablar—. No estabas durmiendo.

—Estaba revisando el campamento —balbuceó Arian, jugando con las puntas de sus pies.

—Así que llegaste al campamento. Me alegro.

—Quemé una ofrenda para ti —musitó Arian—. Es algo que los chicos de aquí hacen. Quemamos comida para los dioses. Sé que no tiene sentido pero quería que supieras que estaba bien.

Por un instante, solo un segundo, la mirada de Hécate se suavizó.

—Me alegro que llegaras bien, Arian. Aunque no lo creas, estaba preocupada. Percy Jackson es un imán de problemas.

—Sí, puedo ver eso —jadeó Arian, soltando algo similar a una risita.

Los ojos de Hécate se iluminaron, acercándose más a Arian.

—¿Así que lo conoces bien, eh?

—No demasiado... —balbuceó Arian. Sabía que Hécate buscaba menos datos como los que Arian sabía de Percy que a ella realmente le interesaban, como por ejemplo por qué el color azul era su favorito, y más datos sobre lo que se había enterado sobre Nico di Angelo.

—Apenas es un día —se apresuró a decir Arian—. Pero en cuanto sepa algo útil te lo diré.

Hécate entrecerró los ojos, frunciendo la mandíbula.

—Arian Spell, ¿estás ocultándome algo?

La respiración de Arian se entrecortó. Su madre la miraba como si quisiera pulverizarla con la mirada. Se lo había prometido a Percy, pero estaba aterrada. Abrió la boca, a punto de decirle todo lo que sabía.

Y entonces despertó. 

🔮🔮🔮

Arian despertó de golpe al ver un dragón. El dragón media unos nueve metros y tenía un color verde intenso. Estaba en la frontera, lo suficientemente lejos para no verla y no poder hacerle daño, pero lo suficientemente cerca para representar un peligro. Sintió a Robin gruñir.

En ese momento, unos chicos llegaron corriendo. Arian los reconoció, habían estado sentados en la mesa de la cabaña de Apolo.

—¿Es eso normal? —preguntó Arian con un hilo de voz. Lee Fletcher, el chico que Percy le había presentado hace unas horas, negó con la cabeza.

—Creo que esta tendrá que ser tu primera práctica, novata —respondió Lee, para luego añadir—: Al menos que quieras quedarte aquí, lo cual está bien.

wicked game / percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora