Capítulo 42: Te Lo Prometo...

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P.O.V Katniss 

Despierto, se que lo hago, el problema es que no veo absolutamente nada. Intento abrir los ojos, y ni bien lo logro, intento mirar a mí alrededor para visualizar las cosas. Todo está borroso, completamente difuminado. Hay una persona a mi lado, mirándome con atención. No puedo notar quien es porque mí visión está completamente nublada. Parpadeo continuamente, con intenciones de hacer la imagen más nitida. Mi vista se aclara lentamente, y noto que Emma es la persona que está conmigo. Poso mi vista en ella unos segundos, y luego miro a mí alrededor nuevamente. Me encuentro en una sala de hospital, hay azulejos de color blanco en las paredes, perfectamente colocados. Luces blancas en el techo, sabanas suaves en la camilla en la que me encuentro. Instrumentos médicos que no se para que se utilizan. Dirijo mis ojos nuevamente a Emma. Ella me mira y sonrie, yo hago lo mismo. Entonces intento recordar que sucedió antes de que me desmayara, antes de terminar en este lugar. Miro al techo para que nada me desconcentre, y comienzo a esforzarme por recordar que sucedió, y lentamente llegan vagos recuerdos a mí cabeza. Se que Emma y yo fuimos a hablar con Coin, me dijeron que encontraron el collar de Peeta, estaba a punto de irme pero escuché a Caesar, que estaba entrevistando a Johanna. Ella dijo que Peeta no estaba en el Capitolio. Entonces recuerdo que corrí hacia la sala de Lockers, y entonces me desmayé. ¿Habrá sido por no saber donde está Peeta? Supongo que es posible que la impotencia provocó el desmayo, no se me ocurre otra cosa. Pero... si Peeta no está allí, ni tampoco esta conmigo, ¿Dónde está? Puede que esté muerto. Lamentablemente, lo más probable es que lo esté. <<Basta, no pienses eso>>, me digo a mi misma en mi cabeza, pero me es dificil luchar entre lo que mi mente quiere que piense, y lo que mi corazón intenta decirme. Por un lado, quiero caer en la realidad de que él no está conmigo, que es posible que no vuelva a verle, y que tal vez esté muerto. Pero por otro, tengo una pequeña chispa de esperanza que me dice que él está con vida, que no murió, y que me está esperando, pero eso me es cada vez más difícil.

Miro a mí alrededor nuevamente, y entonces me doy cuenta de que tengo la misma ropa de hace unas horas. Eso es bueno, porque significa que no fue muy grave, y que podré salir de esta habitación pronto. Todavía tengo el prendedor del Sinsajo en mi brazo... "Prometeme que nunca te lo quitarás...", me dijo él. "Te lo prometo", respondí, y así lo hice. Recuerdo esa conversacion como si hubiese sido hace un par de horas...

Estaba en el colegio, en la clase de música, no era mi favorita, pero era entretenida, aunque en esos momentos me habría gustado que Peeta hubiese estado conmigo. Él estaba con sus amigos, adelante de todo, yo, por mi parte, estaba en el último banco, completamente sola, apartada de todos mis compañeros. Peeta volteaba de vez en cuando y me cerraba los ojos, señalándo que se estaba aburriendo, yo solo reía ante sus expresiones. Él y yo no hablabamos mucho, pero en mí cumpleaños siempre me hacía sentir bien, y me hacía pasarlo genial en la escuela. Ese día me regaló un prendedor de un Sinsajo, que tenía encima de mi pecho en ese momento, es hermoso, me encanta y aún lo conservo. Ese ocho de Mayo me acompañaría a casa, ya que iba a venir a festejarlo conmigo, el problema era que Gale también iba a estar con nosotros, y ellos tenían un ligero problema de relación, nunca se llevaron bien, ni tampoco tenían intenciones de hacerlo, yo creo que Peeta si lo intentaba, pero Gale no ponía ni un poco de voluntad, pero no era así solo con él, tienía esa actitud con todos, no creía que mostrarle una sonrisa a quien no se la merecía era justo...  Me quedé tan concentrada en mis pensamientos que no me di cuenta que la clase terminó. Todos salieron excepto Peeta, él se quedó esperándome en la puerta del salón, solo porque era mi cumpleaños, ya que todos los días se iba con sus amigos, a mí no me molestaba, por el contrario, sentía que era un estorbo para él. Terminé de guardar mis cosas y salí del aula. Él, como siempre, me esperó con una sonrisa de oreja a oreja. Por alguna razón, siempre lograba contagiarme su felicidad. Me encaminé hacia el sonriendo, a paso moderado. Caminamos juntos por un largo pasillo, por lo general, las personas solo me ignoraban, como si yo no existiera, pero eso me ayudaba en ciertos casos, ya que si no me veían, no me molestaban, esas son algunas de las ventajas de ser invisible... Para mí mala suerte, la gran mayoría de las veces, las personas se acercaban a mí, pero solo para insultarme o decirme groserías, no era una de las "populares" en la escuela, y era una de esas chicas que no hablaba con absolutamente nadie. Inmersa en mis pensamientos, choqué contra la puerta de vidrio de la escuela. Todos comenzaron a reir por mi estupidez, yo me avergoncé tanto que miré hacia todas partes, y podía observar como varias personas se tapaban la boca mientras me miraban y se reían de mí.

Voluntarios (Los Juegos del Hambre) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora