Contrato Por Amor ✦ Vsoo/Taesoo ✦ Adaptación

Capítulo Dieciséis

Más tarde, cuando salió del baño de invitados de Taehyung, Jisoo detectó un olor inconfundible a salchichas, tomate, pan y queso y echó a andar hacia la sala de estar.

Llevaba una bata negra de algodón que le llegaba por debajo de las rodillas y podía darle casi dos vueltas al cuerpo.

Encontró a Taehyung en el sofá con una caja de pizza y dos botellas de cerveza en la mesita de café.

—Espero que te gusten las salchichas y los champiñones —dijo al verla.

—Me encantan.

Jisoo se sentó en el otro extremo del sofá, abrió la caja de pizza y tomó un trozo grande.

Taehyung la imitó.

—¿Te duele algo? —preguntó.

—Casi todo un poco —admitió ella—. Pero no tardaré mucho en recuperarme. ¿Cuando puedo volver a intentarlo? ¿Qué tal el miércoles, antes de la próxima actuación de Jen?

El rubio pareció sinceramente sorprendido.

—¿Quieres volver a intentarlo?

—Por supuesto.

—Pero si casi te matas ahí fuera.

—No estoy muerta —repuso Jisoo. Tomó otro mordisco de pizza.

Había repasado mentalmente el circuito y sabía donde había cometido errores. Su mayor problema era la fuerza de la parte superior del cuerpo. Tenía que medir mejor algunos obstáculos y aumentar la velocidad de correr para ganar tiempo.

—No te entiendo —dijo Taehyung—. Puedes conseguir fácilmente otro trabajo. ¿Por qué yo?

Jisoo se enderezó.

—Pinion es la mejor empresa.

—¿Por qué tienes que trabajar para el mejor?

—¿Por qué iba a querer trabajar para el segundo mejor?

—Porque es la mejor opción.

Ella negó con la cabeza.

—Para una Kim*, eso no es una opción.

Taehyung enarcó las cejas.

—Cuéntame.

Jisoo vaciló.

—Vamos —insistió él—. Tú has sacado el tema. Y no me gustan los secretos.

—Mi familia se enorgullece de sus logros —explicó ella.

—¿Logros?

—Altos logros. Mi madre es jueza, mi padre catedrático universitario, y de mis hermanos, uno manda un crucero militar y otro es un boina verde condecorado. Y mi hermana, abogada, ya es socia en un bufete importante.

Taehyung pareció considerar sus palabras.

—Tú eres la más joven.

—¿Cómo lo sabes?

—Es obvio que juegas a alcanzarlos.

—Ellos han tenido ventaja.

En los ojos del rubio había simpatía, y una cierta comprensión. Ella no esperaba aquello.

—¿Y tú?

—Mi compañía va bien.

—Tu familia. ¿Que esperaban de ti?

—Ah, mi familia —él se echó hacia atrás u extendió el brazo a lo largo del sofá—. Jennie y yo. No hay más familia.

—¿Tus padres?