IV. Decisiones

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Han pasado tres años desde que conocí a Damian y me hice su amigo; las cosas han cambiado mucho desde entonces, al principio mes tras mes lo llevaba con el doctor Flores para un chequeo rutinario y desde la primera vez Damian ha mejorado mucho. Ganó peso, no como para decir que llevaba una barriga como la mía pero ya no era ese niño flaquito que encontré en el callejón, también había crecido unos centímetros, ahora me llegaba hasta las costillas, las marcas de su espalda desaparecían poco a poco como si la pesadilla que vivió con sus padres se fuera borrando con el tiempo y el tic de la lengua se había ido igual. Yo igual he cambiado mi aspecto, dejé crecerme un poco de barba y bigote para aparentar más edad de la que tengo; no quería que pensaran que soy un niño cuidando a otro niño.

Como supuse desde un inicio el dinero que me dejó mi mamá se terminaba, quedaba muy poco en el banco y no podía dejar a Damian sin comer ni vestir, hicimos algunos recortes como dejar de ir con el doctor Flores y afiliarme a una institución de seguro social gratuita, el Doctor lo entendió perfectamente y aun así nos ofreció su ayuda incondicional por cualquier cosa que se presentara, yo oraba noche tras noche para que ninguno de los dos se enfermara; no soportaría ver a Damian enfermito y desvalido en un hospital y yo mucho menos podía enfermarme ¿Qué haría Damian si a mí me pasaba algo? Afortunadamente hasta ahora no ha sucedido nada de cuidado, y otro de mis temores es que en los hospitales suele haber trabajadores sociales y si se fijaban en nosotros podría haber problemas, detestaba escondernos como si fuéramos criminales pero era necesario para que no nos separaran.

Tuve que vender algunas cosas de mamá como ropa y algunas joyas que tenía, eso fue una gran ayuda y sabía que mamá me hubiera apoyado con la decisión; a mediados del 2016 me metí a trabajar a un supermercado que estaba cerca de la casa, era lo unico que podían darme con una educación de bachillerato; comencé como cerillo luego como empacador en la bodega y ahora estoy de cajero, con lo poco que ganaba más lo que aún había en el banco, que Damian y yo llamábamos "nuestro fondo de ahorros" vivíamos más o menos decentemente. Damian seguía durmiendo conmigo y la que antes fue mi habitación la convertí en un pequeño estudio donde ponía mis cosas, cuando Damian fuera mayor necesitaría su propio cuarto y se lo regresaría pero por ahora era mi estudio privado, de vez en cuando se despertaba porque tenía pesadillas con sus antiguos padres pero yo siempre estaba ahí con él para calmarlo, eso ya no ha sucedido desde hace tiempo.

Cuando me iba a trabajar Damian se quedaba solo en la casa pero antes le enseñé reglas indispensables como no jugar con fuego, ni con electricidad, cerrar bien las llaves del gas, no abrirle la puerta a nadie que no fuera yo; si tenía hambre podía tomar lo que quisiera del refrigerador y para que se entretuviera le dejaba ver televisión, también le enseñé a usar la computadora y ver videos en YouTube, claro le descargué la versión para niños para que no viera nada inapropiado; sé que al decir esto puede sonar como que yo lo tenía enclaustrado en el departamento casi como cuando vivía en el callejón pero no era así, nunca lo maltraté y si tenía algún problema podía hablarme al celular cuando quisiera, sería incapaz de dañarlo, nos convertimos en compañeros, amigos, éramos inseparables, él era mi Robin así empecé a llamarle cariñosamente y le gustaba mucho.

Siempre le pedía de favor que cuidara mucho la computadora ya que era también mi medio de trabajo, retomé mi sueño de ser escritor, empecé escribiendo cuentos cortos y una que otra novela corta y Damian siempre me pedía que se las leyera por la noche y mis historias le encantaban. Ya sabía leer y escribir como un niño de su edad, cuando me iba a trabajar a parte de dejarlo ver la computadora y la tele le dejaba hacer ejercicios como planas, escribir pequeños párrafos, leer y más cosas que le enseñaban a mejorar cada día y si se equivocaba o algo fallaba le ayudaba a encontrar el error sin gritar y sin enojarme incluso le enseñé un poco de historia, ciencias naturales y geografía para que no dijeran que mi Robin era un niño inculto; he sabido tenerle paciencia, es sólo un niño, su habla también mejoró bastante, ya no ceceaba y aprendió a pronunciar la R, todo lo hice yo sin ayuda de nadie, no podía pagar terapias de lenguaje pero yo solo lo logré. Las únicas veces que llegábamos a discutir era cuando estudiábamos matemáticas, nunca fueron mi fuerte y de él tampoco, le enseñé a contar y después las operaciones básicas; eso era lo que nos hacía pelear pero a los pocos minutos nos reconciliábamos, una razón más para odiar las matemáticas.

El día que encontré a DamianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora