Capítulo 5: El desfiladero

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Recuerdo que un pitido me despertó. La vibración salía de mi mano y estaba en una cama. Era demasiado temprano, tenía demasiado sueño. La pregunta de "dónde estaba" ni siquiera llegó a formularse en mi cerebro. Apagué el aparato y seguí durmiendo.

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—Karen. ¡Karen! Maldita sea, Karen, ¡despierta! —una ruda mano me sacudió y me arrancó de los brazos de Morfeo.

—¿Eh? —me sobresalté somnolienta y confusa—. ¿Qué...? ¿Qué pasa?

—¡Nos hemos quedado dormidas, joder! —bufó Sary—. ¿No habías puesto el despertador?

¡MALDITA SEA! —el recuerdo me disparó de la cama y tropecé. Interpuse las manos para no darme de bruces y me levanté como una centella—. Lo apagué cuando sonó —gruñí enfadada conmigo misma: ¡había perdido mi oportunidad de despistarla por ser una vaga y una dormilona!—. ¿Qué hora es?

—Las nueve, joder —maldijo enfundándose el chándal a toda prisa—. ¡Rápido o me largo sin ti!

—A la orden, Jefa —me senté y me puse los zapatos en un pis-pás. Eso fue toda una ventaja a decir verdad—. Deberíamos pasar por la gasolinera para coger comida...

Esa era mi segunda oportunidad: mientras pagaba podría salir corriendo disimuladamente y dejarla bien atrás. Si uso mi energía astral para potenciar mis piernas, realmente corro mucho más rápido, como el doble o el triple.

—Ni hablar —rechazó poniéndose la camiseta—, ¿quieres hacerme perder más tiempo, Maybell? —creo que fue entonces cuando entendí que me llamaba por mi apellido cuando quería hacer nuestra relación más fría y ruda.

—¡Ha sido un fallo, ¿vale?! —me ofendí ya de pie—. En primer lugar, si tan apurada de tiempo crees que estás, ¿por qué no pusiste tu propio móvil?

—¡Confiaba en que el tuyo sería suficiente! —replicó cabreada.

—Bueno, vale —acepté con las palmas en pausa antes de respirar para calmarme—. No peleemos más, pero escucha esto: son bastantes horas de caminata y no vamos a encontrar comida al otro lado.

—¿No puedes cazar nada allí? —inquirió poniéndose la sudadera.

Iba a cazar algo allí: a su hermano.

—Está prohibido, tía —expliqué apoderándome de mi mochila.

—Cómo si eso te importara —despreció cogiendo la suya.

No pude controlar mi lengua.

—¡Está bien! —me ofusqué camino de la puerta—. ¿Quieres que cace conejitos para ti, Jefa? ¡Venga entonces, las dos juntitas! Será súper diver...

—¿Pero qué coño te pasa ahora? —se extrañó siguiéndome.

—Tú pasas, estorbo.

Me tomó del hombro y me obligó a girarme en medio del pasillo.

—¡Bueno, ya te vale, estúpida!

—¿Estúpida? —flipé.

—¡Sí, estúpida! —me empujó y me clavó el dedo en el pecho—. Te recuerdo que la que quería venir conmigo y la que me ha retrasado inútilmente has sido tú.

—¡Oh, perdona monada! —exclamé—. No me daba cuenta de que interrumpía su ajetreada agenda de señorita ricachona... —me estampó en la barriga, pero el siguiente golpe lo bloqueé con tiempo.

No pude contenerme y le devolví el ataque directo a la boca. No usé mis poderes pero ella recibió el impacto en los dientes y sentí su mandíbula debajo. Cayó hacia atrás, atontada y con sangre en sus perfectos labios. Al verla allí tendida, tapándose la boca, me sentí increíblemente mal

Astral Arcana I - WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora